Muy tarde...

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La habitación se sentía asfixiante. El aire era pesado, cargado de emociones que ninguno de los dos podía controlar. Osvaldo caminaba de un lado a otro, respirando con dificultad, sus manos temblorosas tirando de su propio cabello. Las lágrimas ya no eran suficientes para calmar su ansiedad. Se aferraba a la desesperación.

Mariana: Por qué no me dices que me amas?! Por qué no me abrazas?!(Desesperado) 

Daniel lo observaba desde el rincón de la habitación, con los brazos cruzados, tratando de mantener la calma, pero cada vez se sentía más atrapado en el caos que él mismo había ayudado a crear.

Daniel: (se soba el puente de la nariz frustrado)Osvaldo, tienes que calmarte

Había pasado tantas veces por esto, pero ya no sabía cómo manejarlo. Cada vez que intentaba razonar con Osvaldo, solo empeoraba todo.

Mariana: (llorando lo mira) No puedo, no puedo... ¡No puedo vivir sin ti!

Osvaldo se detuvo frente a él, sus ojos rojos de tanto llorar, buscando desesperadamente algún tipo de consuelo que Daniel no sabía cómo dar. Y Daniel, al borde de su propia desesperación, sintió cómo sus propias barreras se desmoronaban.

Plex: (temblando y enfadado) ¡Basta, por favor! (Se acerca a Osvaldo)

Había intentado hablar, intentado razonar, pero todo lo que hacía parecía llevar a Osvaldo más cerca del abismo.

Osvaldo siguió llorando, como si no hubiera escuchado. Las palabras de Daniel no llegaban a él, y la situación se volvía más insoportable a cada segundo. Entonces, Daniel recordó la última vez, cuando lo único que había podido calmarlo fue un golpe. No quería hacerlo de nuevo, pero ya no veía otra salida.

Con un suspiro tembloroso, se acercó y, con la mano firme pero no con toda su fuerza, lo golpeó en la mejilla.

Osvaldo se detuvo de inmediato, el impacto sacudiendo su cuerpo, pero en lugar de retroceder o asustarse, sonrió. Era una sonrisa llena de alivio, como si finalmente hubiera obtenido lo que necesitaba. Se llevó la mano al lugar donde el golpe lo había alcanzado, sus ojos brillando de una extraña mezcla de gratitud y adoración.

Mariana: Gracias... (susurra con voz entrecortada) Sabía que solo me haces esto porque me amas. Si me golpeas... significa que te importo, que no te irás.

Daniel lo miró, el remordimiento invadiendo su cuerpo mientras Osvaldo se arrodillaba ante él, sosteniendo su mano como si el dolor que había recibido fuera una ofrenda de amor. Daniel se sentía atrapado, su mente girando sin saber qué hacer, sin saber cómo salir de esa espiral en la que ambos estaban atrapados.

Plex: Osvaldo... (Confundido y nervioso)

Pero Osvaldo lo interrumpió, levantando la mirada con una devoción ciega.

Mariana: Está bien... mientras sigas aquí conmigo, no importa lo que pase. (Abrazando su mano) Te amo, haré lo que sea, soportaré lo que sea. (Se toca la mejilla) Me dolerá más si te vas.

El cuarto quedó en silencio, solo el eco del golpe resonaba en la mente de Daniel. Mientras Osvaldo lo miraba con una sonrisa agradecida, Daniel sintió un nudo en la garganta. El peso de lo que acababa de hacer, lo que había repetido tantas veces, se derrumbó sobre él de golpe. No pudo contenerse más.

Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos sin previo aviso. Se dejó caer en la cama, cubriéndose el rostro con las manos, intentando sofocar los sollozos, pero no lo logró. Todo se sentía demasiado abrumador, la culpa era insoportable. Había cruzado una línea, una vez más, y no sabía cómo deshacer el daño que había causado.

Plex: Por qué...? (Llorando) Por qué estoy haciendo esto?

