Capitulo 19- El último día del campamento

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El sol apenas asomaba por el horizonte cuando Walter se despertó en su tienda de campaña. Los primeros rayos de luz se filtraban a través del fino tejido de la tienda, iluminando el espacio. Walter se estiró lentamente, sintiendo un ligero cosquilleo en su cuerpo. Al mirar su piel, notó las marcas de mordiscos y rasguños en su cuello, pecho y brazos, todas recordatorios de la "amistad" intensa que compartía con Elizabeth.

Walter:
—Elizabeth siempre tiene formas únicas de demostrar que somos buenos amigos.—Sonrio—

Se levantó con cuidado, notando lo desnudo que estaba. Se sonrojó un poco, recordando las escenas de la noche anterior, aunque su inocencia no le permitía entender del todo el significado de aquellos momentos. Se vistió rápidamente antes de salir de la tienda.

Fuera, el campamento ya estaba despertando. El último día siempre traía una mezcla de emociones, y Walter estaba feliz de haber compartido esos días con Elizabeth, a quien consideraba su mejor amiga, aunque sus "marcas" eran más visibles ahora.

Mientras el campamento se preparaba para empacar y partir, un incidente inesperado sucedió. Valeria, la chica más popular del campamento, resbaló mientras recogía sus cosas, torciéndose el tobillo en una mala caída. Se quejaba del dolor mientras otros chicos intentaban ayudarla sin saber exactamente qué hacer.

Walter:
—¡Valeria! ¿Estás bien?—Corriendo hacia Valeria con preocupación—

Valeria:
—Creo que me torcí el tobillo... no puedo caminar bien.—Dijo con una muñeca de dolor—

Walter, siendo tan amable y servicial como siempre, no dudó en ofrecerse a ayudarla. Se agachó junto a ella, levantándola con cuidado mientras le sonreía para intentar tranquilizarla.

Walter:
—No te preocupes, te ayudaré a llegar al autobús.

Valeria sonrió agradecida, aunque también aprovechó la oportunidad de estar cerca de él. Mientras caminaban, Valeria se apoyaba completamente en Walter, y él, sin malicia alguna, la guiaba con una dulzura que no pasó desapercibida.

Desde la distancia, Elizabeth observaba la escena con una creciente irritación. Sus manos se apretaban en puños mientras veía cómo Valeria se apoyaba en Walter, aprovechando su amabilidad. Elizabeth sabía que no podía hacer nada en ese momento, no con los profesores y otros compañeros cerca. No podía mostrar abiertamente su posesividad sin levantar sospechas, pero dentro de ella, los celos ardían.

Elizabeth:
—Maldita sea, siempre tienen que acercarse a él. ¿Por qué tiene que ser tan amable con todas?—Murmuro para ella misma—

Cada paso que Valeria daba con ayuda de Walter, Elizabeth sentía como si la distancia entre ella y él aumentara. Sabía que no podía intervenir, pero tampoco podía soportar ver a otra chica tan cerca de su "propiedad". Decidió mantener la calma por ahora, guardando su frustración para un momento más privado.

El tiempo pasó, y pronto todos estaban subiendo al autobús que los llevaría de regreso a la ciudad. Walter, fiel a su naturaleza, seguía ayudando a Valeria, asegurándose de que estuviera cómoda. Cuando subieron al autobús, Valeria, con una sonrisa que sugería algo más, se sentó junto a Walter.

Valeria:
—Gracias por ayudarme, Walter. Eres el chico más dulce que he conocido.—Sonriendo coquetamente mientras se acomodaba—

Walter, siempre inocente, simplemente sonrió de vuelta, feliz de haber sido útil.

Walter:
—¡No fue nada, Valeria! Me alegra poder ayudarte.

Sin embargo, Elizabeth se sentó justo detrás de ellos, sus ojos fijos en la escena con un fuego de celos que apenas podía contener. Ver a Valeria tan cerca de Walter, riendo y charlando, hacía que cada fibra de su ser quisiera interrumpir. Pero sabía que no podía ser obvia, así que, en lugar de eso, optó por escuchar con atención y vigilar cada movimiento.

A lo largo del viaje, Valeria aprovechó cada oportunidad para inclinarse hacia Walter, tocando su brazo de manera sutil o apoyando su cabeza en su hombro. Walter, en su inocencia, no veía nada extraño en ello, creyendo que Valeria simplemente estaba cansada o agradecida por la ayuda.

Walter:
—¿Te sientes mejor ahora, Valeria?

Valeria:
—Mucho mejor, gracias a ti.—Dijo mirándolo con dulzura—

Detrás de ellos, Elizabeth se movía inquieta, sintiendo cómo los celos la consumían lentamente. Sin embargo, se mantenía en silencio, observando, planeando cómo recuperar el control una vez que tuvieran algo de privacidad.

El autobús finalmente llegó a la ciudad, y todos comenzaron a bajar con sus mochilas y pertenencias. Valeria, aún con su tobillo lastimado, seguía apoyándose en Walter, quien no dudaba en ayudarla hasta el final. Elizabeth, por otro lado, caminaba detrás de ellos, con los puños apretados, pero manteniendo una expresión neutral frente a los demás.

Valeria:
—Gracias por todo, Walter. De verdad no sé qué hubiera hecho sin ti.—Le dijo con una sonrisa—

Walter:
—¡Me alegra haber podido ayudar, Valeria! Espero que te recuperes pronto.

Antes de despedirse, Valeria le dio un suave beso en la mejilla a Walter, lo que hizo que Elizabeth diera un paso adelante, pero se detuvo cuando vio que no era nada más. Aún así, su sangre hervía por dentro.

Elizabeth:
—Estúpida.—Murmuro para ella misma mientras miraba a Valeria irse con desdén—

Cuando Valeria se alejó, Elizabeth se acercó a Walter. Ahora que estaban solos, pudo permitirse ser un poco más directa.

Elizabeth:
—Bueno, supongo que ya nos vamos. Antes de que te vayas, Walter...—Dijo con una sonrisa enigmática—

Sin previo aviso, Elizabeth tomó a Walter de la mano y lo acercó hacia ella, dándole un beso en los labios. No fue un beso apasionado, sino uno que ella describía como un simple gesto de "amistad", pero el calor y la intensidad del contacto dejaban claro que había más en juego.

Elizabeth:
—Ya sabes, es lo que hacen los amigos, ¿no?—Sonrió con algo de dulzura—

Walter, con una sonrisa sincera, asintió sin comprender del todo lo que había sucedido.

Walter:
—Sí, claro, ¡es algo de amigos!—Dijo mientras se reía un poco—

Elizabeth se alejó satisfecha, dejando a Walter un tanto confundido, pero feliz por la despedida.

Esa noche, Walter llegó a su casa, cansado pero contento. Después de una semana de campamento, finalmente estaba de vuelta en su propia cama. Sus tres gatitos, siempre traviesos, corrían sobre su colcha, jugando entre ellos mientras Walter los miraba con una sonrisa.

Se recostó, dejando que los recuerdos del campamento lo envolvieran. Aunque no comprendía del todo las dinámicas de sus "amistades" con Elizabeth o Valeria, estaba feliz. El campamento había sido una experiencia inolvidable para él, y lo que más valoraba era haberlo compartido con Elizabeth, su mejor amiga.

Walter:
—Qué gran semana... ¡No puedo esperar a la próxima aventura!—Sonriendo para sí mismo mientras acariciaba a sus gatitos—

Con esa idea en mente, cerró los ojos, su sonrisa aún presente, mientras los suaves ronroneos de sus gatitos lo acompañaban al sueño.

Entre sombras y cicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora