A medida que Astrid crecía, Hermione y Pansy empezaron a pensar en tener otro hijo. Esta vez, Hermione fue quien decidió quedar embarazada, y nueve meses después, nació su segundo hijo, al que llamaron Leon, un nombre fuerte y lleno de significado para ambas. Leon tenía el cabello oscuro y ondulado como el de Pansy, pero había algo en sus ojos que reflejaba la inteligencia y la determinación de Hermione.Con la llegada de Leon, su familia se sintió completa. Hermione y Pansy se apoyaban mutuamente en la crianza de sus hijos, alternando sus responsabilidades entre sus carreras y el cuidado de Astrid y Leon. Cada uno de sus hijos trajo consigo una energía única: mientras Astrid era curiosa, inquieta y extrovertida, Leon era más tranquilo, pero siempre observador, analizando el mundo a su alrededor antes de actuar.
A pesar de las diferencias en sus personalidades, Astrid y Leon compartían un vínculo especial. Astrid se sentía protectora de su hermano menor, y a menudo se aseguraba de que Leon estuviera incluido en todos sus juegos y aventuras. Leon, por su parte, admiraba a su hermana mayor y la seguía a todas partes, aunque a veces prefería quedarse en silencio, observando cómo ella lideraba el camino.
Pansy y Hermione se encontraban disfrutando de la maternidad de una manera que nunca hubieran imaginado. Hermione adoraba enseñarles cosas nuevas a sus hijos, leerles antes de dormir y responder a todas sus interminables preguntas. Pansy, aunque más relajada en su enfoque, era la madre que siempre encontraba una forma divertida de resolver los problemas, creando pequeñas travesuras que hacían que sus hijos se rieran a carcajadas
A medida que los niños crecían, las dos mujeres aprendieron que la maternidad era tan desafiante como gratificante. Hubo noches de insomnio, momentos de dudas, y algunas diferencias en cómo manejar ciertas situaciones, pero siempre se apoyaron mutuamente, sabiendo que su amor era la base sólida sobre la que su familia estaba construida.