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Mientras tanto, en Gryffindor, las cosas no iban mucho mejor para Hermione. Aunque Harry se mantenía a su lado, Ron había comenzado a distanciarse. Estaba claro que no sabía cómo manejar la situación, y cada vez que se mencionaba a Pansy, su incomodidad era palpable.

-No entiendo qué ves en ella, Hermione -dijo Ron una tarde en la sala común, con los brazos cruzados y el ceño fruncido-. Es una Slytherin. Ha sido horrible contigo desde el primer año.

Hermione, sentada en una de las sillas junto al fuego, suspiró profundamente. Sabía que esta conversación llegaría tarde o temprano, pero eso no lo hacía más fácil

-Las personas cambian, Ron. Y no todo es blanco o negro. Pansy no es la misma persona que conocimos en primer año, y yo tampoco lo soy -respondió con calma, intentando que su voz no revelara lo mucho que le dolía la distancia que sentía entre ellos.

-¿Cambiar? -repitió Ron, incrédulo-. ¿Cómo puede alguien como ella cambiar? Siempre ha sido arrogante y cruel, y ahora, de repente, ¿tú la defiendes?

Hermione lo miró fijamente, tratando de mantener la paciencia.

-Sí, la defiendo, porque la conozco mejor de lo que tú la conoces. Y lo que siento por ella es real, Ron. No tienes que entenderlo ni aprobarlo, pero al menos deberías respetarlo.

Ron se quedó en silencio por un momento, claramente luchando con lo que acababa de escuchar. Finalmente, sacudió la cabeza y se levantó de su asiento.

-No sé, Hermione... esto es demasiado raro para mí -dijo antes de marcharse, dejando a Hermione sentada sola frente al fuego.

El aislamiento empezaba a afectar a ambas. Aunque Hermione y Pansy se encontraban cada vez más a menudo en privado, la tensión en sus respectivos círculos sociales las agotaba. Cada encuentro secreto, cada beso a escondidas, parecía más peligroso que el anterior. No podían dejar de mirar por encima de sus hombros, temiendo ser descubiertas de nuevo

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