El sol entró por la ventana, llenando la habitación de Walter con una luz suave y dorada. Se despertó con el sonido de los gatitos jugando entre sí, correteando por la caja que había improvisado para ellos. Sonrió al verlos; era un nuevo día, lleno de promesas y la inocencia de sus nuevos amigos.
Walter se levantó de la cama y se preparó para el día. Tras un desayuno rápido, se dirigió a la caja donde los gatitos estaban jugando, sintiendo un ligero cosquilleo de alegría al pensar en ellos.
Walter:
-Hoy será un buen día, chicos. Pero no puedo llevarlos a la escuela. Tendré que dejarles comida y asegurarme de que estén cómodos.-Dijo acariciando a uno de los gatitos-Con cuidado, preparó un tazón con comida y agua, asegurándose de que tuvieran suficiente para el día. Antes de salir, se agachó junto a ellos.
Walter:
-Prometo que estaré de regreso pronto. Cuídense.-Sonrio-Con una última mirada a sus nuevos amigos, Walter cerró la puerta y salió de su apartamento, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo al pensar en lo que le esperaba en la escuela.
Al llegar a la escuela, el ambiente era el mismo de siempre: el bullicio de los estudiantes, las risas, y el ruido incesante de los pasillos. Walter trató de concentrarse en las cosas buenas, pero su mente inevitablemente se desvió hacia Elizabeth. Sabía que, sin importar cuán bien le fuera, ella estaría allí, acechante y dominante.
El primer recreo llegó rápidamente, y Walter se dirigió a un rincón del patio, lejos de la multitud. Su objetivo era encontrar un lugar tranquilo para disfrutar del aire fresco y descansar un poco. Pero, como era de esperar, Elizabeth lo encontró antes de que pudiera acomodarse.
Elizabeth:
-Mira quién decidió esconderse. ¿Creías que podrías evitarme, Walter?-Sonrio con desdén, cruzando los brazos-Walter levantó la mirada, sintiendo que su estómago se retorcía un poco. Sabía que Elizabeth tenía una forma especial de hacer que incluso los momentos más simples se convirtieran en una batalla de voluntades.
Walter:
-No, solo... solo quería un poco de paz.-Con una sonrisa nerviosa-Elizabeth:
-¿Paz? ¿Y qué es eso, Walter? ¿Nunca has pensado que a veces es mejor un poco de caos? Especialmente cuando tienes a un montón de gatos que cuidar.-Dijo con tono burlón mientras se acercaba-Walter la miró, tratando de recordar que sus palabras estaban llenas de provocación y que no debía dejarse llevar. Sin embargo, la manera en que lo decía lo incomodaba.
Walter:
-Los gatitos están bien. Solo... quiero hacer algo bueno por ellos.-dijo con voz temblorosa-Elizabeth arqueó una ceja, sorprendida por su respuesta. En un momento, la imagen de Walter cuidando a los gatos volvió a su mente, y esa punzada de incomodidad volvió, empujándola a actuar de manera más cruel.
Elizabeth:
-Hacer algo bueno, ¿eh? ¿Y qué hay de ti? ¿No deberías pensar en ti mismo por una vez? Te ven como el "chico amable", pero todos saben que solo eres un tonto.-Dijo cruel y desafiante-Walter respiró hondo, sintiendo cómo sus defensas se desmoronaban. Quería replicar, defenderse, pero sus palabras se atascaban en su garganta. Había algo en la forma en que Elizabeth lo miraba que lo dejaba paralizado.
Walter:
-No sé... creo que ser amable no es algo malo. Al menos intento hacer algo positivo.-Dijo casi en un susurro-La reacción de Elizabeth fue inmediata. Se rió con desdén, pero en su interior, esa imagen de Walter rodeado de gatos la desconcertaba. Él seguía desafiando su percepción del mundo, rompiendo las paredes que había construido para protegerse.
Elizabeth:
-Positivo, ¿eh? Bueno, espera a que el mundo real te dé una lección. No hay lugar para los débiles. No te olvides de eso, Walter.-Dijo con tono burlón-Con eso, se dio la vuelta y se alejó, dejando a Walter sintiendo un vacío en el pecho. A pesar de su dura fachada, él sabía que Elizabeth estaba lidiando con algo más que solo su propio comportamiento. Era un juego de poder, y aunque ella siempre ganaba, él no podía evitar preguntarse qué había detrás de esa fachada.
Al final del día, Walter se sintió agotado. Las interacciones con Elizabeth lo dejaban emocionalmente drenado, pero no podía evitarlo. Su mente regresó a los gatitos mientras caminaba de vuelta a casa. Pensar en ellos le ofrecía consuelo y esperanza.
Al llegar, se sintió aliviado al ver a los tres pequeños jugando en la caja, ajenos a la complejidad de la vida de su nuevo dueño. Sonrió al verlos, olvidando temporalmente la dureza del día.
Walter:
-Hola, chicos. ¿Me extrañaron?-Dijo suavemente-Los gatitos respondieron con suaves maullidos, y Walter no pudo evitar reír. Se sentó en el suelo, rodeado de ellos, sintiendo cómo la calidez de su compañía deshacía poco a poco el peso de sus preocupaciones.
Esa noche, mientras se acomodaba para dormir, Walter sintió que, a pesar de los desafíos y la oscuridad que a veces lo rodeaba, siempre habría espacio para la bondad y la luz. Y aunque Elizabeth seguía en su mente, la paz que le ofrecían los gatitos le daba fuerzas para enfrentar otro día.
Mientras Walter se dejaba llevar por la dulzura de los pequeños felinos, Elizabeth, en su propia oscuridad, también luchaba con pensamientos que la hacían sentir incómoda. Sin saberlo, ambos estaban en caminos paralelos, llenos de sombras, pero a la vez con destellos de luz que empezaban a entrelazarse.
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Entre sombras y cicatrices
RandomWalter es un joven de 19 años que, a pesar de su trágico pasado, mantiene una sonrisa brillante y una actitud optimista. Vive solo en una pequeña casa heredada tras un misterioso accidente que le arrebató a su familia. Con una vida tranquila y sin e...