Capitulo 23- Colores en la ausencia

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La mañana siguiente llegó, y el sol bañaba la habitación de Walter con una luz cálida. Elizabeth seguía acostada en el sofá, su respiración algo entrecortada. Walter la observó mientras preparaba su mochila, preocupado por su bienestar, pero también sabiendo que no podía faltar a la escuela dos días seguidos.

Elizabeth:
—Walter... no quiero que vayas solo otra vez. No me gusta cuando no estoy contigo... alguien podría acercarse a ti.—Con voz débil, desde el sofá—

Walter sonrió con ternura y se acercó para darle un beso en la frente, sintiendo el calor de la fiebre aún presente.

Walter:
—Lo sé, Elizabeth, pero tienes que descansar. No te preocupes, solo será un día más. Nadie va a reemplazarte.—En voz baja y dulce—

Aunque sus palabras tranquilizaban a Elizabeth, en el fondo de su mente, algo empezaba a tomar forma: la sensación de que, sin ella, el mundo fuera de su casa parecía diferente, más abierto.

Mientras caminaba hacia la escuela, Walter notó cómo el día era más brillante de lo que recordaba. Sin Elizabeth a su lado, todo parecía... más ligero, más libre. Los árboles parecían más verdes, y el aire fresco lo llenaba de una energía que no había sentido en mucho tiempo.

En el camino, varios de sus compañeros de clase lo saludaron con sonrisas amistosas, algo que rara vez sucedía cuando Elizabeth estaba con él. Sin su presencia intimidante, las personas se sentían más cómodas para acercarse.

Compañero de clase:
—¡Hola, Walter! Qué raro verte solo. ¿Dónde está Elizabeth?

Walter:
—Está en casa, un poco enferma. Hoy vine solo.

El compañero se rió y palmeó a Walter en la espalda, haciéndolo sentir más integrado de lo usual.

Compañero de clase:
—Bueno, aprovecha el día, hombre. Seguro que hoy será más tranquilo para ti.

Walter se quedó pensando en esas palabras mientras seguía caminando hacia la escuela. ¿Tranquilo? No había pensado en su día de esa manera, pero algo en la ausencia de Elizabeth le hacía sentir una especie de paz que no podía negar.

Cuando Walter entró en el aula, se sorprendió al ver cómo todos lo saludaban más de lo normal. Algunas chicas que solían evitar hablar con él se acercaron a decirle buenos días, y otros chicos lo invitaron a sentarse con ellos en el descanso.

Chica de la clase:
—Hola, Walter. Hoy te ves más... ¿feliz?

Walter se rascó la nuca, algo confundido.

Walter:
—¿En serio? No me siento diferente. Solo... supongo que todo es un poco más tranquilo sin Elizabeth hoy.

La chica sonrió, pero no dijo más, mientras Walter tomaba asiento. A lo largo de las clases, empezó a notar algo que no había percibido antes: todo se sentía más ligero, más "colorido". Era como si los días junto a Elizabeth estuvieran cubiertos por una sombra de tensión constante, mientras que hoy, sin ella, la escuela parecía más vibrante.

Walter:
—"¿Es esto lo que Elizabeth siempre quiso protegerme? ¿O me estaba privando de algo más...?"—Pensando para sí mismo mientras miraba por la ventana—

Al sonar la campana del receso, Walter salió al patio, donde el sol brillaba con más intensidad. Se sentó en una banca, disfrutando del calor del día, cuando Valeria apareció una vez más. Como era de esperarse, se acercó con una sonrisa confiada.

Valeria:
—Hola otra vez, Walter. Parece que estás disfrutando de este segundo día sin Elizabeth.—Sentándose a su lado, sonriente—

Walter miró a Valeria y sonrió, pero su mente estaba dividida. Aunque le agradaba la paz del día, no podía evitar sentirse culpable por disfrutar de algo que sabía que Elizabeth detestaría.

