La Celebración de la Ilusión

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La noche de la celebración había llegado. Yeji había estado preparando el ambiente en la habitación que ahora compartían, decorando con luces suaves y una pequeña mesa dispuesta con frutas, galletas y una botella de vino. Había puesto toda su energía en hacer de ese momento algo especial, incluso si su corazón latía con un ritmo ansioso.

Cuando In Guk entró, sus ojos se iluminaron al ver la atmósfera que ella había creado. Era un contraste con la oscuridad que había rodeado sus días en la casa de campo.

—¿Wow, qué es todo esto? —preguntó, sonriendo con sorpresa.

—Es nuestra celebración —respondió Yeji, acercándose a él con un brillo de emoción en sus ojos—. Quería que tuviéramos un momento solo para nosotros.

In Guk sonrió, claramente complacido por su esfuerzo. Yeji sintió un alivio momentáneo al verlo tan feliz. Sin embargo, el miedo seguía acechando en su mente; sabía que todo era parte de un delicado juego.

Se acercó a él, sintiendo la necesidad de reforzar esa conexión que había construido. Con un movimiento suave, lo abrazó por la espalda, dejando que su cuerpo se recostara contra el de él. In Guk se quedó momentáneamente quieto, como sorprendido por la calidez del gesto.

—Me encanta lo que hiciste —dijo él, disfrutando de la cercanía. Se giró para mirarla, su mirada profunda y absorbente—. Eres increíble.

—Solo quería mostrarte cuánto te aprecio —respondió ella, dejando que su voz se llenara de dulzura—. No hay nadie más con quien quisiera compartir este momento.

Yeji notó cómo la tensión en él se relajaba. A medida que se adentraban en su pequeño mundo de celebración, ella intentó aferrarse a la imagen de la vida que él quería que compartieran. Sin embargo, en su interior, el deseo de escapar crecía con cada sonrisa que forzaba.

—Vamos a brindar —dijo, llevándolo hacia la mesa—. Por nosotros y por todo lo que hemos superado juntos.

In Guk la miró con una mezcla de amor y posesividad, sus ojos brillando con intensidad. Ella sirvió el vino en dos copas, temblando ligeramente mientras lo hacía. Tenía que mantener la fachada, pero la idea de que su plan estaba en marcha la mantenía alerta.

Brindaron y bebieron, disfrutando del sabor afrutado mientras la conversación fluía. Hablaban de sueños y esperanzas, una farsa bien ensayada que ella interpretaba con gracia.

—Siempre he creído que el amor puede salvar a las personas —dijo In Guk, su tono serio—. Tú me has salvado a mí.

Yeji sintió una punzada de dolor al escuchar eso. Era un recordatorio de lo profundo que había llegado a entrar en su vida, pero no podía dejar que eso la detuviera. Tenía que seguir adelante.

—Y tú a mí —respondió, tratando de que su voz sonara genuina—. Gracias por darme una segunda oportunidad.

In Guk sonrió, satisfecho, y Yeji sintió cómo su corazón se oprimía por la mezcla de emociones que experimentaba. Aunque estaba jugando un papel, en su interior se preparaba para lo que vendría después. 

Cada minuto que pasaba era un paso más hacia su libertad.

Mientras continuaban la celebración, la conversación se tornó más íntima. Yeji sabía que había alcanzado un punto crucial en su actuación, y cada mirada que In Guk le dirigía le daba la esperanza de que su plan podría funcionar.

Finalmente, después de un rato, In Guk se acercó, apoyando su frente contra la de ella.

—Nunca había estado tan feliz —dijo con sinceridad—. Te prometo que siempre estaré aquí para protegerte.

Yeji sintió cómo una lágrima asomaba en su ojo, no de tristeza, sino de determinación.

—Y yo te prometo que siempre te apoyaré —dijo, su voz firme.

Mientras lo abrazaba con fuerza, su mente ya estaba trazando el próximo paso. En el fondo, sabía que esta celebración era solo un pequeño hito en su camino hacia la libertad. Pero por ahora, mantendría la ilusión, disfrutando del momento mientras buscaba la manera de salir.

Su corazón latía con una mezcla de miedo y esperanza. Todo dependía de ella y de su capacidad para manipular la situación. La celebración de esa noche era un paso más, pero también un recordatorio de que la lucha por su vida estaba lejos de haber terminado.

PYSHOPATHIC FEAR | MIEDO PSICOPATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora