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(  CHAPTER TWENTY FIVE! )
" una historia desgarradora. "


—No hay un día en que no los haya maldecido, y que no agradeciera que hoy están aquí —murmuró Jimin, vestido de negro, con una rosa en la mano, frente a dos nichos polvorientos y en mal estado—. Pero ahora me doy cuenta de que al odiarlos todo este tiempo, solo logré mantener su recuerdo vivo, atormentándome y causando problemas con la persona que amo.

En el silencio sepulcral del cementerio, solo el viento soplando contra las hojas secas de los árboles y las flores marchitas de las lápidas rompían la afonía. Jimin estaba solo, mirando los epitafios de sus padres por segunda vez en cinco años. Un tornado de emociones sacudía su mente: odio, resentimiento y dolor. Pero sabía que el estar allí significaba el final de la etapa más dolorosa de su vida.

—No estoy aquí buscando una reconciliación, porque no volveré a pararme aquí nunca más— afirmó, mirando fijamente el mármol y los nombres grabados allí—. Solo estoy aquí para decirles que... los perdono.

Las palabras se atascaron en su garganta, y un nudo se formó en su pecho.

—Nunca fueron verdaderos padres para mí, jamás me amaron, me maltrataron y crearon tantos traumas en mi como pudieron, pero... los perdono porque —su voz se cortó, y las lágrimas llenaron sus ojos— tengo una vida feliz ahora y no quiero arruinarla manteniéndolos conmigo. Ustedes representan lo peor de mi vida y hoy suelto todo eso.

Entre lágrimas, Jimin colocó la rosa entre las dos lápidas y sonrió débilmente—. Ojalá ustedes puedan perdonarse por lo que me hicieron y descansen en paz. Adiós, papá, adiós, mamá, para siempre.

Se giró, cerró los ojos y exhaló profundamente, sintiendo cómo las cadenas que lo habían atado durante tanto tiempo se rompían y caían al suelo. Cuando abrió los ojos y miró el atardecer frente a él, se sintió liberado, con una inesperada emoción de felicidad creciendo en su pecho.

Hasta ese momento, no se había dado cuenta que soltar... se sentía tan liberador.

—¡Jimin! ¡Amor, estoy en casa! —anunció Jungkook cambiándose los zapatos, para luego caminar hacia la sala de estar y encontrarla completa desolada, sin ningún rastro de su chico—

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—¡Jimin! ¡Amor, estoy en casa! —anunció Jungkook cambiándose los zapatos, para luego caminar hacia la sala de estar y encontrarla completa desolada, sin ningún rastro de su chico—. ¿Estará cocinando? —en busca de la repuesta fue a la cocina pero también estaba vacía—. ¿Todavía no habrá...? —de pronto, escuchó música proveniente del piso superior y enseguida supo dónde estaba su novio.

Estaba bailando, y presenciarlo fue maravilloso. Jungkook amaba ver a Jimin bailando, amaba ver con cuanta pasión y amor hacía cada paso, no sabía si con aquel baile acompañado con una canción tan triste como lo es "What was i made for?" Estaba contando una historia, pero el sentimiento con el que era ejecutado el baile llegó a él, de pronto sintió una presión en el pecho. Y Jimin no se había dado cuenta ya que estaba absorto en la música y tenía los ojos cerrados, pero si sintió una presencia que al abrir los ojos y mirar hacia la puerta que estaba entreabierta, ya no estaba, sin embargo sabía que había sido Jungkook.

Vendedor de caricias ┊𝐊𝐎𝐎𝐊𝐌𝐈𝐍  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora