Shigaraki estaba sentado en una vieja silla de la base de la Liga de Villanos, con Erina acurrucada a su lado en las mantas que había conseguido para ella. La niña seguía vistiendo la única prenda que había llevado cuando la encontró, un vestido gastado y rasgado que apenas cubría su delgado cuerpo. A cada momento, Shigaraki se encontraba más incómodo con la situación. Ella no podía seguir así, no cuando había pasado por tanto y necesitaba algo más que refugio temporal.
Había hablado con Kurogiri unos días antes, pidiéndole que consiguiera ropa nueva para la niña. No era una petición usual para ellos, pero Kurogiri, como siempre, había seguido las órdenes sin hacer preguntas.
Un portal de niebla se formó lentamente frente a Shigaraki, y Kurogiri emergió con su habitual calma. Llevaba consigo un par de bolsas llenas de ropa de niña, que depositó a los pies de su líder.
—Aquí tienes, Shigaraki Tomura —dijo Kurogiri con su tono profundo y profesional—. Como solicitaste, he conseguido algunas prendas de niña de su talla. Deberían ser adecuadas.
Shigaraki asintió sin mirarlo, sus ojos enfocados en la pequeña que dormía a su lado. A pesar de la incomodidad de su entorno, Erina parecía más tranquila que antes, aunque los rastros de su trauma aún eran evidentes. Sabía que las cosas no mejorarían de la noche a la mañana, pero al menos podía proporcionarle lo básico, empezando por algo más digno para vestirse.
—Gracias —murmuró Shigaraki, tomando una de las bolsas. No era de su estilo agradecer, pero la situación lo ameritaba.
Kurogiri inclinó la cabeza ligeramente antes de retirarse en silencio, dejando a Shigaraki con la ropa. Al abrir la primera bolsa, se encontró con una selección de prendas: pequeños pantalones, camisetas, un par de vestidos sencillos, y ropa interior nueva, todo cuidadosamente elegido. Se notaba que Kurogiri había pensado en lo que podría necesitar una niña de esa edad.
Shigaraki no era exactamente alguien acostumbrado a cuidar de otros, y menos de una niña. Todo esto le parecía ajeno, fuera de su zona de confort. Pero al ver la expresión pacífica de Erina mientras dormía, sabía que estaba haciendo lo correcto.
—Despierta, niña —dijo, agachándose para sacudirla suavemente. Los ojos rojos de Erina se abrieron lentamente, parpadeando con cansancio. Al verlo sosteniendo la ropa nueva, se incorporó, aunque aún algo insegura.
Shigaraki le ofreció una camiseta y unos pantalones.
—Vamos a cambiarte. No puedes seguir con eso puesto.
Erina observó la ropa con curiosidad y luego, tímidamente, extendió las manos para tomar las prendas. Shigaraki se dio la vuelta, dándole algo de privacidad mientras ella luchaba por quitarse el vestido viejo y ponerse la nueva ropa. Le llevó unos minutos, pero cuando terminó, se veía algo más cómoda. La camiseta le quedaba un poco grande, pero era mejor que lo que había tenido antes.
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𝐓𝐡𝐞 𝐃𝐞𝐣𝐚 𝐕𝐮 || ˢʰᶤᵍᵃʳᵃᵏᶤ ᵗᵒᵐᵘʳᵃ
Fanfiction"Al mirarla siento que he vivido lo mismo que ella, pero a mi nadie me salvo en realidad"