El reloj en la base marcaba las 4 a.m., y todo estaba en completo silencio, salvo por el suave zumbido de la maquinaria que mantenía la base funcionando. La mayoría de los villanos dormían, cansados después de otro largo día. En su cuarto, Shigaraki dormía profundamente en su cama, su respiración tranquila y uniforme.
Pero esa tranquilidad no iba a durar mucho más.
—Papi... —una pequeña voz susurró en la penumbra de la habitación.
Erina estaba de pie junto a la cama, con su peluche favorito en brazos, sacudiendo suavemente el brazo de Shigaraki. Con sus ojos medio cerrados por el sueño, lo miraba con urgencia.
—Papi... tengo sed.
Shigaraki gruñó en su sueño, apenas consciente de lo que pasaba, pero la persistencia de Erina lo sacó lentamente de su descanso. Entreabrió los ojos, notando la silueta de la niña a su lado.
—¿Qué...? —murmuró, su voz áspera y adormilada.
—Quiero mi biberón —dijo Erina, esta vez con un poco más de insistencia, su pequeña mano aún aferrada a la manga de la camiseta de su padre.
Shigaraki cerró los ojos de nuevo, deseando ignorar la petición, pero no podía dejar a Erina con sed, y menos a esa hora. Suspiró, sintiendo el peso del cansancio sobre sus hombros mientras se sentaba lentamente en la cama, pasándose una mano por el rostro para despejarse.
—Está bien, está bien... —murmuró, levantándose con pesadez.
Erina lo siguió de cerca, sus pasitos ligeros resonando en el suelo mientras Shigaraki se dirigía hacia la cocina improvisada de la base. Encendió una pequeña lámpara para no despertar a los demás. Agarró uno de los biberones y lo llenó con leche tibia de la nevera, todo mientras Erina lo observaba pacientemente desde la mesa.
—Aquí tienes —dijo, tendiéndole el biberón a la niña una vez que estuvo listo.
Erina lo tomó con ambas manos, con una sonrisa de satisfacción, y rápidamente comenzó a beber, apoyándose en la pierna de Shigaraki como si fuera lo más natural del mundo. Él, aún somnoliento, se dejó caer en una silla, observándola mientras bebía.
La pequeña, envuelta en su pijama, estaba tan tranquila y absorta en su biberón que Shigaraki no pudo evitar quedarse un rato mirándola. Había algo casi irónico en la situación: él, un líder de villanos, sentado a las 4 de la mañana atendiendo a una niña pequeña, dándole un biberón.
—¿Ya estás mejor? —preguntó, frotándose los ojos con cansancio.
Erina asintió, sin despegar la boca del biberón. Cuando terminó de beber, dejó escapar un pequeño suspiro de alivio y le devolvió el biberón vacío a Shigaraki.
—Gracias, papi —dijo, susurrando como si comprendiera que era demasiado temprano para hablar fuerte.
Shigaraki suspiró nuevamente, pero esta vez con un toque de resignación. Se levantó y tomó la mano de Erina, llevándola de vuelta a su habitación.
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𝐓𝐡𝐞 𝐃𝐞𝐣𝐚 𝐕𝐮 || ˢʰᶤᵍᵃʳᵃᵏᶤ ᵗᵒᵐᵘʳᵃ
Fanfic"Al mirarla siento que he vivido lo mismo que ella, pero a mi nadie me salvo en realidad"