¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Era un día soleado y Erina caminaba de la mano de Shigaraki por las calles de la ciudad, disfrutando de la libertad que le brindaba estar fuera de la base. Llevaba puesto un vestido de color lila que le había regalado su padre y zapatillas blancas que la hacían saltar con alegría en cada paso. Shigaraki, con su sudadera oscura y la capucha puesta, intentaba mezclarse con la multitud y asegurarse de que Erina no se alejara demasiado.
—Mira, papá, ¡un perrito! —exclamó Erina, señalando a un pequeño perro que corría detrás de su dueño.
Shigaraki sonrió mientras observaba a su hija emocionarse. Era refrescante ver su alegría en un mundo tan caótico, y por un momento, se sintió un poco más humano. Sin embargo, su tranquilidad no duró mucho.
De repente, un rostro familiar apareció a la distancia. Era Overhaul, su antigua amenaza. Sus ojos se encontraron y, en un instante, el tiempo pareció detenerse. Shigaraki sintió que su corazón se aceleraba y, al ver a Overhaul acercarse, el instinto de proteger a Erina se apoderó de él.
—Erina —dijo, con voz firme, pero con un leve temblor de preocupación—. Quédate cerca de mí.
Sin embargo, antes de que pudiera reaccionar, Erina se asustó al ver a Overhaul. Con un grito, soltó la mano de su padre y salió corriendo en la dirección opuesta.
—¡Espera! —gritó Shigaraki, intentando seguirla, pero la multitud lo hizo tropezar un momento. Cuando finalmente logró despejarse, Erina ya había desaparecido de su vista.
En medio del caos, el miedo se apoderó de él. La imagen de su hija corriendo lejos de él lo hizo sentir un nudo en el estómago. Tenía que encontrarla.
Mientras tanto, Erina corría con todas sus fuerzas. Sin saber a dónde iba, su instinto de huir la llevó a un callejón oscuro y estrecho. Agitada y asustada, se escondió dentro de una caja de cartón que un super de al lado había desechado. La oscuridad la envolvió, y su corazón latía con fuerza mientras contenía la respiración, intentando no hacer ruido.
—¿Papá? —susurró, su voz temblando.
Pasaron algunos minutos que se sintieron como horas. En su mente, la imagen de Overhaul seguía presente, y se acurrucó más en la caja, intentando calmarse.
Al poco tiempo, Shigaraki finalmente encontró el callejón. El sudor perlaba su frente mientras buscaba con ansiedad a Erina. Al ver una caja de cartón ligeramente movida, sintió una punzada de esperanza. Se acercó y, sin pensarlo, levantó la tapa.
—Erina —llamó suavemente, intentando sonar calmado. Cuando vio la pequeña figura temblorosa dentro, su corazón se rompió un poco—. ¿Estás bien?
Erina levantó la mirada, con los ojos llenos de lágrimas. Al verlo, dejó escapar un sollozo y se lanzó a sus brazos.
—¡Papá! —exclamó, aferrándose a él como si temiera que pudiera desaparecer.