La Proximidad Silenciosa

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In Guk había tomado una decisión que le resultaba casi intolerable: dejar a Yeji tranquila por un tiempo. Sabía que forzar las cosas podría asustarla, y no podía permitirse perder el control de la situación. Su obsesión por ella se había vuelto tan profunda que cualquier error podría arruinar lo que había construido. Observando en silencio, decidió jugar el juego a largo plazo, dejar que las cosas fluyeran, pero siempre manteniendo un ojo sobre ella, invisible, presente.

Por otro lado, Park Bo Gum aprovechaba el espacio que In Guk, sin saberlo, le estaba otorgando. Desde la salida casual que tuvieron después de su turno, Bo Gum había comenzado a pasar más tiempo en la cafetería, buscando cualquier oportunidad para acercarse a Yeji. No solo era amable y divertido, sino que había algo en su tranquilidad que le ofrecía a ella una sensación de paz que no sabía que necesitaba.

Unos días después de aquella primera salida, Bo Gum se presentó nuevamente en la cafetería, esta vez con un pequeño ramo de flores. No eran rosas, ni nada demasiado ostentoso; solo unas margaritas que parecían escogidas cuidadosamente por alguien que valoraba los pequeños detalles.

—Hola, Yeji —saludó Bo Gum con su habitual sonrisa cálida—. Pensé en traerte algo hoy. Espero que te gusten.

Yeji lo miró con una mezcla de sorpresa y alegría. Las flores eran simples, pero su gesto era sincero, algo que hacía tiempo no experimentaba de esa manera.

—¡Son preciosas, Bo Gum! —respondió, tomando el ramo—. No tenías que hacerlo.

—Quería agradecerte por tu compañía. Estos días han sido más agradables de lo que esperaba —dijo él con un brillo genuino en sus ojos.

Yeji sonrió mientras colocaba las flores en un vaso improvisado detrás del mostrador. A medida que pasaban los días, empezaba a disfrutar más de las visitas de Bo Gum. Había algo en su presencia que le daba una sensación de normalidad, algo que a veces sentía que estaba perdiendo desde que había conocido a In Guk. Con Bo Gum, todo parecía fácil, sin secretos ni emociones intensas que la descolocaran.

Entre cafés y conversaciones triviales, Bo Gum fue construyendo lentamente una relación con Yeji. Se convirtieron en algo más que conocidos de la cafetería. Ahora, compartían pequeños momentos fuera de su rutina diaria. Una tarde, después de su turno, Bo Gum la invitó a caminar por un parque cercano. El aire fresco, el murmullo de la ciudad, y el suave crujir de las hojas bajo sus pies les ofrecían un respiro del mundo.

—Siempre me ha gustado este lugar. Es tranquilo, pero está lleno de vida —comentó Bo Gum, observando los árboles que los rodeaban.

—Es bonito —respondió Yeji, mirando alrededor—. Me gusta la calma que se siente aquí.

La conversación entre ellos fluía naturalmente, como si se conocieran desde hace mucho tiempo. Bo Gum la hacía reír, y Yeji comenzaba a darse cuenta de que disfrutaba su compañía más de lo que había anticipado. Era fácil estar con él. No había prisas ni expectativas, solo momentos compartidos.

Mientras caminaban, Bo Gum se detuvo un momento y miró a Yeji con una expresión seria, aunque tranquila.

—Yeji, me gustaría seguir conociéndote más. Siento que cada vez que hablamos, descubro algo nuevo en ti que me encanta —dijo con sinceridad—. Me gustaría saber si tú sientes lo mismo.

Yeji lo miró sorprendida. Aunque había sentido que algo estaba creciendo entre ellos, no había imaginado que Bo Gum lo expresaría de manera tan directa. Se quedó en silencio por un momento, procesando lo que acababa de escuchar.

—Bo Gum, eres increíble. Me haces sentir muy bien cuando estoy contigo... —dijo finalmente—. Pero no sé si estoy lista para algo más ahora. Mi vida ha sido un poco complicada últimamente, y no quiero apresurarme.

Bo Gum asintió, comprensivo, sin presionarla.

—No te preocupes, Yeji. Solo quería ser honesto contigo. No importa cuánto tiempo tome. Lo que más quiero es que te sientas cómoda.

Mientras esas palabras quedaban en el aire, In Guk observaba desde la distancia. Había sido difícil para él no intervenir en esos momentos. A pesar de haberse prometido a sí mismo darle tiempo a Yeji, no podía dejar de seguir sus movimientos, sus encuentros con Bo Gum, las risas que compartían. Cada vez que veía cómo se acercaban más, sentía una punzada en el pecho. Los celos lo corroían por dentro, pero sabía que tenía que contenerse.

Sin embargo, en la noche, cuando estaba solo en su habitación, su frustración crecía. In Guk encendía la pantalla de su computadora y abría la aplicación que le permitía seguir cada movimiento de Yeji a través de su celular. La veía, revisaba sus mensajes, sus llamadas, incluso escuchaba las conversaciones que tenía con Bo Gum cuando estaban cerca. 

Era un juego enfermizo que lo mantenía al borde del colapso.

—No dejaré que se me escape —murmuraba para sí mismo, apretando los puños—. Bo Gum no la conocerá como yo lo hago. Nadie la conocerá mejor que yo.

A pesar de sus palabras, In Guk sabía que estaba perdiendo el control, y eso lo enfurecía. Bo Gum, con su calma y su amabilidad, estaba ganándose un lugar en el corazón de Yeji, un lugar que In Guk sentía que le pertenecía.

La red que había tejido alrededor de Yeji empezaba a tambalearse, y aunque intentaba mantener la calma, sabía que en algún momento tendría que actuar. No podía permitir que alguien más se interpusiera en su camino.

Mientras tanto, Yeji seguía disfrutando de la compañía de Bo Gum, ajena al peligro que se cernía sobre ella.

PYSHOPATHIC FEAR | MIEDO PSICOPATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora