𝐏𝐑𝐎𝐓𝐄𝐂𝐓 || Maze Runner Fanfic

Chocolate

Capítulo. 48
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Pov Thomas.

Lazos. La conexión entre personas que son importantes. Algunos de ellos tan especiales como para nunca desvanecerse. Y otros solo llegan a dejar huellas temporales, como las pisadas en la arena que son borradas por las olas del mar.

Porque sólo ciertos lazos tienen la capacidad de fortalecerse con el tiempo.

Incluso si se ha intentado cortar esa unión con sangre, solo por odio.

La sangre siempre estaba presente en sus vidas.

Thomas podría haberse concentrado en eso, pero solo sentía dolor.

Demasiado dolor.

Había una niña.

Cabello largo y ondulado, castaña. Se reía por todo y siempre pedía chocolates o algún dulce.

Luego, todo se perdió en la niebla. Dejó de oler. No sentía más que dolor. Tampoco escuchaba cosas, mucho menos la risa de la niña.

Y Thomas lloró por eso.

¿Por qué estaba llorando?

¿Por qué la extrañaba? Ni siquiera la conocía.

Las cosas comenzaron a temblar y cayó.

Estaba cayendo.

Finalmente sentía frío. Era como estar en una tormenta, lluvia por todas partes.

El frío y la neblina lo envolvió. Le dolía la cabeza y su corazón no dejaba de latir con fuerza.

Ansioso.

La neblina cambió gradualmente, movida por un aire denso. Los colores grises se convirtieron en colores opacos, como si se tratase de una película vieja.

Y ahora, él solo era un espectador.

—No le digas a Carol —escucho de un niño.

«*¿Carol? ¿Caroline?*»

—Es mejor que le dejes —era otra niña, una pelinegra mientras comía una pequeña barra de chocolate—. Si no quieres mentirle, déjale un poco.

—Pero es que es muy poco!

—¿De qué hablaban? —escuchó detrás de él.

Se giró sobre sus talones y todo volvió a nublarse, era simplemente borroso. Pero logró distinguir un murmullo, y se acercó con dificultad escuchando una vez más su propia voz:

—¿Se debe hacer así?

Era él, frente a unas computadoras y a su lado... Teresa.

—Sí, tienes que aplastar este botón y con este comando los guías.

—Y con esto escuchamos lo que dicen, ¿verdad?

—Eres bueno en esto Thomas —rió—. Ya veo porqué Ava te deja venir aquí.

Ese nombre le hizo sentir un pequeño escalofrío.

—Escucharemos todo, igual que los psicólogos.

Trago saliva, asimilando lo que estaba viendo. Lo que estaba recordando.

De nuevo el frío lo atrapó y la imagen cambió. Teresa y él una vez más, juntos en una especie de cafetería.

—Carol dijo que no podemos vernos, de nuevo.