Osvaldo, que aún estaba arrodillado frente a él, lo miraba desconcertado. No entendía lo que estaba pasando. Ver a Daniel llorar lo descolocaba completamente; no era algo que sucediera con frecuencia, y su mente, ya frágil, comenzó a girar en círculos.

Mariana: Estás... estás llorando por mí? (Se acerca lentamente tembloroso) , Yo... yo lo siento. No quise hacerlo mal. Te hice enojar, verdad? (Trata de tocarlo inseguro)

Daniel no respondió, seguía ahogado en sus propias lágrimas. El dolor que había causado, la forma en que había controlado y manipulado a Osvaldo hasta este punto, lo estaban devorando por dentro. Pero Osvaldo, incapaz de entender esa culpa, solo pudo asumir que él era el responsable.

Mariana: Perdón, por favor, perdón... (Voz quebrada abraza a Daniel)  No quería hacerte sentir mal. Es mi culpa... siempre lo arruino todo.

Pero esas palabras solo hicieron que Daniel llorara más fuerte. No sabía cómo explicarle a Osvaldo que no era su culpa, que él había sido el causante de todo, y que cada golpe, cada manipulación, había llevado a este momento.

Daniel no pudo soportarlo más. El peso de la culpa lo hundía, lo sofocaba. Sin pensarlo, cayó de rodillas frente a Osvaldo. Sus manos temblaban mientras intentaba tomar las de Osvaldo entre las suyas, pero no pudo controlarse. Los sollozos se hacían más intensos, ahogando sus palabras.

Plex: Perdóname... (Susurra) Por favor, perdóname... (Voz quebrada y comenzando a llorar) No debí... no debí hacerte esto. No sé en qué me convertí... No quería hacerte daño.

Osvaldo, aún confundido, lo miraba sin saber qué hacer. Nunca había visto a Daniel así, tan vulnerable, y eso lo aterraba. En su mente distorsionada, todo seguía siendo su culpa. Si Daniel estaba tan destrozado, era porque él, Osvaldo, lo había arruinado todo. Siempre lo hacía.

Mariana: Daniel... yo... (Traga saliva ) No... no tienes que pedirme perdón. Soy yo quien... yo te hice enojar, verdad? (Comienza a llorar) Todo esto es por mí. Siempre lo arruino... no sé cómo hacer que estés bien conmigo.

Las lágrimas seguían cayendo por el rostro de Daniel. Intentaba hablar, pero las palabras se enredaban en su garganta. Sabía que todo lo que Osvaldo decía estaba errado, que el verdadero culpable era él, pero no sabía cómo convencerlo. Lo había roto de tantas maneras que ahora parecía imposible ayudarlo a ver la realidad.

Plex: No, Osvaldo, no es tu culpa... ( aferrándose a las manos de su pareja ) Yo te hice esto, yo te arrastré a este infierno. No sé cómo pararlo, pero lo siento. Lo siento tanto...

Osvaldo lo observaba con los ojos muy abiertos, el corazón latiendo desbocado. Parte de él quería consolar a Daniel, quería decirle que todo estaría bien, pero otra parte seguía atrapada en su propio sufrimiento. Sentía que había hecho algo irreparable, que no merecía a Daniel. Y, al mismo tiempo, no podía dejar de pensar que si Daniel lloraba, si mostraba ese dolor, tal vez, solo tal vez, aún lo amaba.

Mariana: Yo... yo no sé qué hacer (murmura) Pero, por favor, no te vayas... No me dejes. Si es mi culpa, lo arreglaré, lo prometo...

Daniel se derrumbó por completo, abrazando a Osvaldo con fuerza, sin poder contener más el torrente de culpa y dolor. Pero cuanto más lloraba, más se hundía Osvaldo en la convicción de que todo lo que sucedía era por su propia incapacidad para ser lo que Daniel necesitaba.

Ambos estaban atrapados en un ciclo sin fin, donde la culpa y la manipulación los mantenían atados, sin saber cómo escapar de ese oscuro abismo que habían construido juntos.

...

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⏰ Última actualización: 6 hours ago ⏰

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