Ella llega al Área sin saber nada de si misma. Sin recuerdos. Vacía.
Su primer instinto fue buscar el cielo al verse en una caja encerrada.
Luego -por supuesto- huyó del montón de hombres que comenzaron a verla y hablar cosas de su cuerpo.
Asustada...
De un momento a otro sintió un leve balanceo, alguien la estaba peinando.
Murmuraron algo que al principio fue poco intangible para sus oídos, pero por fortuna lo repitieron:
—Está bien.
¿Qué había pasado?
Chuck.
Chuck murió.
Se encogió aún más en quien sea que la estuviera abrazando.
No era quien sea.
Era su Minho, lo supo cuando tomó su mano para besar sus nudillos.
Entonces se obligó a salir de su escondite.
Lo vio a los ojos al incorporarse en su regazo, no supo cómo llegó ahí, pero supuso que había sido él.
Su vista seguía nublada, el nudo en su garganta tan apretado como hace un momento, y el temor a una respuesta presente en ella. Pero lo supo cuando noto donde estaban.
Era el autobús. Los habitantes a su alrededor, sentados como si fuera un maldito paseo escolar.
Minho le dio una pequeña sonrisa triste, de compasión. Buscando transmitir calma, pasó los dedos por su mejilla hasta llegar a sostener su cabeza y con el pulgar limpió los restos de su tristeza.
Atrajo su cabeza a él para dejar un beso en su sien, y ella tomó su mano para buscar su pulso, siendo aún sostenida por él.
En un suspiro apoyó su frente con la suya, cerrando los ojos. Sintiendo que él seguía limpiando su rostro.
—Dejamos a Chuck... —su voz a punto de quebrarse de nuevo, tragó un sollozo.
Minho movió un poco la cabeza sin despegar sus frentes, y hablo:
—Lo lamento... no podía traerlo.
Ella lo abrazó por el cuello. Minho ya había hecho suficiente por ellos.
Respiro de él y se separó para dejar un beso en su frente. Él estaba con ella. A su lado. Con vida.
—No, no te disculpes —limpio su mejilla—. No es tu culpa.
—¿Qué crees que pasó con el resto de los chicos que se quedaron? —preguntó él con preocupación.
Ella le dio una mirada triste.
—Creo que tú y yo sabemos la respuesta.
Minho apretó los labios y asintió con tristeza.
—Despertaste —escucho del pelirrojo detrás de ellos, junto a Newt.
El rubio tenía la cabeza apoyada en su hombro, parecía que finalmente se dejó llevar por todo lo que había dentro de él. Sus ojos rojos, casi perdidos. La respiración lenta y un pálido lleno de sudor en su piel.
Tal vez también estaría pensando en Alby.
—Como- —carraspeo, Minho apretó tu mano—. ¿Están bien?
Will tomó la mano del rubio y la acarició con el pulgar.
—Estaremos bien.
Ella asintió, esperando aquello. Volvió a buscar a los chicos, encontrándose con cada uno de ellos. Thomas estaba con Teresa, igual de perdido que el resto.
- ¿Cómo están? -
El castaño la busco entre los asientos y cuando la ubico, le asintió.
- * Estoy bien, ¿y tú? * -
- Quiero saber quiénes son estas personas -
Como si se lo hubiera ordenado, el chico se puso de pie y se agarró entre los tubos y asientos del autobús en movimiento para acercarse al copiloto. Cruzaron unas palabras y volvió a su asiento, ahora con una señora detrás de él.
—Somos gente que está contra CRUEL, las personas que los tenían —hablo para todos—. No se preocupen, ya están a salvo.
Sin esperar preguntas, volvió de donde vino.
Asique ellos eran CRUEL, los creadores.
Ella miró a Thomas para asistirle. Decidió creerles.
Finalmente estaban a salvo.
Caroline solo busco acurrucarse contra el pecho de Minho mientras él la abrazaba. Recordando a sus muertos, jugó con las pulseras de cuero y cerró los ojos.
Con el sabor amargo de aquella meta cumplida.
Todo había acabado.
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๑˙ En los libros, los del autobús les cuentan lo de la llamarada. Los llevan a un edificio y les dan de comer pizza para enviarlos a mimir.
El último capítulo termina en Thomas conversando con Teresa por telepatia antes de irse a dormir.
