59. Conversaciones a medias

178 23 7
                                    

Joaco llegó a la casa de Julián con el corazón aún agitado por lo que había vivido con Lautaro. Entró y se dejó caer en el sillón, sintiendo que las palabras que llevaba dentro necesitaban salir.

—¿Todo bien? —exclamó Julián, pero al notar la expresión seria en el rostro de Joaco, su sonrisa se desvaneció.

—Más o menos... —respondió Joaco, dejando escapar un suspiro pesado sintiéndose de pronto agotado. —Hablé con Lautaro.

—¿Y qué pasó? —preguntó Julián, sentándose en una esquina del sillón, listo para escuchar.

Joaco se pasó una mano por el pelo, tratando de ordenar sus pensamientos. —Estuvimos juntos... ya sabes, en la cama. Pero cuando terminó, empezó a mostrarme fotos de sus amigos solteros, y... —se interrumpió, sintiendo que el dolor en su pecho regresaba con fuerza—. Me dolió más de lo que pensé.

—¿Por qué? —preguntó Julián, con preocupación.

—Porque cuando me dijo que capaz tenía que salir con alguien más para olvidarse de lo que siente por mí... me sentí como un estúpido. —Joaco se pasó la mano por la cara, frustrado—. Si no es con Lautaro, no creo que pueda ponerme de novio con nadie. No puedo, Juli, me cuesta un montón.

Julián asintió, intentando entender el dilema de su amigo. —¿Y qué querés hacer ahora?

—No sé... Hablemos de otra cosa. ¿Qué onda con vos y Enzo? —preguntó Joaco, tratando de desviar el tema hacia su amigo.

—Nada, seguimos con el break, y no hemos hablado más desde eso. Es raro. Lo extraño, pero también no sé si estoy listo para volver.

—¿Por qué no hablás con él? —sugirió Joaco, sintiéndose un poco culpable por no haber estado más presente en la situación de Julián.

—Porque... tengo miedo de que las cosas no cambien. —Julián se pasó una mano por el cabello, frustrado. —No sé si estoy listo para arriesgarme.

Joaco lo miró, reconociendo la lucha interna de su amigo. —Tené cuidado, Juli. A veces, lo que más queremos es lo que más nos asusta.

—Sí... —Julián se quedó en silencio, dejando que las palabras de Joaco resonaran en su mente. —Y, ¿vos qué vas a hacer con Lautaro?

—No sé, creo que voy a intentar hablar con él. A veces siento que no le importo tanto, pero lo quiero, Juli. —La tristeza en su voz era palpable.

—Sos un buen tipo, Joaco. Si él no ve lo que tiene, es un idiota.

Joaco sonrió débilmente. —Gracias, hermano. No sé qué haría sin vos.

—Bueno, hablemos de algo más alegre. ¿Qué tal el nuevo juego que compraste? —Julián cambió de tema, tratando de aligerar la atmósfera.

Los dos amigos se sumergieron en la conversación, un alivio temporal para las cargas que cada uno llevaba. Aunque sabían que había muchas cosas por resolver en sus vidas, en ese momento, el apoyo mutuo era suficiente para seguir adelante.

Julián se levantó del sofá, sintiendo la necesidad de romper el silencio pesado que se había instalado entre ellos. —Che, tengo una botella de vino que dejaron mis viejos. Si querés, podemos quedarnos a tomarla y ahogar las penas juntos.

Joaco esbozó una pequeña sonrisa, agradecido por la oferta. —No suena tan mal. Al final, es mejor que quedarme pensando en todo esto.

Julián fue a la cocina, sacó la botella y dos copas, y volvió al sofá. Abrió el vino y llenó las copas mientras Joaco se acomodaba, sintiendo la calidez del lugar y la compañía de su amigo. —Por el amor, los ex y todas esas cosas que nos rompen la cabeza—, dijo Julián, alzando su copa con una sonrisa.

Entre Cruces y Miradas - EnzulianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora