Maia.
Para mi sorpresa, la primera semana de clases con Naby no va nada mal. Usamos las lecciones de los lunes y miércoles para conocernos mejor. Me cuenta que le gusta el yoga, hacer punto y vestir de color rosa. También me confiesa que nunca pudo ir a la universidad, pero es una apasionada de la cultura. A pesar de la diferencia de edad, nos entendemos bastante bien, y cuando llega el viernes, estoy incluso emocionada de que sean las seis para ir a su casa.
Que Jungkook nunca esté allí juega definitivamente a mi favor. No volvemos a hablar en toda la semana, pero nos cruzamos varias veces por el campus, ya que nuestras facultades están en la misma zona. Cuando nuestras miradas se cruzan, lo único que hago es tragar saliva y agarrar a Hanna del brazo para que caminemos más rápido, mientras ella se queja porque él no ha vuelto a llamarla.
La única desventaja de todo esto es que, al compaginar los estudios con mi nuevo trabajo a media jornada, casi no me queda tiempo para escribir. Llevo dos semanas sin publicar un nuevo capítulo, y mis lectores empiezan a impacientarse. Como si eso no fuera suficiente, estoy entrando en una especie de bloqueo creativo.
La dichosa escena del espejo.
—Como no te arregles de una vez, vamos a llegar tarde —me advierte Hanna, que se maquilla frente al tocador.
Suspiro y cierro la portátil.
—Nadie llega puntual a las fiestas —respondo, aunque sé que Hanna siempre quiere ser la primera en aparecer.
Aun así, acabo dejando la laptop a un lado porque, me guste o no, sé que no tiene sentido intentar escribir cuando estoy bloqueada. Mi cabeza está llena de ideas, pero ninguna parece encajar.
Me levanto desperezándome, y noto cómo mis músculos están engarrotados de tanto tiempo sentada. Camino hacia el armario para buscar algo que ponerme, pero mi ánimo cae en picada al ver mi ropa. Comienzo a pensar que nada va a quedarme bien. Miro a Hanna de reojo, quien ya ha recogido su cabello en una cola alta y lleva un vestido ajustado rojo que le queda espectacular. Impecable, como siempre.
Así es la dinámica entre nosotras.
Ella es la que llama la atención, la que sale con chicos, hace amigos dondequiera que va, y yo... soy la amiga invisible, colgada de su brazo, intentando desesperadamente caerle bien a alguien. Es frustrante estar rodeada de gente que me hace sentir tan pequeña, casi como si no existiera.
—¿Qué pasa? —Hanna se me acerca por detrás y me pone las manos en los hombros, en un intento de tranquilizarme.
Me libero suavemente de su agarre, sintiendo un nudo en la garganta.
—No creo que ir a esa fiesta sea una buena idea —murmuro, evitando su mirada en el espejo.
—¿Qué? ¿Por qué? —pregunta, casi incrédula—. ¡Nos han invitado!
—Es la fraternidad de Namjoon. Seguro que él estará allí...
—Y justo por eso tenemos que ir —interrumpe con una confianza desbordante—. Vamos a demostrarle que ya no tiene ninguna influencia sobre ti.
Mierda, ojalá fuera así de fácil pienso mientras me observo en el espejo. Si la situación fuera al revés y Namjoon fuera el exnovio de Hanna, ella no dudaría en aparecer en la fiesta para dejarle claro a todo el mundo que le va mucho mejor sin él. En cambio, yo preferiría desaparecer esta noche, dejarle ganar, evitar el conflicto.
—Honestamente prefiero dejarlo ganar esta vez.
—Suerte que yo estoy aquí para evitar que asumas ninguna derrota —me dice Hanna con una mirada fija y segura—. No sin pelear —añade.
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INOLVIDABLES
FanfictionLa vida no es justa, y eso Jeon Jungkook lo sabe muy bien. Después de una dolorosa pérdida, su corazón se ha vuelto hermético, frío e inquebrantable. No le interesa si creen que es el malo de la historia. Maia, por otro lado, nunca se ha sentido la...