Shigaraki nunca había sido de los que disfrutaran salir al aire libre, menos a un parque. El ruido de la gente, los niños corriendo y gritando, las risas y el bullicio en general le resultaban insoportables. Sin embargo, hoy era diferente. Hoy lo hacía por Erina.
Con la pequeña agarrada de su mano, caminó por las calles hasta llegar a un parque cercano. La niña iba emocionada, su vestido lila ondeando con cada paso que daba, mientras sus zapatillas negras golpeaban el suelo con suavidad. En su cabello, un torpe moño hecho por el propio Shigaraki se tambaleaba ligeramente. Aunque no era perfecto, Erina parecía contenta con el esfuerzo de su padre.
Por su parte, Shigaraki intentaba pasar desapercibido, llevando una sudadera con capucha para ocultar su rostro y evitar ser reconocido. No quería problemas hoy, no cuando lo único que deseaba era que Erina tuviera un momento de tranquilidad fuera de la oscura base en la que vivían.
Al llegar al parque, Erina soltó su mano y miró a su alrededor, maravillada. Nunca había visto algo así: los árboles altos, el césped verde, los columpios y toboganes llenos de niños jugando y riendo. Era un mundo completamente diferente al que ella conocía, uno lleno de colores y vida.
—Papá, ¿qué es todo esto? —preguntó Erina, sus grandes ojos observando cada rincón con curiosidad.
Shigaraki se detuvo un momento, mirándola. A pesar de su usual actitud fría y distante, no podía evitar sentir una punzada de ternura al ver la inocencia de la niña.
—Es un parque, Erina —respondió, sin dejar de vigilar a su alrededor—. Los niños vienen aquí a jugar.
Erina asintió, como si procesara esa nueva información. Luego, con una sonrisa, comenzó a correr hacia los columpios, aunque de vez en cuando se detenía y miraba hacia atrás para asegurarse de que Shigaraki la seguía de cerca.
Shigaraki se sentó en una banca cercana, observándola desde una distancia prudente mientras ella exploraba el parque. La pequeña se acercaba tímidamente a los otros niños, pero rápidamente volvía a su lado, insegura de cómo interactuar con ellos. Era evidente que, aunque estaba emocionada, también se sentía algo abrumada.
Un grupo de niños se acercó a los columpios donde estaba Erina, y por un momento, ella los observó en silencio, como si no supiera qué hacer. Shigaraki, desde su lugar, la animó con un leve gesto de cabeza.
—Ve a jugar si quieres —le dijo suavemente, aunque sabía que las interacciones sociales no eran su punto fuerte.
Erina finalmente se subió a uno de los columpios, sus pequeñas manos aferrándose a las cadenas mientras intentaba impulsarse. No lo lograba del todo, pero estaba disfrutando el intento. Shigaraki, aunque incómodo en ese ambiente, sintió una leve satisfacción al verla feliz, aunque fuera por algo tan simple como un columpio.
Con el tiempo, el sol comenzó a bajar, y Shigaraki decidió que era momento de regresar a la base. Caminó hacia donde Erina estaba, y la levantó del columpio con facilidad.
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𝐓𝐡𝐞 𝐃𝐞𝐣𝐚 𝐕𝐮 || ˢʰᶤᵍᵃʳᵃᵏᶤ ᵗᵒᵐᵘʳᵃ
Фанфик"Al mirarla siento que he vivido lo mismo que ella, pero a mi nadie me salvo en realidad"