Walter:
—Bueno, es raro estar sin ella, pero sí, el día ha sido... más relajado.—Riendo nerviosamente—

Valeria sonrió, consciente de que Walter estaba empezando a notar lo que ella intentaba mostrarle desde el principio.

Valeria:
—¿Ves lo que te decía, Walter? Estás viviendo algo diferente sin su sombra sobre ti. Todo parece más brillante, más libre. No te das cuenta, pero ella te tiene atrapado.—Con un tono suave y persuasivo—

Walter bajó la mirada, las palabras de Valeria resonando en su mente. No quería dudar de Elizabeth, pero no podía ignorar lo bien que se sentía en ese momento, sin la constante vigilancia de su pareja.

Walter:
—Yo... no lo había visto de esa manera.—en voz baja—

Valeria aprovechó el momento para acercarse un poco más, su tono se volvió aún más suave, como si le estuviera revelando un secreto.

Valeria:
—Elizabeth no te deja ser quien realmente eres, Walter. Siempre te está marcando, recordándote que eres suyo. Pero mírate hoy. Eres libre. Puedes ser tú mismo, y todos aquí lo notan. ¿De verdad quieres seguir en una relación donde te sientes asfixiado?—Susurrando—

Walter no respondió de inmediato. Su corazón aún pertenecía a Elizabeth, pero la idea de libertad, de una vida más ligera, comenzaba a parecerle tentadora. Aún así, el amor que sentía por Elizabeth era profundo, y no quería traicionarla.

El resto del día, Walter se encontró reflexionando sobre las palabras de Valeria. Mientras caminaba por los pasillos y veía cómo sus compañeros lo trataban de manera diferente, no podía evitar cuestionarse si realmente estaba en una relación sana. ¿Era normal sentir que necesitaba permiso para todo? ¿Era normal que Elizabeth lo marcara constantemente?

Sin embargo, a pesar de las dudas, no podía ignorar el amor que sentía por ella. Elizabeth, aunque posesiva, también lo cuidaba y lo amaba de una manera que nadie más lo había hecho.

Walter:
—"No importa lo que diga Valeria. Elizabeth me ama... ¿Verdad?"—Pensando mientras sale de la escuela—

Mientras caminaba de regreso a casa, el peso de la duda seguía presente en su corazón. Aunque había disfrutado del día, no podía evitar sentir que algo no estaba bien. ¿Era posible amar a alguien y al mismo tiempo sentirse atrapado?

Cuando Walter llegó a casa, Elizabeth aún estaba recostada en el sofá, aunque parecía un poco mejor. Al verlo entrar, sus ojos se iluminaron, pero también lo inspeccionaron cuidadosamente, como si buscara alguna señal de que algo había cambiado.

Elizabeth:
—¿Cómo fue tu día? ¿Alguien se te acercó demasiado?—Sonriendo débilmente—

Walter se sentó junto a ella y le tomó la mano, su mente aún llena de confusión, pero su corazón decidido a seguir con Elizabeth.

Walter:
—Todo estuvo bien, Elizabeth. Pero... ¿por qué siempre sientes que alguien va a quitarme de tu lado?—Sonriendo suavemente—

Elizabeth lo miró, sus ojos oscureciéndose un poco.

Elizabeth:
—Porque eres mío, Walter. Nadie más te va a cuidar como yo. Nadie más va a amarte de la manera en que yo lo hago. Y no quiero que lo olvides.—Con voz suave, pero intensa—

Walter sintió un leve escalofrío al escuchar esas palabras, pero también sintió una mezcla de consuelo y duda. Quizás Valeria tenía razón en que algo no estaba bien. Pero, por ahora, decidió no darle más vueltas.

Walter:
—No lo olvidaré. Soy tuyo.—Susurrando—

Y mientras la noche caía, Walter se quedó a su lado, aún amándola, pero con una pequeña duda creciendo en su interior, una duda que Valeria había plantado y que, día a día, seguía creciendo, esperando el momento en que ya no pudiera ignorarla más.

Entre sombras y cicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora