El sol apenas despuntaba en el horizonte cuando In Guk se despertó. El aire frío de la mañana entraba por una pequeña ventana de la casa de campo, pero a él no le importaba. Ese día, todo acabaría. Ese día, Bogum dejaría de ser un obstáculo en su camino hacia el control total de Yeji.
Caminó por el pasillo en silencio, su mente ocupada con los detalles meticulosos de lo que estaba a punto de hacer. Había pasado noches preparando cada herramienta, cada instrumento, todo lo que necesitaría para torturar y finalmente acabar con Bogum. Tenía que ser metódico, calculador, asegurarse de que Bogum sufriera lo suficiente, no solo para saciar su propia necesidad de control, sino para demostrarle a Yeji quién realmente tenía el poder.
—Hoy termina todo —murmuró para sí mismo mientras se acercaba a la puerta de la habitación donde mantenía a sus dos prisioneros.
Dentro, Bogum apenas estaba consciente. Las largas sesiones de tortura habían dejado su cuerpo al borde del colapso, pero aún respiraba, aún mantenía la vida que In Guk planeaba arrebatarle. Yeji, por su parte, estaba sentada en una esquina, sus ojos enrojecidos por las lágrimas y la falta de sueño. Aunque no hablaba, su mirada lo decía todo: estaba aterrorizada, desesperada, pero también llena de impotencia.
In Guk abrió la puerta, su silueta alta llenando el umbral mientras los observaba. Bogum apenas alzó la cabeza, sabiendo que este sería su último día. No tenía fuerzas para luchar ni para gritar; lo único que quedaba era soportar hasta que su cuerpo cediera.
—Hoy es el día, Bogum —dijo In Guk, con una sonrisa fría que le recorrió el rostro—. Hoy todo acaba. Tú desapareces, y Yeji finalmente será libre... conmigo.
Yeji miró a In Guk con odio y miedo en sus ojos. Sabía que no podía hacer nada para detener lo que estaba por suceder, pero su cuerpo temblaba de ira al escuchar las palabras de In Guk. No podía soportar la idea de que Bogum sufriera más.
—¡Por favor! —gritó finalmente, su voz quebrada—. ¡No le hagas más daño, por favor! ¡Lo que sea que quieras, lo haré, pero detente!
In Guk la miró por un momento, fingiendo pensar en su súplica. Se acercó lentamente, su rostro mostrando una sonrisa retorcida mientras se inclinaba frente a ella.
—Oh, Yeji... —dijo suavemente, acariciando su mejilla con la yema de los dedos—. Esto no es solo por ti, esto es por mí. Necesito que entiendas, de una vez por todas, que nunca tendrás a nadie más. Solo a mí. Él... es una distracción, un problema que debo solucionar.
Yeji apartó el rostro, sus lágrimas cayendo por su rostro, incapaz de procesar el horror de lo que estaba por suceder. Sentía una mezcla de miedo y desesperación; no podía pensar en una forma de escapar de esta pesadilla.
Bogum, apenas consciente, intentó hablar, pero su voz era un murmullo bajo.
—No... le hagas caso, Yeji —logró decir con dificultad—. No dejes que te controle...
In Guk rió entre dientes, disfrutando de las últimas palabras de Bogum. Se enderezó y caminó hacia una mesa donde había dispuesto una serie de herramientas: cuchillos afilados, alicates, látigos y otros instrumentos de tortura. Todo estaba listo.
—Es hora de empezar —dijo In Guk, tomando el primer cuchillo mientras lo observaba con detenimiento, como si fuera un artesano evaluando sus herramientas antes de una obra maestra.
Yeji se estremeció al ver lo que él sostenía. Quiso apartar la mirada, pero no podía. Sabía que si lo hacía, se rendiría completamente, y aunque estaba atrapada, aún tenía la determinación de no dejar que In Guk la quebrara del todo.
In Guk comenzó lentamente, causando pequeñas heridas en el cuerpo de Bogum. Cada corte era meticuloso, hecho con precisión para prolongar el sufrimiento lo máximo posible. Bogum cerraba los ojos con cada nuevo golpe, su cuerpo ya demasiado debilitado para luchar. Aún así, no le daba a In Guk el placer de gritar.
Yeji, sentada en la esquina, lo observaba todo con el corazón en un puño. No podía moverse, no podía hacer nada más que ver cómo su amigo sufría. Quería cerrar los ojos, pero In Guk no se lo permitiría.
—Míralo, Yeji —dijo In Guk en un tono casi susurrante—. Míralo bien. Este es el final para él, y si no haces lo que te digo... podría ser el final para ti también.
El terror de sus palabras resonó en la mente de Yeji. Sabía que estaba cerca de romperse, de perderse completamente en la desesperación. Pero al mismo tiempo, algo dentro de ella comenzó a endurecerse. No podía dejar que In Guk ganara. No podía darle el control que tanto deseaba.
Las horas pasaron lentas, y la tortura de Bogum se intensificó. Cada vez que parecía que su cuerpo iba a ceder, In Guk lo traía de vuelta, disfrutando de cada segundo de sufrimiento. Pero al final del día, después de lo que pareció una eternidad, Bogum dejó escapar su último aliento.
In Guk observó su obra, satisfecho. Había ganado.
—Finalmente... —dijo con un tono triunfal, dejando caer el cuchillo al suelo—. Todo ha terminado.
Miró a Yeji, su nueva prisionera, que ahora parecía rota y sin esperanzas.
—Ahora, Yeji, es tu turno de aprender a obedecerme.
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PYSHOPATHIC FEAR | MIEDO PSICOPATA
FanfictionUna joven hermosa y decidida, Yeji, es acechada por In Guk, un hombre obsesivo y perturbado que manipula cada aspecto de su vida desde las sombras. Mientras ella intenta descubrir el origen de las extrañas coincidencias que la rodean, su mundo se os...