Capítulo 191

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Aberforth Dumbledore despertó en un lugar que le resultaba familiar, pero el dolor en su cabeza y la niebla en su mente no le permitían comprender de inmediato dónde estaba. Se encontraba cerca del camino que conectaba Hogsmeade con Hogwarts y el frescor de la mañana le helaba los huesos. Su cuerpo estaba tenso y adolorido, como si hubiera pasado por una gran batalla, aunque los recuerdos le llegaban difusos.

Con paso vacilante, comenzó a caminar hacia el castillo. Cada paso le hacía doler la cabeza más y más, como si estuviera liberándose de una presión invisible que lo había mantenido cautivo. Ahora que estaba libre del maleficio Imperius que Voldemort le había lanzado hacía un mes, sentía la confusión y el malestar invadir cada fibra de su ser.

Al llegar a Hogwarts, los estudiantes y aurores que patrullaban los pasillos lo miraban con curiosidad, y algunos con respeto, confundiendo su figura con la de su hermano, Albus. Era algo que siempre había odiado, esa constante sombra bajo la cual vivía, pero en ese momento, no tenía fuerzas para corregirlos. El cansancio y el dolor lo superaban.

Sus pasos lo llevaron, casi por instinto, hasta la enfermería, donde encontró a Madame Pomfrey. Exhausto, con la cabeza latiéndole, rogó por ayuda.

"Poppy... ¿Tienes alguna poción? Mi cabeza... me va a estallar."

Madame Pomfrey, que al principio también lo había confundido con Albus, se dio cuenta de su identidad cuando lo miró de cerca. Le ofreció una poción calmante, pero antes de que pudiera administrársela, Amelia Bones apareció, con el rostro severo y la varita en mano. Había demasiadas preguntas sin respuesta y una de las más importantes era cómo las defensas de Hogwarts habían caído.

"Aberforth Dumbledore" dijo Amelia con una voz grave y autoritaria. "Necesito respuestas. ¿Qué ha pasado? ¿Qué hiciste?"

Aberforth, con la cabeza aún en dolor y confusión, bajó la mirada. Sentía una profunda vergüenza al recordar lo que había sucedido, aunque los detalles seguían siendo borrosos. Finalmente, se atrevió a hablar.

"Voldemort... me tenía bajo su control. No sé exactamente cuándo comenzó, pero... me liberé hace poco. Me hizo... me obligó a hacer cosas, cosas que nunca hubiera hecho por mi propia voluntad."

Amelia lo miró con desconfianza, pero dejó que continuara.

"Lo que recuerdo..." prosiguió Aberforth, tragando saliva. "El haberme hecho pasar por Albus. Desactivé las barreras de Hogwarts desde dentro. Utilicé un armario evanescente... el otro estaba en poder de una chica... Elisa Grey. Ella es... espía de los mortífagos."

Amelia y Madame Pomfrey intercambiaron miradas. La revelación era clave para esclarecer cómo los mortífagos habían logrado infiltrar el castillo. El nombre de Elisa Grey sonaba familiar a Amelia, una pieza en el tablero que habían pasado por alto hasta que Pomfrey le informó que ella era la Head Girl de Slytherin y desconocía dónde estaba en ese momento.

Mientras Aberforth hablaba, sintió algo debajo de su túnica, un peso extraño. Al sacar su guardapelo, hecho de plata de duende, notó que estaba arruinado, con una gran grieta que lo atravesaba. Al abrirlo, vio que la foto de su querida cabra, la única criatura que le había dado consuelo en muchos años, estaba destrozada. Una punzada de dolor le atravesó el corazón.

"Esto... me salvó la vida"murmuró Aberforth.

Amelia frunció el ceño, sin entender a qué se refería.

"Voldemort me lanzó un maleficio asesino, pero rebotó en esto" dijo Aberforth, sosteniendo el guardapelo destrozado. "No sé cómo, pero... me salvó."

El ambiente en la sala se tensó. Aunque Aberforth se había liberado del control de Voldemort, el peso de la culpa y el remordimiento por lo que había hecho bajo su influencia lo aplastaban. Sabía que aunque había sido un peón, había traído caos al castillo de su hermano. Y lo peor de todo es que, aunque no había sido su elección, ahora tendría que vivir con las consecuencias de sus acciones.

Harry Potter: La casa Noble y Ancestral Zoldyck Donde viven las historias. Descúbrelo ahora