La Duda

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El día siguiente amaneció radiante, y Yeji se sintió con energía mientras se preparaba para su jornada. La charla con In Guk aún resonaba en su mente, y aunque había algo que la inquietaba, decidió dejarlo de lado y centrarse en su trabajo.

Al llegar a la cafetería, el aroma a café recién hecho la envolvió, dándole la bienvenida a su rutina diaria. Saludó a los clientes con una sonrisa, y aunque disfrutaba de cada momento, había una sombra de preocupación que la seguía.

Mientras tanto, In Guk se encontraba en casa, todavía absorbido por la emoción de haber visto a Yeji la noche anterior. Sin embargo, su mente se debatía entre el deleite y la culpa. Sabía que había cruzado límites, pero no podía evitarlo. La idea de perder el control sobre su obsesión le causaba ansiedad.

—Quizás solo debería dejarlo pasar —pensó, intentando convencerse. Pero cuando la imagen de Yeji riendo apareció en su mente, la necesidad de saber más sobre ella se volvió incontrolable.

A medida que avanzaba el día, In Guk decidió hacer una visita a la cafetería. Tenía que ver a Yeji, aunque solo fuera para sentir que estaba más cerca de ella. A su llegada, se sintió un poco nervioso, pero la emoción le dio el valor necesario para entrar.

Cuando Yeji lo vio, su corazón dio un vuelco.

—¡Hola, In Guk! —saludó, sintiéndose emocionada de verlo nuevamente. Había algo en su mirada que la intrigaba, aunque no podía definir exactamente qué.

—Hola, Yeji. Vine a tomar un café y, por supuesto, a ver cómo te va —respondió él, tratando de parecer casual.

Mientras ella le preparaba la bebida, In Guk no podía evitar admirar su energía y pasión. Pero al mismo tiempo, una parte de él comenzaba a cuestionar sus acciones. ¿Estaba realmente bien acercarse a ella de esta manera? La línea entre lo que sentía y lo que estaba haciendo se desdibujaba cada vez más.

—¿Te gustaría salir a caminar después de tu turno? —sugirió de repente, sintiendo que cada palabra lo acercaba más a lo que deseaba.

Yeji lo miró, sorprendida pero emocionada.

—Claro, eso suena divertido. Me encantaría —respondió, sin saber que, detrás de esa invitación, había un mundo oscuro y complicado.

Mientras hablaban y reían, la tensión entre ellos crecía. In Guk se sentía cada vez más atrapado en su propio juego, pero al mismo tiempo, no podía resistir la atracción que sentía por Yeji. Era un tira y afloja constante entre el deseo y el control, entre la admiración y la obsesión.

Después de unas horas, el turno de Yeji llegó a su fin. Salieron juntos de la cafetería, y mientras caminaban por la calle, In Guk decidió aprovechar el momento.

—Te he estado observando un tiempo, Yeji. Eres alguien realmente especial —dijo, su voz más seria de lo que pretendía.

Yeji lo miró, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda, pero también una extraña calidez en el pecho.

—Gracias, eso significa mucho. A veces me siento un poco fuera de lugar —respondió, sintiéndose vulnerable al abrirse un poco más.

In Guk se sintió emocionado. Esa vulnerabilidad era lo que deseaba ver, pero al mismo tiempo, la culpa comenzó a apoderarse de él nuevamente. ¿Qué estaba haciendo? ¿Era correcto aprovecharse de su confianza?

A medida que avanzaban, la conexión entre ellos se hacía más profunda, pero también más peligrosa. In Guk sabía que estaba jugando un juego que podría tener consecuencias devastadoras. Sin embargo, la atracción hacia Yeji lo cegaba, y no podía resistir la oportunidad de acercarse más a ella.

La noche caía lentamente sobre la ciudad, y con cada paso que daban, la tensión se palpaba en el aire. In Guk estaba atrapado en un dilema: seguir adelante con su obsesión o arriesgarse a perder la oportunidad de conocer a la verdadera Yeji. Mientras tanto, ella seguía sin saber que su vida estaba a punto de dar un giro inesperado.

PYSHOPATHIC FEAR | MIEDO PSICOPATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora