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Cuando entraron en la mansión, el ambiente estaba cargado de tensión. El sonido de sus pasos resonaba por los pasillos vacíos, y ambas sentían que el enfrentamiento estaba a la vuelta de la esquina. No tuvieron que esperar mucho para confirmar sus sospechas.

Al llegar al gran salón, los padres de Pansy estaban esperándolas. La señora Parkinson tenía una expresión de frialdad implacable, mientras que el señor Parkinson, como era habitual, mantenía su severa postura, mirándolas con desaprobación.

-Así que al final has vuelto -dijo la señora Parkinson con una voz helada-. Y no sola, veo.

Pansy tragó saliva, sintiendo el peso de la mirada de sus padres. Hermione apretó su mano con fuerza, dándole el apoyo que tanto necesitaba.

-He tomado una decisión -dijo Pansy, levantando la barbilla con valentía-. Y quiero que lo sepan: no me voy a retractar.

La señora Parkinson alzó una ceja, como si estuviera estudiando cada palabra de su hija.

-¿De qué decisión hablas, Pansy? -preguntó su madre con una calma calculada, pero su tono denotaba un peligro subyacente.

-De Hermione y de mí -respondió Pansy, su voz temblorosa pero firme-. Estamos juntas. Y no voy a seguir pretendiendo que no es así. No importa lo que ustedes piensen, esto es lo que quiero.

Hubo un silencio mortal en la sala. El señor Parkinson se mantuvo en silencio, pero la expresión en su rostro se endureció aún más, si es que eso era posible. La señora Parkinson, por otro lado, dejó escapar una pequeña risa amarga.

-¿Juntas? -repitió con desdén-. Pansy, esto es absurdo. Esto no es más que una fase que estás atravesando. No puedo creer que estés dispuesta a arruinar tu futuro por algo tan... trivial.

Pansy apretó los puños, luchando por mantener la compostura. Hermione, que había permanecido en silencio, decidió intervenir.

-Esto no es trivial -dijo Hermione con firmeza-. Ustedes no tienen el derecho de decidir lo que Pansy siente o cómo debe vivir su vida. Ella ha tomado su decisión, y es hora de que lo acepten.

La señora Parkinson giró su mirada hacia Hermione, su expresión llena de desdén.

-Tú -dijo con desprecio-. Siempre supe que eras una mala influencia. Desde que Pansy se dejó arrastrar por tus ideas, ha dejado de ser la hija que conocíamos. ¿Crees que puedes venir aquí y destruir lo que hemos construido?

-No estoy destruyendo nada -respondió Hermione, manteniendo la calma-. Pansy sigue siendo la misma persona, solo que ahora está siendo honesta consigo misma

El silencio volvió a caer sobre la sala, pero esta vez, la señora Parkinson no pudo ocultar la ira que se gestaba en su interior. Se levantó de su asiento, mirando a su hija con una mezcla de decepción y rabia.

-Si decides seguir con esto, Pansy -dijo, con una frialdad que cortaba como un cuchillo-, entonces ya no eres bienvenida en esta casa. No puedo permitir que sigas deshonrando a nuestra familia de esta manera.

Pansy sintió que el mundo se tambaleaba bajo sus pies. Aunque sabía que esto podía suceder, escucharlo de los labios de su madre lo hacía mucho más real, mucho más doloroso. Pero antes de que pudiera flaquear, Hermione le apretó la mano una vez más, dándole la fuerza que necesitaba.

-Si esa es su decisión, entonces lo acepto -dijo Pansy, su voz más firme de lo que se sentía por dentro-. No puedo seguir viviendo bajo las reglas de una familia que no me acepta como soy.

La señora Parkinson abrió la boca para replicar, pero fue interrumpida por el señor Parkinson, quien finalmente habló.

-Si te vas ahora, Pansy -dijo con voz grave-, no habrá marcha atrás. No esperes que te recibamos nuevamente con los brazos abiertos.

Pansy lo miró, sabiendo que lo que decía era cierto. Sin embargo, ya no había vuelta atrás. Con un último suspiro, asintió lentamente.

-Lo entiendo -dijo-. Pero no puedo seguir viviendo una vida que no es la mía.

Hermione sintió una mezcla de orgullo y tristeza por Pansy. Sabía lo difícil que era para ella dar ese paso, pero también sabía que era el necesario.

Sin decir una palabra más, Pansy se giró hacia Hermione, y juntas salieron de la mansión. El aire frío de la noche las envolvió cuando cerraron la puerta detrás de ellas, y por primera vez en mucho tiempo, Pansy sintió que podía respirar.

-¿Estás bien? -preguntó Hermione, mirando a Pansy con preocupación.

Pansy asintió, aunque sus ojos estaban llenos de lágrimas. Sabía que acababa de perder a su familia, al menos temporalmente, pero también sabía que había ganado algo más importante: su libertad y el amor de Hermione.

-Sí -dijo Pansy con una pequeña sonrisa-. Estoy bien.

Y mientras caminaban juntas hacia un futuro incierto, ambas sabían que, sin importar lo que ocurriera, enfrentarían lo que viniera, juntas

Amor Prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora