Azula estaba allí, en la oscuridad del calabozo del Palacio de Caldera, rodeada por las frías y húmedas paredes de piedra.
Su rostro, una máscara rota de rabia y desesperación, se reflejaba débilmente en las sombras. Habían pasado días en ese miserable lugar, y su cuerpo y alma se sentían agotados.
Había perdido más que su libertad. Pero lo que curiosamente más le dolía, era la perdida de su hermano. La culpa se mezclaba con el odio ha, y el peso de lo que había hecho la carcomía.
El sonido de pasos resonó por los pasillos del calabozo, acercándose lentamente. Azula levantó la cabeza, pero no se movió.
Sabía lo que venía. Su respiración se volvió más tensa mientras su mente trataba de prepararse para lo inevitable. Las figuras que se acercaban eran inconfundibles.
Primero apareció el rostro de su tío, seguido por la figura del Avatar Aang.
Ambos se detuvieron frente a la celda, observando a Azula sin decir una palabra, pero sus miradas lo decían todo, el claro disgusto en sus ojos y la tensión en sus hombros, ninguno quería estar ahí.
Finalmente, Iroh rompió el silencio. Su voz era suave, pero cargada de dolor.
-Sobrina, has cometido tantos errores. —Le dijo Iroh, le decepción en su tono. -Crei erróneamente que sin la guía de mi hermano, serías esa persona a la que estabas destinada a ser.. pero veo que me equivoqué y ese error le costó la vida a tu hermano y a tus sobrinos su padre.
Azula levantó la mirada, pero no dijo nada. La rabia seguía burbujeando en su interior, pero su voz se había apagado, como si la culpa le hubiera arrebatado incluso las fuerzas para gritar.
-Las consecuencias de tus acciones, tanto en Caldera como en Ba Sing Se, no pueden ser ignoradas ahora. -Interrumpió Aang, con una firmeza que hizo que Azula apretara los dientes. -Me gusta mucho que las personas tengan una segunda oportunidad, pero temo que eso contigo no cuenta... Tendrás que enfrentarte a un juicio, Azula. La justicia te alcanzará.
Un nudo de incomodidad se formó en el pecho de Azula, pero no permitió que se viera en su rostro. En lugar de eso, se quedó allí, en silencio, mientras Iroh suspiraba profundamente.
-El camino que elegiste… nos ha llevado a esto. Pero hay una parte de ti que aún puede redimirse, aunque sea solo un poco. -Comentó Iroh con tristeza, mientras veía a su sobrina. -Quizás, con el tiempo, puedas encontrar el perdón. Aunque sea en tu corazón.
Azula no respondió. En su lugar, simplemente volvió a mirar la pared, evitando que una lágrima traicionera se deslizara por su rostro.
Ambos hombres se dieron la vuelta para irse. Iroh le lanzó una última mirada llena de dolor, pero Azula no respondió. Solo se quedó allí, inmóvil, observando la puerta que lentamente se cerraba.
En cuanto la pesada puerta se cerró con un estruendo, Azula dejó que el silencio invadiera la celda. Su respiración se aceleró, y, por fin, cuando ya no pudo contenerlo más, soltó un grito salvaje, cargado de furia y desesperación. Un grito que resonó en las paredes de la prisión como el eco de su alma rota.
Se levantó de un salto, golpeando las frías paredes con las manos, sus puños apretados como si quisiera destruir todo lo que la rodeaba, pero todo lo que tocaba parecía desmoronarse. La furia, la rabia y la desesperación se apoderaron de ella, como una ola gigantesca que la arrastraba, llevándola a un mar de emociones tumultuosas.
Pero entonces, entre los sollozos, su furia comenzó a desvanecerse, y algo más profundo emergió, algo que jamás penso que tendría.. tristeza y remordimiento.
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UN NUEVO DESTINO
General FictionDespués de ser rechazado por segunda vez por el Equipo Avatar, incluso después de ayudarlos con Combustion Man, Zuko decide dejarlos solos y buscar un lugar donde vivir. pero después de una pelea contra soldados de la Nación del Fuego y caer en el l...