El sol ya brillaba intensamente cuando Enzo se despertó, sintiendo la calidez del día que se avecinaba. Al mirar a su lado, vio a Julián, aún dormido, con una expresión de paz en su rostro. Sonriendo para sí mismo, decidió que no podía dejar que su novio se perdiera el último desayuno en la costa.
Con cuidado, se levantó de la cama, tratando de no hacer ruido, y se dirigió al área común del hotel. Allí preparó un desayuno simple, pero delicioso: tostadas con mermelada, café y algunos frutos frescos. Mientras lo hacía, pensó en lo bien que se habían llevado durante su estadía y en todos los momentos que habían compartido. No podía evitar sonreír al recordar cada risa, cada beso y cada pequeño gesto de cariño.
Con la bandeja en mano, regresó a la habitación y se sentó en la cama, colocando el desayuno justo al lado de Julián.
—Despertate, mi amor —dijo Enzo, suave, pero con un tono juguetón—. ¡El desayuno está servido!
Julián se estiró, abriendo los ojos lentamente, y una sonrisa se dibujó en su rostro al ver la bandeja.
—¿Qué es esto? —preguntó, con la voz todavía un poco adormilada.
—Tu desayuno. ¿Vas a dejar que se enfríe? —Enzo le guiñó un ojo, provocando una risa en Juli.
—No, no, ya voy —respondió Julián, incorporándose rápidamente. Se sentó en la cama, feliz y agradecido.
Mientras disfrutaban de la comida, Enzo aprovechó la oportunidad para preguntar:
—Che, Juli, ¿cómo estás? ¿Te sigue doliendo un poco después de lo de anoche?
Julián lo miró y, aunque había un ligero sonrojo en sus mejillas al recordar lo sucedido, sonrió.
—Un poco no más, pero la verdad es que valió la pena —dijo, mientras masticaba una tostada. La mirada de Enzo le hizo sentir que podía ser honesto.
—Me alegro. Quiero que estés cómodo, siempre —respondió Enzo, con una sonrisa sincera—. Si necesitas descansar, tenés que decime no más.
—No, en serio. Estoy bien. Estoy listo para disfrutar de nuestro último día.
Después de disfrutar del desayuno y de hablar sobre los momentos que más les habían gustado, comenzaron a empacar sus cosas. Julián metió sus prendas en la mochila mientras Enzo organizaba sus cosas en la valija. Ambos compartían risas sintiendo una mezcla de alegría y tristeza por el final de su escapada.
Al terminar de empacar, miraron el lugar una última vez.
—Listo, todo en su lugar —dijo Enzo, satisfecho. Luego, se acercó a Julián—. ¿Estás listo para irte?
—Sí... —Julián dudó un momento—. ¿Vamos a hacer una última parada en la playa antes de irnos?
Enzo sonrió, encantado por la idea.
—Dale, un último chapuzón antes de salir. —Se acercó a Julián, tomándole la mano—. Vamos.
Con el corazón lleno de recuerdos y nuevas promesas, se dirigieron a la playa, listos para disfrutar de su último día en la costa antes de regresar a casa.
Con el sol brillando sobre ellos, Julián y Enzo llegaron a la playa, sintiendo la brisa fresca del mar. La arena dorada se extendía ante ellos, y el sonido de las olas les dio la bienvenida, como si el lugar estuviera celebrando su último día juntos.
—Me encanta este lugar se siente como un sueño —dijo Julián, dejando que la arena se deslizara entre sus dedos.
—Es hermoso —respondió Enzo, sonriendo mientras observaba a Julián con cariño—. Y mucho más cuando estamos juntos.
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Entre Cruces y Miradas - Enzulian
FanficLa tensión entre Julián y Enzo se nota en cada cruce, tanto en la vida real como en los grupos. El contraste entre el pibe relajado y el turro canchero promete generar chispas desde el principio.