Los días transcurrieron en una calma que tanto Elizabeth como Walter habían comenzado a apreciar. Su relación había madurado, y la comprensión mutua crecía con cada conversación, cada gesto compartido. Walter sentía que, por primera vez, alguien lo valoraba y lo aceptaba completamente, y Elizabeth descubría una paz que antes le parecía inalcanzable.
La conexión entre ellos se fortaleció al punto de que parecían comprenderse sin necesidad de palabras. Una noche, mientras estaban en el sofá, rodeados de los gatitos que se acurrucaban a su alrededor, Elizabeth miró a Walter con una ternura que pocas veces permitía mostrar.
Elizabeth (mirándolo con una sonrisa):
—No sé cómo lo haces, pero logras que cada día se sienta un poco mejor.Walter (tomando su mano):
—Creo que es porque, por fin, estamos donde siempre debimos estar.Las palabras de Walter hicieron que Elizabeth sintiera una calidez que no había experimentado antes. Cada vez era más consciente de cuánto le importaba y lo especial que se había vuelto en su vida. Durante esos días, ella le cocinaba sus platillos favoritos, él se aseguraba de que ella no pasara demasiado tiempo preocupada, y ambos se apoyaban en todo, desde las tareas más simples hasta los momentos más difíciles.
Walter decidió sorprenderla una tarde con una visita a una galería de arte local, sabiendo que a Elizabeth siempre le había gustado la expresión artística en todas sus formas. Al entrar, ambos se sintieron absorbidos por los colores y las historias que los cuadros parecían contar. Era un momento especial para los dos, y Elizabeth se sentía aún más segura de que Walter era quien más la entendía.
Sin embargo, mientras paseaban por la galería, Elizabeth sintió que alguien la observaba desde lejos. Al darse la vuelta, vio una figura familiar: era Samuel, su exnovio. Él caminó hacia ella con una sonrisa enigmática, como si los años no hubieran pasado.
Samuel (con una voz suave):
—Elizabeth... nunca pensé que volveríamos a encontrarnos.Walter sintió que una tensión extraña se formaba en el ambiente. Observó a Samuel y luego miró a Elizabeth, tratando de leer en su rostro cómo se sentía. Elizabeth, por su parte, parecía desconcertada. Aunque su relación con Samuel había terminado hacía tiempo, había sido una conexión importante en su vida, y verlo de nuevo despertaba recuerdos complicados.
Elizabeth (tensa, intentando sonar firme):
—Samuel, este no es un buen momento.Samuel (ignorando la frialdad de su tono):
—Solo quería saludar y ver cómo estabas. Es curioso, no pensé que estarías con alguien como él.Walter sintió el peso de las palabras de Samuel, aunque trató de no mostrar su incomodidad. Sin embargo, la insinuación de que no era digno de Elizabeth caló profundamente en él. Samuel era alto, seguro, y había tenido un pasado importante con Elizabeth, lo cual le provocaba inseguridad.
Walter (tratando de sonar amable):
—Es un placer conocerte, Samuel.Samuel (con una leve sonrisa):
—Igualmente. Espero que sepas lo que tienes aquí. Elizabeth merece mucho.Con esas palabras, Samuel se despidió y se marchó, dejando a Walter y a Elizabeth en un silencio incómodo. Ambos sabían que ese breve encuentro había removido viejas emociones y sembrado nuevas dudas.
Esa noche, el ambiente entre ellos era tenso. Elizabeth intentó actuar como si nada hubiera pasado, pero notaba la seriedad en el rostro de Walter. Él no quería parecer inseguro ni debilitar la conexión que tenían, pero el encuentro lo había hecho cuestionarse si realmente era suficiente para Elizabeth.
Walter (rompiendo el silencio):
—Elizabeth… ¿tú todavía sientes algo por Samuel?Elizabeth, sorprendida, se dio cuenta de que el encuentro había afectado a Walter más de lo que pensaba. Se sentó a su lado y tomó su mano con suavidad.
Elizabeth:
—No, Walter. Lo que tuve con Samuel ya quedó en el pasado. Pero... supongo que ver a alguien de mi vida pasada fue inesperado, y me hizo recordar algunas cosas.Walter (mirando hacia abajo, inseguro):
—Es solo que... él parecía tan seguro, tan confiado. Me hizo sentir que quizá tú también esperabas algo diferente.Elizabeth lo miró con comprensión y sintió una punzada de culpa. No quería que Walter se sintiera así, y mucho menos que dudara de lo que habían construido juntos.
Elizabeth (acercándose, mirándolo fijamente a los ojos):
—Walter, no necesito a nadie más. He cambiado desde que te conocí, y lo que comparto contigo es único. Samuel es solo alguien del pasado, pero tú eres mi presente, y quiero que seas mi futuro.Walter sonrió, pero una pequeña duda aún permanecía en su mente. Sabía que el amor de Elizabeth era real, pero temía no estar a la altura de lo que ella merecía.
Elizabeth (con firmeza, abrazándolo):
—No quiero que dudes de ti, Walter. Eres más de lo que pude haber imaginado, y no permitiré que nadie nos haga sentir de otra manera.Ambos se abrazaron con fuerza, tratando de reafirmarse mutuamente en esa conexión que habían forjado. Sin embargo, el encuentro con Samuel había dejado una sombra de inseguridad que ninguno de los dos podía negar del todo. Sabían que, a partir de ahora, tendrían que enfrentarse no solo a sus propios sentimientos, sino también a la posibilidad de que su relación fuese puesta a prueba por el pasado.
Mientras la noche avanzaba, Walter y Elizabeth decidieron no hablar más de Samuel, pero ambos sabían que el camino que les quedaba por delante no sería fácil. A pesar de sus promesas y del amor que se tenían, el pasado de Elizabeth y las inseguridades de Walter serían un desafío que tendrían que superar juntos.

ESTÁS LEYENDO
Entre sombras y cicatrices
RandomWalter es un joven de 19 años que, a pesar de su trágico pasado, mantiene una sonrisa brillante y una actitud optimista. Vive solo en una pequeña casa heredada tras un misterioso accidente que le arrebató a su familia. Con una vida tranquila y sin e...