Capítulo 26: Preparativos

25 5 0
                                    

El ambiente en la base de la Liga de Villanos era tenso

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El ambiente en la base de la Liga de Villanos era tenso. A pesar de la reciente emoción por la próxima celebración del cumpleaños de Erina, una sombra de preocupación se cernía sobre Shigaraki mientras sostenía a su hija en brazos. La pequeña, con los ojos llenos de lágrimas, se acurrucaba contra su pecho, su llanto apagado resonando en el silencio.

—¿Qué sucede, princesa? —preguntó Shigaraki, acariciando suavemente su cabello. Su voz era suave, tratando de calmarla en medio de su angustia.

Erina levantó la cabeza, sus ojos brillando con el dolor. Aún le faltaba un diente en la parte frontal, y podía sentir el malestar en sus encías.

—Papá, me duelen mucho las encías. —Su voz era apenas un susurro, pero el desconsuelo era evidente. A medida que las lágrimas caían, Shigaraki sintió una punzada en el corazón. No podía soportar ver a su hija sufrir.

—¿Dónde te duele, mi amor? —inquirió, manteniéndola cerca mientras se sentaba en el sofá, buscando una posición cómoda para ambos.

Erina señaló su boca, su pequeño gesto cargado de frustración.

—Aquí… —murmuró, tocándose las encías con un dedito, y su rostro se contorsionó en un gesto de dolor.

Shigaraki frunció el ceño. Recordaba cómo, cuando era pequeño, también había sufrido dolores similares al perder sus dientes de leche. La idea de que su hija estuviera experimentando esa incomodidad lo llenó de preocupación.

—Lo siento mucho, Erina. —dijo, intentando calmarla mientras pensaba en qué hacer. —Sé que duele, pero esto es parte de crecer. Pronto te saldrán nuevos dientes, y serán aún más fuertes.

La pequeña lo miró, sus ojos llenos de dudas y lágrimas, sin poder comprender del todo. La idea de que el dolor fuera necesario para algo bueno no parecía consolarla en ese momento.

—¿Puedo hacer algo para que te sientas mejor? —preguntó Shigaraki, intentando pensar en una solución. Aún recordaba lo que le ayudaba a él: el frío.

—Quiero… —comenzó Erina, pero las palabras se perdieron en un sollozo.

—Ya sé. —Shigaraki se levantó con cuidado, asegurándose de que su hija estuviera bien sujeta en sus brazos. —Voy a buscar algo frío que te ayude.

Se dirigió a la cocina y abrió el congelador. Después de unos momentos de búsqueda, sacó una pequeña bolsa de hielo, envolviéndola en un paño suave para que no estuviera demasiado fría para su piel delicada. Regresó al sofá y se sentó de nuevo, acomodando a Erina en su regazo.

—Aquí tienes, princesa. Esto debería ayudarte un poco. —Le colocó la bolsa contra la mejilla, con cuidado de no lastimarla.

Erina lo miró, su curiosidad reemplazando momentáneamente el dolor.

—¿Es para mí? —preguntó con voz temblorosa.

—Sí, es para ti. Solo relájate y déjalo ahí un momento. —Shigaraki sonrió, observando cómo su hija cerraba los ojos, disfrutando del alivio que el frío le traía.

𝐓𝐡𝐞 𝐃𝐞𝐣𝐚 𝐕𝐮 || ˢʰᶤᵍᵃʳᵃᵏᶤ ᵗᵒᵐᵘʳᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora