Las heridas del pasado. COMPLETADA

Capítulo 7

Juegan en la pradera: la niña de pelo oscuro y ojos azules que bailaba por la hierba; y el niño de rizos rubios y ojos grises que intentaba seguirla con sus rechonchas piernecitas de bebé. Tras el primer aborto, he tardado cinco, diez, quince años en aceptar, pero Peeta estaba deseando tenerlos. Cuando la sentí moverse dentro de mí por primera vez, me ahogó un terror que me parecía tan antiguo como la misma vida. Sólo la alegría de tenerla entre mis brazos logró aplacarlo. Llevarlo dentro a él fue un poco más fácil, aunqueno mucho. Las preguntas están epezando. Las arenas se han destruido por completo, se han construido monumentosen recuerdo a las víctimas y ya no hay Juegos del Hambre. Sin embargo, lo enseñan en el colegio y la niña sabe que formamos parte de ello. El niño lo sabrá dentro de unos cuanto años. ¿Cómo les voy a hablar de aquel mundo sin matarlos de miedo? Mis hijos, que dan por sentadas las palabras de la canción: en lo más profundo del pardo, allí, bajo el sauce hay un lecho de hierba, una almohada verde suave; recuéstate en ella, cierra los ojos sin miedo y, cuando los abras, el sol estará en el cielo. El sol te protege y te da calor, las margaritas te cuidan y te dan amor, tus sueños son dulces y se harán realidad y mi amor por ti perdurará. Mis hijos, que no saben que juegan sobre un cementerio.

Peeta dice que no pasará nada, que nos tenemos los unos a los otros y que tenemos el libro. Podemos lograr que lo comprendan todo de forma que los haga más valientes. Pero un día tendré que explicrarles lo de mis pesadillas, por qué empezaron y por qué, en realidad, nunca se irán del todo. Les contaré como sobreviví. Les contaré que, cuando tengo una mañana mala, me resulta imposible disfrutar de nada porque temo que me lo quiten. Entonces hago una lista mental de todas las muestras de bondad de las que he sido testigo. Es como un juego, repetitivo, incluso algo tedioso después de tanto tiempo. Aún así, sé que hay juegos mucho peores.