Maia.
Las campanillas de la puerta tintinean cuando la empujo para entrar. Es sábado por la mañana, hace calor, y la humedad de septiembre se me adhiere a la piel como una segunda capa. Me paro frente al mostrador, dejando que mi mirada recorra el lugar.
La decoración de Mad Masters tiene ese aire urbano que siempre me ha encantado: paredes grises cubiertas de pósteres, luces cálidas que contrastan con la estética industrial y dos sofás de terciopelo rojo en el recibidor.
Un hombre rapado de piel tatuada sale a recibirme con una sonrisa.
—Hola, preciosa.
—¿Cómo va todo, Jay?
—Bastante bien. —Se apoya en el mostrador y abre lo que imagino que es el cuaderno de citas. Parece cansado, como si llevara demasiadas horas trabajando—. Eres la de la tormenta, ¿verdad?
Asiento con una media sonrisa.
—¿Duele mucho?
No puedo evitar preguntarlo. Jay suelta una risa grave, divertida.
—Será como si te estuvieran pellizcando. Es soportable.
—Espero que seas bueno conmigo.
—Estoy con otro cliente ahora mismo, pero te dejo en buenas manos.
Su expresión se torna traviesa.
—El chico acaba de llegar a la ciudad. Ten paciencia con él. Es un novato —bromea. Luego se fija en lo que sostengo entre las manos y arquea una ceja—. ¿Y eso?
No puedo contener la sonrisa.
—Es para el novato.
Jay me dedica una mirada cómplice antes de salir del mostrador y llamarlo.
Y entonces lo veo.
Lo primero que pienso es que no ha cambiado nada. Pero al mismo tiempo, todo en él parece distinto.
El pelo le ha crecido, y su flequillo ahora le sobresale del gorro, cayéndole sobre la frente. Distingo nuevos tatuajes asomando por el cuello de su camisa. Pero lo que más me golpea es la sensación. La misma que la primera vez. La misma que cada vez.
Cuando Jay nos deja solos, sus ojos oscuros se clavan en los míos. Y el mundo se queda en silencio.
Rodeo mi libro con los brazos y doy un paso hacia él.
—Te he traído esto —digo antes de que pueda hablar.
Una chispa de curiosidad brota en su mirada. Me acerco para dárselo, y cuando nuestros dedos se rozan, una descarga de electricidad me recorre.
—Es el libro que empecé a escribir después de Navidad.
Jungkook frunce el ceño. Sé lo que está pensando. Él no tenía idea de que ya lo había terminado. Y eso que hemos hablado todos los días desde que se fue. Ha sido mi pequeño secreto.
—Creía que no me dejarías leerlo.
—Te dije que lo enviaría a editoriales cuando lo terminara. Y que no te lo dejaría hasta que tuviera noticias. —Hago una pausa, disfrutando del momento—. Pero ahora las tengo.
Sus ojos se abren más de la cuenta.
—Estás de coña.
La sonrisa no me cabe en la cara.
—No lo estoy.
—Maia, eso es...
—Tendrás que dejarme esa ilustración que hiciste. La del atardecer.
Él entreabre los labios, como si le costara procesarlo.
—¿Estás hablando en serio?
—Lee la dedicatoria —lo interrumpo antes de que pueda lanzarse a abrazarme.
Jungkook tarda un segundo en reaccionar, pero después abre la novela encuadernada. Contengo el aliento cuando lo veo pasar la primera página, sintiendo el corazón galopar en mi pecho. Nunca antes había estado tan nerviosa. Nunca antes había querido tanto conocer la reacción de alguien.
Sé el momento exacto en el que la lee. Lo noto en la forma en que su expresión cambia, en la leve tensión de sus hombros, en la forma en que sus labios se separan apenas, como si quisiera decir algo y no encontrara las palabras.
Entonces cierra el libro y me mira. Esos ojos oscuros, tan llenos de cosas que no sé cómo descifrar, vuelven a encontrarme.
—Creía que sería yo el que iría a buscarte a ti.
—No quería que te perdieras.
—Y yo no quería renunciar al honor de hacerte tu primer tatuaje.
Lo que pasó ese día en el aeropuerto, cuando nos despedimos hace nueve meses, nunca se sintió como un final.
Pero esto sí parece el comienzo de algo.
Jungkook hunde las manos en los bolsillos y sonríe apenas.
—Hola de nuevo, chica buena.
—Tipo duro —contesto, y los dos sonreímos.
El corazón se me llena de una infinidad de cosas que nunca seré capaz de describir.
Para Jeon Jungkooky para todos los que saben que el negro
no es solo la ausencia de luz.

ESTÁS LEYENDO
INOLVIDABLES
FanfictionLa vida no es justa, y eso Jeon Jungkook lo sabe muy bien. Después de una dolorosa pérdida, su corazón se ha vuelto hermético, frío e inquebrantable. No le interesa si creen que es el malo de la historia. Maia, por otro lado, nunca se ha sentido la...