Capítulo 6

410 16 2
                                    

Me senté en el sofá con la carta en la mano. ¿Estaba preparada o no? Me decidí y la abrí:

Para Ermion:

Querido amor de mi vida: lo siento. Siento haberte abandonado. Por favor

perdóname, no puedo olvidarme de ti. Me encantaría estar contigo pero ya

sabes que no me dejan volver hasta que no termine en el 2. Quiero vivir

nuestros sueños contigo. Cumpliré todas mis promesas....lo juro.

Ermion, lo se, lo se todo: se que el niño que esperas es mío, y quiero que

lo criemos juntos, aunque seamos jóvenes.

Contestame.

                                                                                                                   Gale

No me lo podía creer ¡Ermion está embarazada! ¡Y de Gale! Me quedé callada cuando Ermion me sorprendió.

-¿Que haces con eso?

-Eh yo...yo...

-¡Lo has cogido de la caja?

-¿Es cierto lo que pone en la carta?

-Si, pero no es de tu incumbencia

-¿Que pasó?- sin duda ella se sentía cada vez peor y yo también pero tenía que saberlo.

-Es complicado todo lo que ha pasado-empezó a llorar pero no dejó caer ni una sola lágrima, parecía incluso enfadada con si misma- Gale me engañó.

-Ya, es típico en él- en cierto modo sabía como se sentía ella- Ermion puedes confiar en mí.

Le costó mucho pero accedió:

-Como ya sabes, entre Gale y yo siempre ha habido algo, y con 16 años empezamos a....bueno, ya me entiendes, pero duró poco y yo empecé a sentir algo por el hermano de Peeta, Sam y estuvimos juntos, por lo que me olvidé de Gale. Cuando llegaron los septuagésimo cuartos Juegos del Hambre, Gale y yo volvimos a retomar lo nuestro. Paseabamos por las tardes, merendabamos en el bosque y mirábamos las estrellas desde la pradera por la noche, esa era la única forma de aliviar nuestro dolor. Cuando volvisteis nos volvimos a distanciar porque el tenía que trabajar y yo ayudar a Peeta bajo las órdenes del panadero, pero durante el Vasallaje de los veinticinco nos veíamos todas las noches para hablar y él me hizo promesas. Entre ellas estaba la de vivir en una casa conmigo y casarnos lo antes posible, en cuanto yo encontrase trabajo, me decía que estaba enamorado. Durante la estancia en el 13 nuestro amor estaba en pleno apojeo y una noche...y bueno, luego otra.... Y me quedé embarazada, pero yo no lo sabía. Cuando estábamos allí el me decía que nunca me abandonaría, que para él lo era todo. Después nos mandaron a campos de batalla distintos y ahí se rompió su promesa de no dejarme sola, y empezaron las cartas. Él nunca reclamó a Coin para cambiarse a mi campo cuando sabía que le complacerían, y eso me dolió. La guerra terminó y yo me enteré de de que estaba embarazada, pero él incumplió su otra promesa, la más importante, la de volver a casa conmigo, y nunca se la perdonaré. Nunca le dije que estaba embarazada y si se ha enterado es porque se está corriendo la voz. A día de hoy él sigue mandándome cartas, pero yo nunca las contesto.

-Vaya...- era increíble, era un cabrón,cómo podía haberle hecho eso a Ermion, cómo podía haberme hecho eso a mí, en mis propias narices...

-Ahora mismo estoy de cuatro meses pero el médico me ha dicho que puedo abortar en cualquier momento y si no lo pierdo de forma natural tendré que ir al hospital a que me lo provoquen.

-Pero, ¿por qué?

-Porque sino morirá en el parto Katniss, él o yo- dijo mientras se encendía otro cigarro- ¿y tu crees que yo con 19 años puedo criar sola a un hijo?

En cierto modo tenía razón, solo tenía 19 años. Pobre, estaba destrozada.

-Voy a ver como está Peeta- se levantó y fue a la cocina- por cierto, ni una sola palabra de esto.

-De acuerdo.

Los días siguientes fueron un poco extraños. Ermion no hablaba mucho y se volcaba totalmente en nuestra rehabilitación. Pasaba las mañanas masajeando el muñón de Peeta y haciendo ejercicios con su pierna ortopédica. Por las tardes cazaba conmigo en el bosque aunque yo no la dejaba subirse a los árboles. Cada vez se le notaba más y más la barriga de embarazada hasta que ya una noche Peeta se atrevió a pregunatar:

-Ermion, no...no has engordado un poco.

-Mucho- saltó Haymitch.

-Si, eso no es muy normal en ti...

-¡Estas preñada!

-Haymitch no es una vaca- contra puse yo. De repente todos empezamos a hablar a la vez, estábamos muy nerviosos, pero Ermion permaneció en silencio.

-¿No es cierto Ermion? ¿Verdad?- se apresuró Peeta

-Si lo es...

La mesa se quedó en silencio.

Las heridas del pasado. COMPLETADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora