PYSHOPATHIC FEAR | MIEDO PSICOPATA

Reencuentro en el Abismo

El auto de In Guk avanzaba por la carretera oscura, con un Bogum inconsciente en el asiento trasero. La luna apenas iluminaba el camino que llevaba a la casa de campo, el mismo lugar donde Yeji ya estaba cautiva. A medida que se acercaba, la emoción retorcida en su pecho crecía. Este era el siguiente paso de su plan, y no podía esperar para ver cómo todo se desarrollaba.

Cuando llegó a la casa de campo, estacionó el auto cerca de la entrada, donde nadie podría verlo desde la carretera principal. El lugar estaba rodeado de árboles y arbustos, completamente apartado del mundo. Bajó del auto y se dirigió a la parte trasera para abrir la puerta, sacando el cuerpo aún inconsciente de Bogum. Lo arrastró hasta el interior de la casa con calma, asegurándose de que no dejara rastro.

Dentro de la casa, todo estaba silencioso, salvo por el leve sonido de la respiración de Yeji en la habitación de arriba. La había dejado atada, aún en estado de confusión y miedo tras su secuestro. In Guk, con su mente fría y calculadora, había decidido que ahora era el momento perfecto para aumentar la tensión. Subió por las escaleras cargando a Bogum y lo llevó hasta el mismo cuarto donde estaba Yeji.

Cuando abrió la puerta, encontró a Yeji sentada en el suelo, con los ojos cansados y el rostro lleno de confusión y miedo. Al ver a In Guk entrar con un hombre en sus brazos, sus ojos se agrandaron, reconociendo de inmediato a Bogum.

—¡Bogum! —exclamó Yeji, intentando levantarse, aunque las cuerdas que la ataban la mantenían en su lugar. Su voz era una mezcla de sorpresa y terror.

In Guk, con una sonrisa maliciosa en el rostro, dejó caer el cuerpo de Bogum frente a ella. Yeji intentó acercarse, pero sus ataduras no se lo permitían. El pánico comenzó a llenar sus ojos mientras miraba a su amigo, aún inconsciente, con una preocupación creciente.

—¿Qué le has hecho? —preguntó Yeji, la voz quebrada por el miedo. Sabía que In Guk era peligroso, pero jamás había imaginado que llevaría las cosas tan lejos.

—Tranquila, está vivo —respondió In Guk con un tono tranquilo, casi como si estuviera hablando de algo cotidiano. Se arrodilló junto a Bogum y lo observó por un momento, como si estuviera disfrutando el control absoluto que tenía sobre ambos. —No tenía intención de lastimarlo... aún.

Yeji lo miraba horrorizada, incapaz de comprender cómo alguien podía ser tan frío. Había conocido a Bogum por años, y aunque su relación no había sido amorosa, él siempre había estado ahí para ella, siendo un amigo cercano y protector. Ahora, verlo en este estado era desgarrador.

—¿Por qué haces esto? —preguntó ella con la voz entrecortada. Sentía que su corazón se rompía al ver la situación en la que estaban ambos.

In Guk se levantó y caminó lentamente hacia ella, sus ojos fijos en los de Yeji. Se inclinó hasta que sus rostros quedaron a pocos centímetros.

—Todo esto es para proteger lo que es mío —respondió, su voz baja y peligrosa. —Él estaba demasiado cerca de ti. No podía permitirlo.

Yeji apartó la mirada, sintiendo que el miedo se apoderaba de ella. No entendía cómo había llegado a este punto, cómo alguien que apenas conocía la había arrastrado a una pesadilla tan oscura. No podía dejar de pensar en cómo escapar, en cómo salvar a Bogum de este destino.

Mientras In Guk la observaba con esa sonrisa retorcida, se giró hacia Bogum una vez más. Sabía que eventualmente se despertaría, y entonces tendría que lidiar con la realidad de su situación. Pero por ahora, él tenía el control absoluto. Nadie más podría interponerse entre él y Yeji.

—Nos quedaremos aquí por un tiempo —dijo finalmente, dirigiéndose a ambos, aunque solo Yeji podía escucharlo. —

Aquí, donde nadie podrá encontrarnos.