Capítulo 4

188 15 1
                                    

Un disparo. Un simple disparo que cortó el viento y proclamó el silencio en mi mente. Quiero destacar lo de "en mi mente", ya que el público y los periodistas no paraban de gritar.

Ahora yo yacía en el suelo, inmóvil.

Recuedo la bala: unos simples milímetros de acero que se dirigían hacia mi pecho a toda velocidad.

Toco la zona que me duele y me sorprendo al ver que no hay sangre. Comienzo a revolverme en el suelo, buscando la herida.

La bala ha impactado en mi, de eso estoy segura, pero no encuentro el agujero por ningún sitio.

Me pitan los oídos y no oigo absolutamente nada. Me levanto lentamente y veo el caos a mi alrededor: gente asustada en el suelo, periodistas gritando y decenas de policías recorriendo el perímetro.

A mi lado, Peeta me agarra la mano. Veo el miedo en sus ojos y se me contrae el rostro.

A mi derecha, Ermion está tirada en el suelo. Sus puños estaban cerrados y charco rojo se cernía a su alrededor.

Entonces lo recordé todo: fue ella, ella paró la bala con su propio cuerpo.

Me arrastro hacia ella y le tomo la cara con mis manos:

-Ermi- hablo- ¿que has hecho? Es..Estas herida.

-No pasa nada- sonríe-, he luchado mucho por el Sinsajo, he luchado por sus supervivencia. No podía tirar ese esfuerzo a la basura; esa gente, toda la que ha muerto por ti y el cambio, se merecen que la perdida de su vida haya merecido la pena de alguna manera.

Las lágrimas recorrían mi cara cuando un brazo se posó en mi hombro:

-Katniss- habló Gale con el gesto contraído-, debéis iros.

Algo simple, solo una sencilla orden. Y por primera vez desde que pisé la arena en los primeros juegos, hago caso de aquello que me dicen: debemos irnos y buscar un médico, Ermion debe sobrevivir.

Peeta coge en brazos el pequeño cuerpo de Ermion y, a la señal de Gale, nos levantamos dirección a la puerta de atrás.

Lentamente nos sumergimos entre las profundidades del avanzado edificio. Los pasillos están húmedos y siento como la respiración de Peeta se acelera, está cansado de llevarla en brazos.

Ermion está lívida y tiene los labios morados, ha perdido mucha sangre. Se retuerce entre los brazos de Peeta hasta que consigue bajarse y sentarse en el suelo; y, con lo que parece ser su ultimo aliento, intenta susurrarnos algo:

-Dejadme aquí y marcharos- ordena- en la planta -5 hay un equipo de emergencia esperándolos, tenéis que salvaros. Corred hasta el final del pasillo, y luego tomad las escaleras. No cojais el ascensor por nada del mundo, probablemente en unos minutos cortarán la luz.

La agarro del hombro y me acerco mucho a ella:

-¿Como pretendes- digo ojiplática- que te quedemos aquí? Necesitas un medico urgente o te vas a desangrar.

Ella simplemente se acomoda en el suelo y me sonríe:

-Aunque hubiese aquí ahora mismo un médico- jadea entre susurros- ya no podría salvarme. No puedo arriesgarme a que perdáis vuestra vida por salvar la mía. Iros.

No puedo evitar llorar, esta joven en tan solo dos años ha conseguido sanar más heridas de las que puedo contar. Quizás no fuésemos...amigas exactamente, pero ha ayudado tanto a Peeta que ese hecho nunca lo podré olvidar.

Intento hablar, intento expresar todo el respeto y el agradecimiento que siento hacía ella, pero me resulta imposible.

Peeta la abraza:

-No te pienso dejar aquí...- susurra en su oído. Pero ya es tarde, veo como los ojos de Ermion se cierran y la vida se aleja de su cuerpo.

Ya no hay nada, solo oscuridad.

Las heridas del pasado. COMPLETADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora