Después de varios años de matrimonio, en los que Hermione y Pansy disfrutaron de su vida juntas y de sus carreras, llegó el momento en que ambas comenzaron a hablar sobre formar una familia. El deseo de ser madres fue creciendo de manera natural entre ellas, especialmente después de haber pasado tanto tiempo compartiendo sus vidas y construyendo un hogar lleno de amor y comprensión.Hermione, siempre meticulosa, se dedicó a investigar todas las opciones que tenían a su disposición en el mundo mágico para concebir hijos juntas. Sabían que querían formar una familia que reflejara el amor que compartían, y después de considerar varias posibilidades, finalmente optaron por un hechizo ancestral que permitía a dos mujeres concebir juntas, uniendo mágicamente parte de su esencia en un niño o niña.
El proceso fue largo, pero cuando finalmente llegó el momento, Pansy fue quien quedó embarazada primero. Hermione estuvo a su lado durante todo el embarazo, cuidándola, preocupándose por cada pequeño detalle y asegurándose de que Pansy estuviera cómoda y feliz
La llegada de su primera hija fue un evento lleno de emoción y alegría. La llamaron Astrid, un nombre que ambas habían escogido con cariño. Desde el momento en que nació, Astrid se convirtió en el centro de su mundo. Tenía los ojos brillantes de Hermione y una risa traviesa que Pansy decía que había heredado de ella.
Astrid creció en un hogar donde el amor era el pilar fundamental. Hermione y Pansy se aseguraron de que su hija supiera que siempre estaría rodeada de amor, protección y apoyo. Desde pequeña, Astrid mostró un gran interés por los libros, algo que hizo sonreír a Hermione, quien la llevaba con frecuencia a la biblioteca para enseñarle todo lo que pudiera sobre magia, historia y el mundo. Sin embargo, también tenía una vena rebelde y una confianza arrolladora que claramente había heredado de Pansy. Aunque la pequeña Astrid a veces desafiaba las reglas, siempre lo hacía con un brillo en los ojos que hacía que Pansy se sintiera orgullosa