El primer día de regreso a la escuela, Walter y Elizabeth llegaron caminando juntos. Todo el mundo los observaba; no era raro que las miradas se fijaran en Elizabeth, la chica gótica que siempre había intimidado a todos con su actitud fría y distante. Pero ahora había algo diferente en ella: aunque seguía siendo la misma Elizabeth dura, una nueva faceta más abierta y cálida se mostraba cuando estaba al lado de Walter.
Walter, por su parte, seguía siendo el chico positivo y alegre que todos conocían, pero ahora había un toque de frialdad en su mirada cuando era necesario. Había aprendido a ponerse firme, a no ser tan fácilmente manipulado, y cuando era necesario, podía ser tan dominante como lo había sido Elizabeth en sus momentos más posesivos. Sin embargo, su sonrisa seguía presente, iluminando su rostro cada vez que miraba a Elizabeth.
Walter:
—¿Lista para enfrentar otro día juntos?—Sonriendo mientras le agarra la mano a Elizabeth—Elizabeth:
—Siempre. Y más ahora que estoy completamente recuperada.—Sonriendo enigmáticamente—Ambos caminaron por los pasillos de la escuela, captando miradas de sorpresa y admiración. Su relación ahora era algo público, y los rumores sobre lo bien que se complementaban habían empezado a circular. Parecían una pareja perfecta: un equilibrio entre la oscuridad de Elizabeth y la luz de Walter, pero también entre la frialdad y el calor, la dureza y la suavidad, lo dominante y lo sumiso.
Durante los días en la escuela, sus amigos y compañeros notaban cómo la dinámica entre ellos había cambiado. Walter seguía siendo amable, pero ahora, cuando era necesario, se mostraba firme. Por otro lado, Elizabeth mantenía su actitud gótica y distante, pero no dudaba en mostrar su lado más alegre cuando estaba con Walter.
Uno de los momentos más destacados fue cuando un grupo de chicos intentó acercarse a Elizabeth, claramente impresionados por su belleza y su actitud. Walter, que solía evitar los conflictos, simplemente se acercó a ellos con una calma que sorprendió a todos.
Walter:
—Creo que ella ya tiene compañía.—Dijo sonriendo tranquilo pero firme—Los chicos retrocedieron de inmediato, notando el cambio en Walter. Elizabeth, por su parte, observaba la escena con una leve sonrisa en los labios, sintiéndose orgullosa de cómo Walter había crecido.
Elizabeth:
—Siempre supe que tenías ese lado en ti.—Susurro a su oido—Pero cuando estaban a solas, la dinámica cambiaba. En su hogar, la relación entre ambos se volvía una danza de pasión y poder, donde ambos compartían roles de dominancia y sumisión, equilibrando sus deseos y emociones de una manera que los hacía sentirse más conectados que nunca.
Un fin de semana, Walter y Elizabeth decidieron tener una cita en el parque cercano a su casa. Caminaron juntos, con los gatitos en su mochila especial para mascotas. Max, Núbe y Luna observaban curiosamente desde la mochila mientras ellos disfrutaban del aire fresco.
Walter:
—Este lugar siempre me ha dado paz. Me encanta compartirlo contigo.—Mirando los arboles—Elizabeth:
—No suelo disfrutar de los lugares llenos de gente, pero cuando estoy contigo, todo se siente diferente.—Mirandolo a él con una sonrisa—Mientras caminaban, Valeria, la chica popular que siempre había intentado interponerse entre ellos, apareció en la distancia. Walter notó la expresión en el rostro de Elizabeth y cómo sus ojos se endurecieron. A pesar de que había crecido emocionalmente, Elizabeth seguía siendo extremadamente protectora con lo que consideraba suyo, y Walter lo sabía.
Elizabeth:
—¿Otra vez ella?—Apretando suavemente la mano de Walter—Walter:
—No te preocupes. Ella no significa nada para mí.—Dijo con calma—Valeria, al verlos, se acercó con una sonrisa provocadora, intentando captar la atención de Walter, pero él se mantuvo firme, manteniendo su mirada en Elizabeth. No había necesidad de palabras. Elizabeth y Walter estaban en sintonía, y ese simple gesto fue suficiente para que Valeria entendiera que no tenía ninguna oportunidad.
Valeria:
—Parece que no me interesa hablar con personas cegadas por el amor.Elizabeth, en lugar de reaccionar con ira, sonrió con frialdad.
Elizabeth:
—Él no está cegado. Sabe exactamente lo que quiere, y yo soy lo que él quiere.Valeria se marchó, y Walter se volvió hacia Elizabeth, envolviéndola en un abrazo.
Walter:
—Eres todo lo que necesito.Elizabeth:
—Y tú eres todo lo que quiero.De vuelta en casa, la vida con Max, Núbe y Luna era más caótica y divertida que nunca. Los gatitos corrían de un lado a otro, persiguiendo juguetes y saltando por los muebles. Walter y Elizabeth los observaban mientras tomaban té en el sofá, sintiéndose como los orgullosos padres de tres adorables y traviesos hijos.
Walter:
—Ese gato nunca se cansa. ¿De dónde saca tanta energía?—Riendo al ver a Max intentar trepar por la cortina—Elizabeth:
—Es porque está rodeado de amor. Así como nosotros.—Mirando con ternura a Núbe, que dormía sobre su regazo—Cuando la noche caía, el ambiente se volvía más íntimo. Elizabeth, aunque había aprendido a ser más abierta y cariñosa, seguía marcando a Walter como suyo de vez en cuando. Sin embargo, ahora era un acto que ambos disfrutaban, un recordatorio del amor intenso que compartían.
Walter:
—A veces no puedo creer lo lejos que hemos llegado.—Acariciando suavemente el cuello de Elizabeth, donde había dejado una marca de amor la noche anterior—Elizabeth:
—Lo hemos logrado juntos. Ambos aprendimos del otro.—Sonriendo satisfecha—La relación entre ellos había evolucionado, convirtiéndose en un equilibrio perfecto. A veces, Elizabeth tomaba el control, dominando la situación con su confianza, mientras que en otras ocasiones, era Walter quien lideraba, mostrando su lado más firme y protector. Era una danza constante entre dos personas que se amaban profundamente y que habían encontrado un terreno común, donde ambos podían ser ellos mismos sin miedo ni inseguridades.
Y mientras sus tres gatitos se acurrucaban junto a ellos, dormidos y en paz, Walter y Elizabeth supieron que su vida juntos era, en todos los aspectos, exactamente lo que habían deseado. Una mezcla de pasión, amor, y equilibrio que los unía cada vez más.
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Entre sombras y cicatrices
RandomWalter es un joven de 19 años que, a pesar de su trágico pasado, mantiene una sonrisa brillante y una actitud optimista. Vive solo en una pequeña casa heredada tras un misterioso accidente que le arrebató a su familia. Con una vida tranquila y sin e...