Desde su divorcio con Enji, Rei había sentido un renacer en su alma atormentada.
Desde su matrimonio su vida había sido un torbellino de dolor y pérdida, y después de ser enviada a un hospital psiquiátrico después de quemar la cara de su hijo menor fue el peor dolor de todos, tan grande como cuando perdió a Touya en ese incendio.
Y cuando las noticias de la desaparición de sus hijos llegó a su oídos, su salud mental decayó aún más, hubo días en los que no comía y no domia, se despertaba con los gritos de sus hijos, de Shouto a quien había lastimado por culpa de su marido.
Después de casi morir a causa de su depresión, se dió cuenta de que no podía seguir así, no podía darle el gusto a Enji de destruirla como destruyo a sus hijos.
Y fueron de dos largos años en los cuales había logrado reunir las fuerzas necesarias para pedir el divorcio que le dió una gran respiró y fue como si un enorme peso fuera levando de su cuerpo.
Tras pedir el divorcio, logro encontrar un refugio en el hospital donde podía reconstruirse, podía recuperarse y alejarse de aquel monstruo.
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Cada mañana, Rei se levantaba con los primeros rayos del sol que se filtraban tímidamente por las cortinas de la ventana.
Su rutina comenzaba con una serie de ejercicios respiratorios, seguidos por una meditación guiada.
Los ejercicios la ayudaban a centrar sus pensamientos y empezar el día con una mente clara.
Después de su sesión de meditación, Rei tomaba una ducha reconfortante, permitiendo que el agua fría disipara el estrés acumulado.
Vestía ropa cómoda y esperaba a que el personal le permitiera ir al comedor donde compartía el desayuno con otros pacientes.
Las conversaciones eran ligeras y agradables, llenas de risas y anécdotas.
Las sesiones de terapia grupal eran un pilar fundamental en su recuperación. Allí, Rei compartía sus experiencias, escuchaba a los demás y encontraban juntos nuevas formas de superar sus miedos.
Sus médicos la alentaban constantemente, señalando los avances que hacía cada día.
-Es una sorpresa Rei-Chan, has dado pasos inmensos. -le decía la doctora Hamada con una sonrisa sincera, había aceptado la solicitud de no usar su apellido, si no su nombre para olvidar aquel pasado tormentoso.
Rei no podía evitar sentirse orgullosa, aunque la sombra de la pérdida de sus hijos aún nublaba sus pensamientos.
El tiempo libre lo dedicaba a actividades creativas en el taller de arte.
Había descubierto una pasión por la pintura que nunca antes había explorado.
Cada pincelada era una forma de liberar sus emociones reprimidas, y sus obras eran un reflejo de su viaje hacia la sanación.
Sin embargo, las noches eran las más difíciles para Rei. El silencio de la habitación era profundo, y los recuerdos dolorosos de sus hijos la asaltaban sin piedad.
A pesar del dolor, aun encontraba consuelo en las palabras de sus médicos.
“Cada día es un paso adelante, Rei. No te rindas ahora.”
Un día, su rutina diaria se vio interrumpida por la llegada de una nueva paciente. Yamada Azula como la habían llamado los médicos ocupaba la habitación contigua a la suya.
Rei no pudo evitar sentir una curiosidad gentil por la nueva paciente, una joven que parecía destruida, ver el dolor en esa jóven le había traído tantos recuerdos a Rei.
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UN NUEVO DESTINO
General FictionDespués de ser rechazado por segunda vez por el Equipo Avatar, incluso después de ayudarlos con Combustion Man, Zuko decide dejarlos solos y buscar un lugar donde vivir. pero después de una pelea contra soldados de la Nación del Fuego y caer en el l...