El sonido de los pasos de Enzo y Julián resonaba por los pasillos del hospital, como un eco familiar, pero distinto. Esta vez, cada paso traía consigo un leve alivio, una sensación de que lo peor ya había pasado. El brazo de Julián rozó el de Enzo suavemente mientras caminaban juntos hacia el ascensor, el mismo recorrido que habían hecho tantas veces en la última semana, pero ahora con la esperanza iluminando el aire.
—¿Estás bien? —preguntó Julián suavemente, rompiendo el silencio, mientras tocaba con su codo el brazo de Enzo.
Enzo asintió, sin desviar la mirada de los ascensores al final del pasillo.
—Sí... —Su voz sonaba tensa, pero había algo más, como si la ansiedad y el cansancio hubieran empezado a ceder ante una posible buena noticia.
Al llegar a la habitación, encontraron a Marta sentada al lado de la cama de Raúl. El padre de Enzo estaba despierto, con una leve sonrisa en el rostro. Marta se levantó apenas los vio entrar, y una sonrisa cansada pero aliviada apareció en su rostro.
—Chicos, ya nos dijeron que hoy le dan el alta —dijo Marta, su voz entrecortada por la emoción contenida.
Marta no pudo evitar acercarse a Enzo y abrazarlo con fuerza. Él la rodeó con sus brazos, cerrando los ojos un momento, dejándose llevar por ese alivio que tanto había necesitado. Julián, un poco más atrás, observaba la escena con una leve sonrisa, sintiendo que había un pequeño paso hacia la normalidad.
Después de algunos minutos más de despedidas y agradecimientos a las enfermeras, Raúl, con algo de ayuda, se puso de pie y se apoyó en su bastón. Aunque todavía se lo veía débil, había una luz en sus ojos, una energía que no había mostrado en días.
—Vamos, viejo, te llevo al auto —dijo Enzo, su tono firme pero lleno de cariño, mientras tomaba las llaves del auto de su bolsillo.
Julián y Marta siguieron a Enzo y Raúl hacia la salida del hospital. El sol de la mañana les golpeó suavemente el rostro al salir, y por un instante, todo se sintió más ligero. Como si el aire fuera más fácil de respirar.
—¿Juli, me ayudás con las bolsas? —preguntó Enzo, señalando un par de pertenencias que habían traído al hospital durante la semana. Julián asintió de inmediato y tomó las bolsas, caminando junto a Marta mientras Enzo ayudaba a Raúl a subirse al asiento del acompañante.
—Se siente raro volver a casa, ¿no? —dijo Julián, acomodando las bolsas en el baúl mientras Marta asentía, con una sonrisa cansada.
—Después de tantos días acá, se siente como si hubiéramos estado una eternidad —respondió ella, suspirando.
Una vez todos acomodados en el auto, con Raúl en el asiento delantero y Julián y Marta en los traseros, Enzo arrancó lentamente. La voz de Raúl rompió el silencio en el interior del vehículo.
—Che, Julián... —dijo Raúl, girando la cabeza un poco desde el asiento del acompañante—. Vos nos acompañaste un montón en todo esto. ¿Te quedás a almorzar con nosotros? Nos encantaría.
Julián, sorprendido pero halagado, miró a Enzo, quien lo observaba por el retrovisor, esbozando una sonrisa pequeña pero sincera.
—Sí, Juli, venite —agregó Marta desde su asiento—. Hacemos algo sencillo, pero quiero que estés. Nos ayudaste muchísimo.
Julián sintió una calidez recorrerle el cuerpo, no solo por la invitación, sino por la manera en que lo incluían en ese momento familiar tan importante.
—Bueno... si no es molestia, me encantaría —respondió, devolviendo la sonrisa.
El camino hacia la casa de los Fernández transcurrió con una calma agradable. Aunque las palabras eran pocas, el ambiente estaba cargado de una paz que no habían sentido en días. Al llegar, Marta fue directo a la cocina, mientras Raúl se acomodaba en el sillón del living, insistiendo en que estaba bien y que no necesitaba más ayuda.
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Entre Cruces y Miradas - Enzulian
FanfictionLa tensión entre Julián y Enzo se nota en cada cruce, tanto en la vida real como en los grupos. El contraste entre el pibe relajado y el turro canchero promete generar chispas desde el principio.