MARATÓN 2/3
EMMA HARRIS
Parpadeé despacio mientras trataba de orientarme, quise llevar mi mano a la parte trasera de mi cuello qué me dolía como el infierno pero cuando quise hacer un movimiento me di cuenta que estaba encadenada a algo.
Abrí los ojos con fuerza y mire hacia todos lados presa de pánico y lo único que podía ver era oscuridad. Mi respiración comenzó a hacerse pesada mientras el pánico me inundaba con más fuerza.
— ¿H-hola?—mi voz sonó rasposa y me la aclare.
Una luz se encendió y se abrió la puerta, parpadee rápido para acostumbrarme a la luz.
—Hey, soy yo, dile al señor que su chica despertó —El hombre gigante habló por una especie de radio.
—Agua —Pedí al sentir la garganta seca.
Se fue y pude ver que estaba en una especie de sótano, el hombre se acercó y llevo un vaso a mi boca y bebí en grandes cantidades.
—Gracias —Susurre.
No me servía de nada ser grosera o entrar en histeria, ya sabía quién estaba detrás de esto y aun cuando me estaba cagando de miedo necesitaba estar calmada y con la mente enfocada.
—Déjala ahí, el señor no quiere verla —Suspire con alivio pero no duro mucho porque cerraron de nuevo la puerta.
La oscuridad me envolvió y el único sonido que podía escuchar era el de mi corazón.
Maldita suerte.
SARA WILLIAMS
Dos días, dieciséis horas.
Las había contado desde que vi el reloj en la pared de la casa en la que me tenían, me tenían en una silla con las manos atadas. Rafael era estúpido. Muy estúpido y cuando salga de aquí va a pagar.
—Entonces —Tomo una silla y la coloco frente a mí — ¿Como estas?
Cruce la pierna sobre la otra y gire la cabeza hacia un lado.
—Atada —La sonrisa creció en su rostro — ¿Ser una perra traidora te está funcionando?
—No soy traidora protejo a los míos.
— ¿Y cómo se protegerán de ti?
—Eso lo veremos ellos y yo, ahora que no están para atraparlos con su boba sonrisa.
—Sabía que eras una perra pero no pensé que tanto.
Me abofeteo y comencé a reírme con fuerza.
—Ríete lo que quieras, he ganado.
Eso me hizo reírme más fuerte.
—Soy muy vengativa y rencorosa, recuérdalo.
Le di una mirada que la hizo retroceder.
Ella salió del cobertizo en donde el bastardo de Rafael me tenia y lo único que pude hace fue tararear y pensar una manera de no matarlos a todos.
MIA DONNET
Las leves caricias en mi rostro comenzaron y me acurruque más pero fruncí el ceño. No era Matt.
Abrí los ojos y me aleje asustada de la persona frente a mí.
—No me temas cielo.
Stefan se subió a la cama conmigo.
— ¿D-donde estoy?
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Escapando Del Matrimonio
RomanceTeníamos dos cartas sobre la mesa y solo podíamos escoger una, La primera hacer feliz a los de más y la segunda era darnos felicidad a nosotras, sin duda una respuesta difícil más cuando estás acostumbrado a hacer lo que otros dicen solo por complac...