El asalto

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Capítulo 1:

Un año después.

Apoyada en el marco de la ventana y girando de un lado a otro mi anillo de casada, observo como Gale y Ermion meten en casa la cuna del pequeño Glen, que tiene apenas unas 3 semanas.

Cierro los ojos y recuerdo mi boda con Peeta, fue el día más feliz fe mi vida. Aunque me entristece recordar que algunas de las personas que más quiero no pudieron estar conmigo, como Prim, Finnick, Cinna... Al menos utilicé el vestido que este último confeccionó para mí.

Tras muchos quebraderos de cabeza, Eemion y Gale metieron la cuna en casa. Después se fundieron en un dulce beso que me hizo sonreír, pero tuvieron que parar al oír a su bebé llorar. La emoción con la que cuidan a su hijo me hace desear ser madre pronto.

Peeta se acerca por mi espalda y me acaricia mi pronunciado vientre:

-Aún no me creo que en tan solo 5 meses vayamos a ser padres...

-Ni yo- le contesto, a la vez que beso su boca.- Debes ir a abrir la panadería.

-Me gustaría quedarme todo el día contigo...- susurra haciendo un mohín.

-Peeta...

-Está bien. ¡Ah! No se te ocurra ir al bosque, en tu estado puede ser muy peligroso.

Se va y yo subo corriendo las escaleras hasta la habitación. Allí cojo la cazadora de mi padre y las botas. Cuando vuelvo a bajar me preparo algo de comer antes de marcharme.

Una vez en la calle, Ermion se acerca feliz a saludarme.

-¿Que tal está la futura mamá?- me pregunta.

-Mejor que los primeros meses, ¿y la nueva mamá está contenta con su niño?

-Mucho, aunque más contento está el padre, que no deja de babear con su bebé.

Nos reíamos juntas cuando apareció Gale por la puerta de casa:

-¿Vas de caza Catnip?- preguntó.

-Bueno, iba a dar un paseo por el bosque.

-¡Eso es muy peligroso en tu estado!- me riñó Ermion.

-Será mejor que te acompañe.

-No hace falta Gale...

-Sí hace falta. Ve con ella cariño- me cortó Ermion dirigiéndose a su pareja. Ellos solo eran pareja, nunca decidieron casarse.

Gale y yo marchamos al bosque por la pradera, como en los viejos tiempos. Al llegar al árbol donde guardaba el arco me tente de cogerlo, pero finalmente no lo hice. Desde que estoy embarazada tengo muy malos reflejos y lo único que hago es perder flechas.

-Bueno Gale, ¿y que tal el pequeñajo?- hablé para romper ese eterno silencio.

-Encantador. Nunca fui bueno con los niños pero con Glen es especial. Aunque lo único que hace es llorara, comer y dormir.

-¿Que va a hacer Gale? ¡Tiene apenas un mes! Pero de todas formas ya me ha dicho Ermion que se tira todo el día pasando la fregona a tus pies porque se te cae la baba.

Ríe y me da un suave golpe en el brazo. Gale y sus tonterías.

Anduvimos un rato más por el bosque, el riéndonos las gracias, cuando una bandada de perdices levantaba el vuelo ante nosotros. Miré a Gale extrañada: no es normal que estos animales vuelen tan cerca de nosotros, a no ser que estuviesen huyendo de alguien...

-¿Que está ocurriendo Gale?- le pregunto algo asustada.

-No lo se.

-Katniss Everdeen- oímos a nuestras espaldas y tengo que ahogar un grito al ver que se trata de un antiguo miembro del consejo de sabios que tenia Snow, cuando aún era presidente. Le recuerdo de algunas fiestas a las que fui con Peeta, Effie y Haymitch.

-¿Quien eres?- pregunta Gale con autoridad. Yo la verdad no recuerdo su nombre.

-Eso no importa. Solo he venido a avisar al Sinsajo de que algo catastrófico se acerca, y tu vida corre pelicasa.

-No creo que mi vida corra peligro- le corto-, hace mucho tiempo que erradicamos a la gente como tu. La gente que quería a Snow al mando.

-Yo solo le advierto señorita de que, aunque muchos morimos en la guerra y otros en los juegos que su gobierno preparó, no nos exterminaron a todos. Buenas tardes.

Se marchó del lugar como si nada y miré a Gale pálida del miedo. No quiero tener que volver a pasar por lo mismo que pasé hace tres años. Me posa la mano en mi espalda y, dandome un poco de impulso, me dice:

-Vámonos, será mejor que regresemos a casa.

Al llegar Ermion estaba en la puerta de casa regando unas bonitas azaleas que había en el alfeizar de la ventana. Al ver nuestra cara de preocupación se acercó a nosotros:

-¿Que ha ocurrido?- preguntó impaciente.

-La han amenazado- le informó Gale-. Un hombre mayor, de unos 50, pelo cano, aspecto del Capitolio antiguo y malherido en un costado.

¿Como? Pensé yo. No me había dado cuenta de que estaba herido.

-¿Que te ha dicho exactamente Katniss?- indagó Ermion.

-Que algo grande se acercaba y que yo, el Sinsajo, estaba en peligro.

-Está bien, entra en mi casa. Gale ves a la panadería y avisa a Peeta. Yo llamaré a Haymitch y le contaré lo sucedido. También.... Llamaré al Capitolio.

Entramos y a los cinco minutos de llamar Effie y Haymitch ya habían llegado.

-Permanece tranquila cariño, todo irá bien- me decía Effie al oído. Y la realidad era que estaba aterrada. No podíamos retroceder otra vez.

Me vienen a la mente las palabras que algún día me dijo Plutarch, y es que tenia razón: Ahora estamos en ese dulce periodo en el que todos están de acuerdo en no repetir los recientes horrores. Sin embargo, esta coincidencia colectiva no suele durar. Somos seres inconstantes y estúpidos con mala memoria y un don para la auntodestrucción. Pero ¿quien sabe? Quizás esta sea la buena, la vez que acertemos. Quizás estemos siendo testigos de la evolución humana.

O quizás no Plutarch, o quizás no.

Las heridas del pasado. COMPLETADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora