capitulo 4

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Habían pasado ya dos semanas desde el cumpleaños de Fuyumi y desde que ella le pidió a Zuko que le enseñara yoga. Natsuo se enteró una semana después de su nueva rutina, por lo que le pidió a Zuko que lo entrenara Shaolin del norte. Shouto, por supuesto se rehusaba a entrenar o saber algo de entrenar, así que Zuko no lo obligó; esperaba que Shouto estuviera listo, sabía lo traumático que podía ser.

Él había adoptado una rutina de entrenamiento para los niños: en las mañanas hacía yoga con Fuyumi y en las tardes practicaba movimientos con Natsuo. Fuyumi se unió unos días después; fue muy tranquilo.

Era un miércoles tranquilo. La nieve caía suavemente, cubriendo la ciudad con un manto blanco. Dentro del pequeño apartamento, que los niños podían llamar hogar, el ambiente era cálido y acogedor. Natsuo miraba por la ventana con ansias y nervios. Se alejó de la ventana y fue en busca de Zuko.

En la cocina, Zuko estaba ocupado preparando el almuerzo para los niños. A pesar de su amnesia, había encontrado consuelo en cuidar de los tres hermanos, quienes mostraron ser niños maravillosos y dulces. Mientras cortaba verduras, escuchó unos pasos ligeros que sabía que le pertenecían a Natsuo.

—¿Zuko? ¿podemos ir al parque a jugar en la nieve? —suplicó Natsuo, sus ojos brillando con esperanza.

Zuko levantó la vista y alzó una ceja ante la súplica de Natsuo. Aunque sabía que debía ser cauteloso, pues internamente odiaba la nieve, la alegría y esperanza en los ojos de Natsuo era contagiosa. Soltando un suspiro de molestia leve, tomó una decisión.

—Bueno, supongo que un rato no hará daño —dijo finalmente, limpiándose las manos en un paño. Natsuo saltó de alegría, soltando un grito—. Pero primero, almorzamos.

Eso no hizo nada para disuadir la alegría de Natsuo; este aún seguía saltando de alegría. Luego corrió a buscar a Fuyumi y Shouto, que estaban en la habitación de Fuyumi, haciendo tareas.

Después de abrigarse bien y disfrutar de un almuerzo caliente, los cuatro salieron del apartamento y se dirigieron al apartamento de los Midoriya a pedirle permiso a Inko para que salieran a jugar un rato. Afortunadamente, ella le permitió la salida de Izuku con mucha alegría.

Izuku, con una gran sonrisa, se puso su abrigo más grande y se unió a los cuatro con entusiasmo. Juntos, caminaron hacia el parque. Los tres Todoroki disfrutaron del crujido de la nieve bajo sus pies.

--------------Fire--------------

Al llegar al parque, Natsuo y Fuyumi se unieron rápidamente a un grupo de niños que ya estaban jugando entre ellos. Mientras tanto, Zuko, Izuku y Shouto se quedaron un poco atrás, comenzando a hacer muñecos de nieve, con Shouto creando los ojos del muñeco.

—Mira, Shō-chan, así se hace una bola de nieve perfecta —exclamó Izuku, mostrándole a Shouto cómo compactar la nieve, quien lo miraba atentamente.

Zuko sintió un destello de alegría y cariño al ver a los dos niños jugando entre sí. Izuku, siempre entusiasta, le explicaba con calma a Shouto cómo dar forma a los muñecos de nieve, riendo con cada comentario de Shouto, quien estaba más que feliz de tener a Izuku con ellos. El ambiente era alegre y despreocupado, una rara oportunidad para que los niños olvidaran sus preocupaciones y su tormentoso pasado.

Después de un rato, Natsuo, con una sonrisa traviesa, formó una bola de nieve y la lanzó directamente a la cabeza de Zuko. La bola de nieve se deshizo en una nube de polvo blanco, y por un momento, todos quedaron en silencio.

Natsuo pronto se arrepintió de su decisión al ver cómo salía vapor de Zuko, lo que significaba una cosa: estaba furioso. Natsuo rezó para que su día no se viera arruinado por su culpa
Zuko se había quedado muy quieto, con la nieve aún deslizándose por su cara y derritiéndose poco a poco. Luego, una sonrisa lenta se extendió por su rostro.

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