El proyecto de pociones fue un éxito, pero lo que habían creado juntas era mucho más que una simple mezcla mágica.
Después de aquel beso, las cosas entre Hermione y Pansy cambiaron drásticamente, aunque no de manera inmediata. En los días que siguieron, ambas intentaron mantener la apariencia de normalidad, pero la tensión entre ellas había adquirido una nueva dimensión. Ya no era hostilidad ni competencia; ahora, cada vez que sus miradas se encontraban en los pasillos de Hogwarts o en la biblioteca, había una carga eléctrica innegable.
Hermione se encontraba en una encrucijada emocional. Por un lado, siempre había sido lógica y racional. Pensaba las cosas antes de actuar, analizaba los hechos y luego tomaba decisiones. Pero lo que estaba sucediendo con Pansy la había pillado completamente desprevenida. No sabía cómo manejar los sentimientos que habían surgido tan repentinamente, ni cómo procesar que la persona a la que había considerado su enemiga durante tanto tiempo era ahora la única que ocupaba sus pensamientos
Pansy, por su parte, no era tan buena ocultando lo que sentía. En cuanto se separaban después de esos encuentros cargados de tensión, se encontraba a sí misma repasando cada detalle, cada gesto y cada palabra. Sus emociones eran un torbellino que no podía controlar. Su fachada fría e imperturbable se había agrietado, y no sabía cómo recomponerla
