Jungkook.
Cuando me despierto, tardo un momento en darme cuenta que no estoy en mi habitación.
El dormitorio en cuestión tiene las paredes blancas y una estantería junto al armario llena de libros. La ventana está sobre el escritorio, y los primeros rayos de sol se cuelan a través de las cortinas entreabiertas. No hay mucha decoración, nada de cuadros, ni posters. Solo un par de cuerdas con fotografías en frente de la cama.
Bostezo con cansancio, y entonces giro la cabeza y me quedo inmóvil.
Maia.
Mierda.
Está acurrucada en la silla del escritorio con las piernas flexionadas, apoyando la mejilla en una mano. Se ha cubierto las rodillas con la camiseta y ha hecho puños con las mangas para resguardarse del frío. Dado que la silla está girada en mi dirección, tengo una visión completa de su rostro en calma. Un par de mechones negros se le han escapado del moño y caen formando ondas sobre su rostro pálido lleno de pecas. Respira con lentitud.
Me quedé dormido en su cama anoche.
Y ella no me despertó.
Por primera vez en una semana, hoy no tengo dolor de cabeza.
De pronto suena la alarma de un móvil y Maia da un salto sobre la silla. Su rostro pierde todo el color cuando abre los ojos y me ve.
—¿Estás despierto? —pronuncia tragando saliva.
Su tono es una mezcla de vergüenza... y culpabilidad.
Se levanta a toda prisa para agarrar su celular, que está sobre la estantería, y quitar la alarma. Mi mirada se clava automáticamente en sus piernas desnudas. Demasiados estímulos para alguien que lleva despierto un par de minutos.
—¿Has dormido en una silla? —pregunto con voz áspera.
Se sobresalta al oírme.
— No. — Se apresura a contestar.—Bueno, yo... quiero decir, tú... me puse a escribir y... y me quedé dormida. Sí, eso —traga saliva otra vez—. ¿Podrías... podrías salir de mi cama, por favor?
Nunca la había visto tan nerviosa. Me quedo mirándola, y Maia enrojece y comienza a moverse por la habitación mientras se deshace del moño y vuelve a recogérselo, esta vez en una coleta. No me pasa desapercibido que hace todo lo posible por evitar el contacto visual.
Bostezando, me arrastro fuera del colchón y me siento en el borde. Noto los músculos pesados, pero es más bien pereza, no cansancio. ¿Cuánto he dormido? ¿Unas seis o siete horas? Después de la semana que he tenido, es como saborear la gloria.
—Ayer me dormí en tu cama y no me despertaste —no es una pregunta, sino una afirmación.
—Me quedé dormida antes que tú.
—No me lo creo.
Creo que se tensa, aunque estoy demasiado ocupado mirándole las piernas como para confirmarlo.
—Dejando de lado lo mala mentirosa que eres —continuo—, todavía no entiendo lo de la silla.
—No iba a meterme en la cama contigo.
—Lo dices como si hubiera sido la primera vez.
—Es diferente.
Enarco las cejas al oírla. Maia se ha puesto a ordenar la habitación.
—La última vez los dos estábamos despiertos.
Mi sudadera está doblada sobre el escritorio. Me la lanza sin mirarme.
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INOLVIDABLES
FanfictionLa vida no es justa, y eso Jeon Jungkook lo sabe muy bien. Después de una dolorosa pérdida, su corazón se ha vuelto hermético, frío e inquebrantable. No le interesa si creen que es el malo de la historia. Maia, por otro lado, nunca se ha sentido la...