La Devolución

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El sol se alzaba en el horizonte, llenando el cielo de un brillante azul mientras Yeji se preparaba para su día. Con el corazón un poco inquieto, decidió que debía ir a la tienda de conveniencia para ver si podía encontrar a In Guk y recuperar su celular. Mientras tanto, él, en cambio, tenía otros planes en mente.

In Guk se despertó con una sonrisa maliciosa. Hoy sería el día en que devolvería el celular de Yeji, pero no lo haría sin un poco de diversión. Se vistió con cuidado, asegurándose de que su apariencia fuera impecable. No quería parecer demasiado ansioso; debía proyectar una calma casual. Salió de casa, sintiendo la emoción correr por sus venas.

Al llegar a la tienda de conveniencia, su corazón latía con fuerza. La campanita sonó al abrir la puerta, y su mirada se deslizó por el interior en busca de Yeji. A lo lejos, la vio, su cabello brillando bajo la luz fluorescente mientras revisaba los estantes.

—Perfecto —pensó, acercándose con paso decidido.

Yeji estaba absorta en su búsqueda cuando sintió que alguien se acercaba. Al voltear, su rostro se iluminó al ver a In Guk.

—¡Hola! —saludó con una sonrisa un poco nerviosa—. ¿Eres tú el chico de ayer?

—Sí, soy yo —respondió él, tratando de ocultar su emoción. Sacó el celular de su bolsillo—. Me encontré con esto. Lo olvidaste en la tienda.

Yeji sintió un alivio inmediato y una chispa de gratitud.

—¡Oh, gracias! No sabía qué había sido de él —dijo, extendiendo la mano para recibirlo—. ¡Casi me vuelvo loca buscándolo!

In Guk le entregó el celular, observando cada pequeño gesto de ella.

—No es nada. Me alegra que lo hayas encontrado —respondió, tratando de sonar despreocupado, pero su voz tenía un matiz de emoción que no pudo ocultar.

Mientras Yeji revisaba su celular, él se permitió un momento para estudiarla, notando los detalles que lo fascinaban: la forma en que sus ojos brillaban cuando sonreía, cómo su risa era contagiosa. Era un espectáculo que no se cansaba de observar.

—¿Te gustaría un café? —sugirió él de repente, buscando la manera de alargar el encuentro.

Yeji dudó un momento, pero su curiosidad sobre él la llevó a aceptar.

—Claro, ¿por qué no?

Ambos se dirigieron a una pequeña mesa dentro de la tienda, donde comenzaron a charlar. La conversación fluía con naturalidad, aunque In Guk siempre tenía un pequeño hilo de tensión en su interior, recordando su verdadera intención.

—¿Qué haces normalmente después de trabajar en la cafetería? —preguntó él, tratando de parecer interesado.

—Generalmente, paso tiempo con mis amigos o me pongo al día con series. Me encanta ver comedias románticas, aunque a veces me gustan los thrillers —respondió Yeji, sonriendo al recordar algunas de sus favoritas.

In Guk se sintió intrigado. A medida que hablaban, se dio cuenta de que disfrutaba escucharla. Era como si cada palabra que decía estuviera grabada en su mente, alimentando su obsesión.

—A mí también me gusta el cine —dijo él, manteniendo la fachada—. Tal vez podríamos ver una película juntos algún día.

Yeji lo miró, sorprendida pero divertida.

—Eso suena genial, pero primero tengo que averiguar dónde está el mejor lugar para ver películas.

—Déjame recomendarte algunos. Conozco varios lugares —dijo In Guk, sintiendo que la conversación estaba yendo en la dirección correcta.

Mientras intercambiaban sonrisas y risas, In Guk no podía dejar de pensar en el control que tenía ahora. Con cada palabra que Yeji decía, se sentía más cerca de ella, pero también más atrapado en su propia obsesión.

La tensión en el aire se volvía palpable, y aunque Yeji se sentía cómoda, había algo en la mirada de In Guk que le provocaba un ligero escalofrío. Sin embargo, su curiosidad sobre él la empujaba a ignorar ese instinto.

Así, el juego continuaba. La línea entre la amistad y la obsesión se difuminaba, y cada momento juntos era un paso más hacia lo desconocido.

PYSHOPATHIC FEAR | MIEDO PSICOPATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora