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El tiempo pasó rápidamente, y las vacaciones de Navidad llegaron antes de lo esperado. Pansy se había estado preparando mentalmente para el inevitable enfrentamiento con su madre, pero cuanto más se acercaba el día de su regreso a casa, más pesada se volvía la carga en su pecho. Hermione, por su parte, trataba de ser fuerte por las dos, manteniéndose cerca de Pansy en todo momento, aunque el miedo de lo que vendría la consumía lentamente.

El último día antes de las vacaciones, ambas se encontraban en el andén de la estación de Hogsmeade, esperando el tren que llevaría a los estudiantes de regreso a casa. La nieve caía suavemente, cubriendo el suelo en una capa blanca y silenciosa. Las risas y charlas de los demás estudiantes contrastaban con el ambiente de tensión entre ellas.

Pansy estaba notablemente callada, sus manos temblaban levemente dentro de los bolsillos de su abrigo mientras miraba hacia la distancia, como si estuviera contemplando todo lo que estaba a punto de enfrentar. Hermione permanecía a su lado, aunque sabía que no había mucho que pudiera decir en ese momento.

Finalmente, Pansy rompió el silencio.

-Voy a hacerlo, Hermione -dijo, su voz apenas un susurro-. Voy a hablar con mi madre. Le voy a decir que lo que siento por ti es real, y que no me va a hacer cambiar de opinión.

Hermione la miró, con el corazón en la garganta.

-¿Estás segura? -preguntó suavemente-. No quiero que hagas nada que no estés lista para hacer.

Pansy asintió, aunque había una sombra de miedo en sus ojos.

-No puedo seguir ocultándolo. No puedo seguir viviendo esta mentira. Si mi familia no puede aceptarme por quien soy... entonces tendré que seguir adelante sin ellos.

Hermione sintió una mezcla de orgullo y temor por Pansy. Sabía lo difícil que sería para ella enfrentarse a su madre, pero también sabía que no podía detenerla. Este era su momento de tomar el control de su vida, y Hermione estaría ahí para apoyarla, sin importar lo que sucediera.

El tren llegó, y las puertas se abrieron con un chirrido suave. Pansy tomó una respiración profunda antes de girarse hacia Hermione.

-Te escribiré en cuanto llegue -dijo, con una sonrisa tensa-. Y, si las cosas se ponen feas, tal vez me tome tu oferta de pasar Navidad contigo.

Hermione le devolvió la sonrisa, aunque su corazón estaba apretado de preocupación.

-Estaré esperando. Y recuerda, pase lo que pase, no estás sola.

Pansy asintió, y tras un último beso, subió al tren. Hermione la observó alejarse mientras el tren se ponía en marcha, su silueta desapareciendo lentamente entre los vagones. El vacío que dejó Pansy la hizo sentir más sola de lo que había imaginado, y aunque sabía que era lo correcto, el miedo de lo que pudiera pasar durante esas vacaciones la consumía

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