Capitulo 20- Regreso a clases

19 2 0
                                    

El primer día de clases después del campamento estaba lleno de energía. Los estudiantes regresaban con historias y recuerdos, pero había algo diferente esta vez. Walter, siempre alegre y presente, no había aparecido. En su lugar, Elizabeth caminaba por los pasillos con su usual aire gótico y distante, aunque internamente estaba aliviada por la ausencia de Walter. Después de todo, él le había comentado que se quedaría en casa cuidando de sus tres gatitos, un gesto que a ella le parecía tierno, pero también le ofrecía una oportunidad.

Elizabeth:
—"Walter no está aquí... Eso significa que tengo una oportunidad para aclarar las cosas con Valeria."—Pensó mientras camina por el pasillo—

Elizabeth sabía muy bien que Valeria aún tenía interés en Walter. Había notado cómo se le acercaba durante el campamento, aprovechando cada oportunidad para estar a su lado. Aunque Walter, en su inocencia, no veía nada más allá de una simple amistad, Elizabeth había detectado las verdaderas intenciones de Valeria.

Con una expresión fría y calculadora, se dirigió al salón donde sabía que encontraría a su "competencia".

Al entrar al aula, Elizabeth notó de inmediato a Valeria sentada en su lugar habitual, rodeada de algunas chicas que, como siempre, la seguían como si fuera la reina del lugar. A pesar de la multitud, Valeria la vio venir y, con una leve sonrisa, despidió a las demás con un gesto, dejándolas solas en el aula.

Valeria:
—¿Elizabeth, verdad? No esperaba verte sola hoy. ¿Dónde está tu "amigo"?—Pregunto con una sonrisa confiada—

Elizabeth:
—Walter está en casa, cuidando de sus gatitos. Algo que le importa más que venir a escuchar tonterías de gente como tú.—Contesto fríamente—

La sonrisa de Valeria no se desvaneció. De hecho, parecía más decidida que nunca a no retroceder ante Elizabeth.

Valeria:
—Es adorable que le preocupen tanto sus gatitos, ¿no? Es parte de lo que lo hace tan... encantador. Pero vamos, Elizabeth, ambas sabemos por qué estás aquí. No me digas que sigues creyendo que Walter es solo un "amigo" para ti.—Riendo un poco—

Elizabeth:
—Walter es mío, Valeria. Te lo dije durante el campamento y lo repito ahora. No importa lo que hagas, no podrás cambiar eso.—Cruzando los brazos—

Valeria:
—¿Tuyo? ¿Te has detenido un segundo a pensar en lo que él quiere? Walter es amable con todos, y no te pertenece solo porque lo marcas como si fuera tu juguete. Él tiene el derecho de elegir con quién estar, y créeme, Elizabeth, si Walter tuviera la oportunidad, podría ver que hay algo más allá de tu posesividad.—Mirandola sin miedo—

Las palabras de Valeria eran un golpe directo a lo que Elizabeth más temía: perder a Walter por no poder controlarlo completamente. Sin embargo, Elizabeth no era de las que se dejaban intimidar, mucho menos por alguien como Valeria.

Elizabeth:
—¿Sabes cuál es la diferencia entre tú y yo, Valeria? Tú piensas que solo porque eres la chica popular puedes conseguir lo que quieras. Pero Walter no es como los demás. Él es mío porque, a diferencia de ti, yo sé lo que realmente necesita. Él no quiere elegir, porque ya lo ha hecho, aunque no lo sepa todavía.—Acercandose con superioridad—

Valeria:
—Subestimas a Walter si crees que puedes controlarlo para siempre. No te engañes, Elizabeth. Yo no tengo miedo de ti. Si Walter alguna vez decide que quiere estar con alguien más, no habrá nada que puedas hacer para evitarlo.—Con tono desafiante—

La tensión en el aire era palpable. Ninguna de las dos estaba dispuesta a ceder terreno. Valeria era la única que no temía enfrentarse a Elizabeth, y eso la hacía peligrosa a ojos de la gótica. Sin embargo, Elizabeth mantenía su fachada de control, sin dejar que la ira o el miedo se manifestaran.

