capitulo 12

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La guerra había terminado...

El equipo Avatar había ganado.

El Señor del Fuego Ozai estaba encadenado y sin su fuego control, la princesa Azula estaba esposada y había perdido por completo la cabeza tras el rechazo de su padre.

El general Iroh había sido coronado como el Señor del Fuego por los sabios de fuego, ya que era el único de sangre real que no había sido derrotado y que las naciones permitirían como líder mundial, aunque de mala gana.

Sin embargo, la duda e incertidumbre todavía estaban en los cuerpos de las personas y las naciones, pues todos tenían la misma pregunta...

¿Dónde estaba el príncipe heredero? ¿Y qué estaba tramando? Para ellos, las respuestas no eran nada buenas.

Muchas personas se habían unido en la búsqueda del príncipe heredero para que recibiera el mismo castigo de su familia y para que pagara por cada crimen que había cometido contra las demás naciones y contra el Avatar y su equipo.

Sin embargo, a pesar de las muchas búsquedas y carteles que habían colocado en cada rincón, no había ni un rastro del príncipe y aquello no era bueno para la frágil paz que estaban creando. Fueron dos años con aquella inseguridad y pronto tuvieron que recurrir a la única persona que sabría el paradero de Zuko. Sin embargo, obtener alguna información de él sería complicado.

El Señor del Fuego Iroh caminó por los pasillos de aquella prisión que se encontraba debajo del palacio de la Nación del Fuego. El equipo Avatar lo estaba acompañando ya que todos querían respuestas y solo había una persona que podía dárselas.

—Vaya, una visita del Señor del Fuego y el Avatar después de dos años de confinamiento —se burló Ozai mientras miraba a su hermano mayor y a Aang—. ¿A qué debo el honor?

—Sabes exactamente a qué vine, Ozai —le reprochó Iroh con enojo, pues se estaba cansando del juego de su hermano—. Dime, ¿dónde está Zuko?

—¿Dónde más estaría, hermano? —se jactó Ozai con locura—. Ese pequeño inútil debe estar haciendo todo lo posible por liberarme, después de todo, sigue siendo mi hijo leal.

—¿Dónde se esconde? —gritó Katara con furia mientras miraba con desagrado a ese hombre—. ¿Dónde está ese maldito cobarde? Siempre supimos de su farsa de redención.

—Jajajaja, nunca fue tan bueno manipulando como su hermana, pero siempre ha sido leal —se rió Ozai con locura para luego mirarlos con arrogancia. Aunque sabía que cada palabra era falsa, simplemente estaba esperando el momento correcto para soltar la "maravillosa" bomba—. Podrás haber ganado la batalla, Avatar... pero aún no has ganado la guerra... Con mi "hijo libre"... pronto regresaré al trono.

Aquellas palabras dejaron paralizados a todos los presentes, pues tenían razón. Con el príncipe Zuko aún libre, la paz solo era frágil y la vida del Avatar peligraba.

Tenían que encontrarlo, tenían que atraparlo.

-----------------Fire-----------------

En Musutafu, el día era tranquilo y relajante. Mientras las personas disfrutaban de su día, Zuko estaba tomando una taza de té y pensaba en el error que había cometido en el parque al no haber avisado a los niños de su idea. Siempre había sido imprudente, pero esta vez su error fue muy grande y no podía permitirse equivocarse de nuevo, no así.

Su mayor arrepentimiento fue no haber llevado a los niños a terapia desde un inicio. Fue tan horrible para él escuchar todo lo que se habían dicho durante la pelea.

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