Habían pasado meses desde la situación de Aldo, el cual rompió contacto con ellos, Daniel y Osvaldo habían continuado en su rutina. La lluvia golpeaba con fuerza las ventanas del apartamento, como si el cielo fuera testigo mudo de la tormenta interna que había consumido a Daniel y Osvaldo durante meses. El aire en la sala era denso, cargado de silencios que pesaban más que cualquier palabra.
Daniel estaba sentado en el borde del sillón, sus manos temblando mientras observaba a Osvaldo desde el otro lado de la habitación. Había dicho que lo sentía, pero palabras parecían insignificantes frente a lo que había hecho. El arrepentimiento lo devoraba, pero era demasiado tarde para borrar el daño. Osvaldo, su Osvaldo, estaba roto. Y todo era culpa suya.
Osvaldo se sentó frente a él, con el rostro lleno de cicatrices, visibles y ocultas. Sus ojos ya no tenían la chispa que Daniel recordaba. Esa chispa se había apagado, sustituida por una obsesión malsana, una dependencia que él mismo había alimentado día tras día. Durante meses, había manipulado, torturado emocionalmente a Osvaldo hasta convertirlo en una sombra de sí mismo, solo para darse cuenta de que lo amaba de verdad. Y ahora, cuando finalmente quería liberarlo, no sabía cómo hacerlo sin perderlo.
Plex: (serio, susurra) Te miro y no sé qué hace
Mariana: Por qué ahora? (mira abajo)Por qué decir que lo sientes ahora? Después de todo...
Daniel bajó la mirada, incapaz de responder. Durante tanto tiempo, había pensado que mantener a Osvaldo bajo su control era la única forma de no perderlo. Pero ahora, con Osvaldo completamente quebrado, se daba cuenta de que había estado equivocado. La persona que una vez amó había desaparecido, reemplazada por alguien que no podía vivir sin él, que lo necesitaba de una manera enfermiza. Y eso, lejos de darle la seguridad que buscaba, lo aterraba.
Plex: Porque... me di cuenta de que todo lo que hice fue por miedo (se comienzan a cristalizar los ojos) Miedo a que te fueras, miedo a que te dieras cuenta de que no soy lo que mereces.
Mariana: (lo mira con confusión y tristeza) Eso crees? Que no merezco esto... a ti?
Daniel se levantó de golpe, incapaz de soportar el peso de sus propios sentimientos. Caminó hacia la ventana, observando cómo las gotas de lluvia caían sobre el vidrio, su reflejo distorsionado por el agua.
Plex: No mereces esto. No mereces lo que te hice. Te destruí, Osvaldo... y ni siquiera sé cómo arreglarlo.
El silencio volvió a caer entre ellos, tan frío como el viento que azotaba las calles afuera. Osvaldo se levantó lentamente, sus piernas temblando, y caminó hacia Daniel. Lo observó por un instante, como si tratara de encontrar en él al hombre del que una vez se enamoró. Pero ese hombre parecía tan distante como la vida que habían dejado atrás.
Mariana: Si te vas... (temblando) no sé qué voy a hacer. No puedo estar sin ti, Daniel. Me has hecho... depender de ti, y ahora no sé quién soy si no estoy contigo.
Las palabras de Osvaldo golpearon a Daniel como un puñal. Sabía que todo lo que había hecho había llevado a este momento, que había moldeado a Osvaldo a su imagen, que lo había roto tanto que ahora estaba atado a él de una manera insana. Y sin embargo, esas mismas palabras lo asfixiaban. No quería ser el carcelero de Osvaldo, pero tampoco sabía cómo dejarlo ir.
Mariana: (Se acerca a el y lo toma de la mano) Por favor, no me dejes. No sé cómo vivir sin ti. No sé si quiero...
Daniel sintió cómo el pánico crecía en su interior. Quería decirle que todo estaría bien, que encontrarían la manera de superar esto, pero no estaba seguro de que fuera cierto. No estaba seguro de nada. ¿Podían realmente cambiar, o estaban condenados a repetir el ciclo una y otra vez?
Finalmente, soltó un suspiro pesado, cerrando los ojos por un momento.
Plex: Osvaldo... no puedo seguir haciendo esto. A ti, a mí... Nos estamos destruyendo ya lo dijo Aldo.
Mariana: (lo mira con desesperación y solloza)¡Pero te necesito! No puedes dejarme. No puedes...
Daniel sintió un nudo en la garganta, queriendo huir de todo, pero sabiendo que huir no resolvería nada. Su amor por Osvaldo era real, pero también lo era el veneno que había inyectado en su relación. No sabía si podían salvarse, o si lo que quedaba entre ellos estaba demasiado roto.
La lluvia seguía cayendo, y el sonido parecía envolverlos en una burbuja, aislándolos del resto del mundo.
Plex: (mira a Osvaldo) No quiero hacerte más daño, Osvaldo (dice con tristeza profunda en su voz) Pero no sé cómo detener esto. No sé cómo salvarnos.
Osvaldo apretó la mano de Daniel, sujeta entre las suyas, como si temiera que al soltarla, todo se desmoronaría.
Mariana: No me importa el daño, Daniel. No me importa lo que hemos hecho. Solo te quiero a ti! Seguiremos nuestra vida normal, volveremos a lo nuestro, los streams lo que sea pero juntos!
Y en ese momento, Daniel sintió el peso de una decisión que no sabía si estaba listo para tomar. Podía seguir con Osvaldo, mantenerlo en esa dependencia, pero eso solo los arrastraría más profundo en su espiral destructiva. O podía dejarlo, pero eso significaría enfrentarse a un abismo de incertidumbre y soledad que lo aterraba.
El silencio se alargó, ambos sumidos en sus propios pensamientos, atrapados en la encrucijada de su relación. ¿Podían reconstruirse o estaban destinados a seguir en el ciclo de manipulación y dolor?
Plex: No sé qué hacer.
Y con esas palabras, quedó todo en el aire, mientras el reloj marcaba las horas que seguían su curso, indiferente a sus dudas. La noche continuaba, y aunque ambos sabían que algo tenía que cambiar, ninguno sabía si tenía la fuerza para hacerlo. La lluvia seguía cayendo, como un presagio de lo que estaba por venir, mientras las luces de la ciudad parpadeaban en la distancia, inmutables ante su dolor.
El final queda en sus manos...
1. Se quedan juntos y....
2. Se separan y....
La decisión del final será de ustedes :3
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¿ค๓๏г ๏ ς๏รՇย๓๒гє? //YosoyplexxElmariana
FanfictionPov. Plex. Ese golpe...Un jodido Golpe...hizo que en mi despertara algo que no sabia que había estado ahí desde hace mucho tiempo. Mire a mi oponente, esa mirada profunda llena de concentración, el sudor resbalando por su pálida piel, se apreciaba...