Elizabeth:
—Ya veremos, Valeria. Pero recuerda esto: no te metas en mi camino, o podrías arrepentirte.—Sonriendo de forma peligrosa—

Con esas últimas palabras, Elizabeth se dio la vuelta y salió del aula, dejando a Valeria con una sonrisa en los labios, aunque ambas sabían que la batalla aún no había terminado.

Después de aquel enfrentamiento en la escuela, Elizabeth sentía la necesidad de reforzar su control sobre Walter. A lo largo de los últimos tres meses, había mantenido su relación con él en un delicado equilibrio, pero ya no podía seguir ocultando lo que realmente sentía. Esa noche, decidió hacer algo al respecto.

Con pasos decididos, llegó a la casa de Walter. Sabía que él no esperaba visitas, pero eso no le importaba. Tocó la puerta y, después de unos momentos, Walter apareció, con su típica sonrisa inocente, y sus tres gatitos corriendo alrededor de sus pies.

Walter:
—¡Elizabeth! Qué sorpresa verte aquí. ¿Qué te trae por casa?

Elizabeth:
—Solo quería verte, Walter. Han pasado algunas cosas hoy, y pensé que sería un buen momento para pasar tiempo juntos.—Sonriendo suavemente—

Walter, sin pensar mucho en la razón detrás de la visita, la invitó a entrar. Los gatitos se acercaron de inmediato a Elizabeth, aunque ellos siempre preferían a Walter, jugueteando entre sus piernas. Se sentaron juntos en el sofá, y aunque la atmósfera era relajada, Elizabeth sentía que el momento era adecuado para lo que tenía que decir.

Después de unos minutos de conversación casual, Elizabeth finalmente decidió hablar con sinceridad.

Elizabeth:
—Walter... Hay algo que quiero que entiendas. Hemos pasado mucho tiempo juntos, y siempre hemos sido cercanos. Pero ya no puedo seguir diciéndote que somos solo amigos.

Walter la miró, sin comprender del todo el giro en la conversación, pero prestando atención.

Elizabeth:
—Eres más que un amigo para mí, Walter. Te has convertido en algo mucho más importante. Eres mío. No solo como un amigo... sino como algo más.—Dijo tomando su mano—

Walter, siempre inocente, parpadeó, procesando lentamente lo que Elizabeth le decía.

Walter:
—¿Tuyo? ¿Cómo... cómo de amigos, pero más cercanos?

Elizabeth:
—Exactamente. Eres mío, Walter. Eres mi pareja... y también mi propiedad. Nadie más puede tenerte, porque me perteneces. Y quiero que lo entiendas, porque no voy a compartirte con nadie, ni con Valeria, ni con nadie más.—Dijo un poco más firme—

Walter sintió un leve escalofrío ante las palabras de Elizabeth, pero su naturaleza amable le impedía cuestionar lo que ella decía. Después de todo, él confiaba en Elizabeth más que en cualquier otra persona. Si ella decía que eran algo más que amigos, entonces debía ser cierto.

Walter:
—Si eso te hace feliz, Elizabeth... entonces está bien. No entiendo todo, pero confío en ti.

Elizabeth, satisfecha con su respuesta, se inclinó hacia él y le dio un beso, no como los de "amistad" que solía darle, sino uno más profundo, que sellaba lo que acababa de decir. Walter, aunque sorprendido, no se resistió, dejando que ella tomara el control, como siempre.

Elizabeth:
—Eso es, Walter. Siempre serás mío.—Murmuro cerca de sus labios—

Cuando la noche avanzó, Elizabeth se despidió de Walter, pero no sin asegurarse de que él entendiera lo que había sucedido. Al cerrar la puerta, Walter se quedó en la sala, sus gatitos jugando a su alrededor mientras sonreía, feliz de haber pasado otra noche con su mejor amiga, aunque algo dentro de él empezaba a cambiar, aunque aún no lo comprendiera del todo.

Entre sombras y cicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora