Capitulo 30- Familia de Elizabeth

18 1 0
                                    

Elizabeth odiaba los viajes familiares, especialmente cuando se trataba de su familia. Desde el momento en que recibió la llamada, supo que no tenía opción. Su madre, una mujer fría y manipuladora, había insistido en que era "necesario" que volviera a casa. Aunque había intentado resistirse, sabía que, tarde o temprano, su madre siempre lograba lo que quería. A regañadientes, empacó algunas cosas, dejó a Walter con los gatitos y partió en un tren rumbo a la casa donde había crecido, un lugar que traía consigo recuerdos que prefería enterrar.

El clima era gris, acorde a su estado de ánimo. Miraba por la ventana del tren, pensando en lo mucho que había cambiado desde que se fue de casa. Había encontrado a Walter, había aprendido a ser más abierta con él, a mostrarle su lado más humano. Pero ahora, de regreso al entorno tóxico que una vez la moldeó, sentía que esa frialdad que había trabajado tanto para superar comenzaba a filtrarse nuevamente en su interior.

Elizabeth:
—Esto es solo temporal. Volveré a Walter pronto… esto no me afectará.—Suspirando, con los ojos fijos en el paisaje que pasaba—

Sabía que no podía permitir que el regreso a su casa la rompiera nuevamente. Pero algo en su interior la advertía de que las cosas no serían tan simples.

Al llegar a la casa, fue recibida con el mismo ambiente opresivo que siempre recordaba. La mansión familiar era grande, fría, y tan desprovista de calidez como las personas que vivían en ella. Al cruzar la puerta, fue recibida por su madre, Isabella, una mujer de mirada dura y sonrisa calculadora.

Isabella:
—Elizabeth, querida. Qué bueno que hayas decidido venir. Sabía que no me decepcionarías.—Con una sonrisa falsa—

Elizabeth:
—No tuve mucha elección, ¿verdad?—Con una mueca, sin ocultar su disgusto—

Isabella soltó una ligera risa, como si la respuesta de Elizabeth le resultara entretenida. Siempre había sido así entre ellas, una relación de poder donde su madre dominaba y Elizabeth era la pieza que intentaba romper el molde.

Pronto, aparecieron su padre, Gregory, un hombre siempre ausente pero con la misma frialdad manipuladora de su madre, y su hermano menor, Damon, cuyo rostro reflejaba la misma indiferencia que siempre había tenido hacia su hermana.

Gregory:
—Nos alegra que estés aquí, Elizabeth. Hace mucho que no pasas tiempo con la familia.—Sin emoción en su voz—

Damon:
—¿Cómo va la vida en ese mundo que has creado lejos de nosotros? ¿Con tu novio y esos... gatos?—Cruzado de brazos, con una sonrisa sarcástica—

Elizabeth sintió un escalofrío de disgusto recorrer su cuerpo. Sabía que estar allí la obligaba a enfrentarse a sus demonios del pasado, aquellos que nunca parecían desaparecer del todo.

Elizabeth:
—Mucho mejor que aquí, Damon.—Fría, levantando la barbilla—

La tensión en el ambiente era palpable, pero lo peor estaba por venir.

La verdadera razón por la que su madre la había convocado se reveló durante la cena. Isabella, como siempre, era directa cuando quería manipular a Elizabeth.

Isabella:
—Elizabeth, querida, hay algo de lo que necesitamos hablar. La familia está en una posición delicada. Tu hermano y yo creemos que es hora de que pienses en tu futuro… y en cómo puedes contribuir.—Sirviendo vino, con una sonrisa controlada—

Elizabeth:
—¿A qué te refieres?—Levantando una ceja, sabiendo que venía algo desagradable—

Isabella:
—Hemos estado hablando con algunas familias influyentes. Hay ciertos acuerdos… matrimoniales que podríamos considerar. Sería lo mejor para ti, querida. Walter no es adecuado para este tipo de vida.—Mirándola fijamente, con la calma fría que siempre la había caracterizado—

Elizabeth sintió como si el suelo se abriera bajo sus pies. Estaba a punto de explotar, pero se contuvo. Sabía que gritar no le serviría de nada con su madre. Había esperado manipulación, pero no esto.

Elizabeth:
—¿Estás hablando de casarme con alguien que ni siquiera conozco? ¿Para qué? ¿Para seguir con esta farsa de familia perfecta que tanto te gusta mostrar?—Conteniendo su rabia, con la voz temblorosa de ira—

Damon:
—Vamos, Elizabeth. Sabes cómo son las cosas aquí. No puedes escapar para siempre. Es hora de que dejes de jugar a ser rebelde.—Burlón, interrumpiendo con una carcajada—

Elizabeth:
—No soy un peón en tu juego, madre. Y mucho menos en el tuyo, Damon.—Golpeando la mesa con la palma de la mano, levantándose de su asiento—

Gregory permanecía en silencio, como siempre lo hacía, dejando que Isabella manejara la situación. Pero el silencio de su padre solo le recordaba a Elizabeth la falta de apoyo que siempre había tenido en esa casa. Sentía cómo los recuerdos la asfixiaban.

Isabella:
—Elizabeth, sé racional. No puedes vivir en ese pequeño apartamento con ese chico para siempre. Sabes que esta vida te pertenece. Solo estamos tratando de asegurarnos de que tomes la decisión correcta.—Manteniendo la calma, como si todo estuviera bajo control—

Elizabeth sabía que quedarse más tiempo allí solo la consumiría. Había pensado que podría aguantar unos días, pero la presión familiar y las manipulaciones de su madre estaban empezando a derrumbar la frágil paz que había construido junto a Walter. No podía permitir que su pasado la arrastrara de nuevo a esa prisión emocional.

Esa noche, después de la cena, se encerró en su habitación, la misma en la que había crecido. Los recuerdos la inundaron, pero ahora era diferente. Ahora tenía algo que le daba fuerza: Walter. Recordar sus momentos juntos, los pequeños gestos de cariño, las conversaciones profundas bajo la luz de la luna, le devolvieron la claridad que tanto necesitaba. No permitiría que su familia la destruyera otra vez.

Elizabeth:
—Voy a volver contigo. Esto no va a detenerme.—En voz baja, mirando una foto de Walter y los gatitos en su teléfono—

Esa noche, mientras el viento golpeaba las ventanas de la mansión familiar, Elizabeth hizo un pacto consigo misma: nunca más dejaría que su familia controlara su vida. Al día siguiente, enfrentaría a su madre y dejaría claro que sus decisiones no estarían a la venta.

Sabía que sería una batalla dura, pero ya no era la misma chica frágil que una vez habían manipulado. Ahora tenía algo por lo que luchar, alguien a quien proteger: Walter, su vida juntos, y la nueva versión de sí misma que había encontrado lejos de ese lugar.

La historia no termina aquí. Mientras Elizabeth enfrentaba a su familia, ya sabía en su corazón que regresaría a Walter, más fuerte que nunca. Juntos, podrían superar cualquier cosa. Pero primero, debía librarse de las cadenas que su familia había intentado ponerle nuevamente.

Entre sombras y cicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora