Capítulo 3: Una Revelación Inesperada

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Los días transcurrían lentamente tras aquella conversación entre Penelope y Anthony en los jardines de los Bridgerton. Ninguno de los dos mencionó el tema nuevamente, pero ambos llevaban consigo la extraña sensación de haber revelado más de lo que querían. Las reuniones sociales continuaban, como siempre, con bailes, cenas y paseos que ocupaban el calendario de la alta sociedad londinense. No obstante, bajo esa superficie de frivolidad y costumbre, algo comenzaba a cambiar entre los protagonistas de esta historia.

Penelope, cada vez más consciente de su distancia emocional con Colin, intentaba distraerse concentrándose en su doble vida como Lady Whistledown. Sus escritos le permitían canalizar su frustración y sus observaciones críticas sobre la sociedad. Sin embargo, un rincón de su corazón seguía doliendo al ver cómo Colin, encantador como siempre, seguía sin percatarse de sus sentimientos. Era imposible no notar su sonrisa despreocupada mientras hablaba con las jóvenes debutantes que competían por su atención, sin un ápice de interés en Penelope más allá de una amistad superficial.

En una de esas veladas sociales, en casa de los Danbury, Penelope se encontraba sentada junto a Eloise, observando a Colin, quien, como de costumbre, charlaba con entusiasmo con otras jóvenes. Eloise, con su usual desdén hacia todo lo relacionado con los asuntos románticos, no dejaba de hacer comentarios sarcásticos sobre la banalidad de los eventos.

—Es una locura, Pen —murmuró Eloise, recostada en su silla mientras cruzaba los brazos—. ¿No te parece absurdo cómo la sociedad se desvive por emparejar a personas que apenas se conocen? Todo es tan superficial. No entiendo cómo Colin soporta tanta atención. Debe ser agotador ser siempre tan encantador.

Penelope forzó una sonrisa, aunque la mención de Colin la hacía sentir una punzada en el pecho.

—Colin tiene una facilidad natural para encantar a la gente —respondió ella, intentando sonar casual—. Es parte de lo que lo hace tan... especial.

Eloise frunció el ceño y la miró de reojo, con esa mirada inquisitiva que siempre tenía cuando algo le parecía fuera de lugar.

—¿Especial? —repitió—. Vamos, Pen, sé que es mi hermano y todo eso, pero “especial” no es precisamente la palabra que usaría para describirlo. Más bien diría que es un bromista sin remedio, siempre saltando de una aventura a otra, sin tomarse nada en serio.

Penelope bajó la vista hacia su abanico, moviéndolo lentamente para disimular su incomodidad. El comentario de Eloise, aunque hecho sin malicia, solo le recordaba lo lejos que estaba Colin de verla como algo más que una amiga.

—Tal vez tengas razón —musitó Penelope, tratando de evitar la mirada de su amiga.

En ese momento, una voz familiar se unió a la conversación, interrumpiendo sus pensamientos.

—¿De qué están hablando con tanto entusiasmo?

Era Anthony, quien, como siempre, parecía estar vigilando a sus hermanos desde la distancia. Su rostro, aunque serio, mostraba una leve curiosidad. Se sentó junto a Eloise y Penelope, con esa presencia imponente que siempre lo acompañaba.

Eloise soltó una risita burlona antes de responder.

—De Colin, por supuesto. Parece que no puede dejar de acaparar la atención de todas las jóvenes esta noche. ¿No es fascinante cómo siempre logra eso sin siquiera intentarlo?

Anthony suspiró, claramente acostumbrado a las travesuras de su hermano menor. Sus ojos vagaron por el salón hasta encontrar a Colin, quien, efectivamente, estaba rodeado de un grupo de jóvenes damas. Luego, su mirada se desvió hacia Penelope, quien parecía más incómoda de lo habitual.

—Colin tiene una habilidad para ganarse el afecto de las personas —comentó Anthony, con un tono neutral, pero con una mirada que sugería que había notado algo más en el comportamiento de Penelope—. Aunque no siempre es consciente de las consecuencias de sus acciones.

Penelope se ruborizó levemente al sentir la mirada de Anthony sobre ella. Había algo en sus palabras que le causaba una incomodidad extraña, como si estuviera insinuando más de lo que parecía.

—Es parte de su encanto, supongo —dijo ella, intentando sonar despreocupada, aunque el comentario de Anthony la hacía reflexionar.

Anthony asintió lentamente, aunque su atención no estaba del todo en la conversación. Desde su último encuentro con Penelope, algo había cambiado en su forma de verla. No era solo la joven amiga de su hermana, ni la fiel confidente de Colin. Había algo más, algo que él no lograba identificar del todo, pero que lo inquietaba. Quizás era la sinceridad de sus palabras, o la forma en que ambos compartían un peso invisible que parecía unirlos.

Mientras tanto, Colin, quien se encontraba en el otro lado del salón, intercambiaba risas y coqueteos con las jóvenes, aparentemente ajeno a todo lo que sucedía a su alrededor. Pero una vez que la velada estaba llegando a su fin, decidió buscar a Penelope. Se acercó a ella mientras Anthony y Eloise se retiraban momentáneamente a hablar con otros invitados.

—Pen —dijo Colin con su usual tono despreocupado—, apenas he tenido la oportunidad de hablar contigo esta noche. ¿Cómo has estado?

Penelope levantó la mirada hacia él, y aunque su corazón seguía latiendo más rápido cuando Colin le hablaba, ya no sentía la misma emoción que antes. Había algo que la hacía sentir distante, como si, por primera vez, comenzara a aceptar que el amor que había albergado por él durante tantos años era solo una ilusión.

—Estoy bien, Colin —respondió, esforzándose por mantener una sonrisa—. Tú pareces estar disfrutando de la velada.

Colin sonrió ampliamente, sin darse cuenta del matiz en la voz de Penelope.

—Sabes cómo son estas cosas. Una sonrisa aquí, una charla allá. Pero, sinceramente, creo que me divierto más hablando contigo. Siempre sabes cómo hacer que todo parezca más interesante.

Penelope sintió un nudo en el estómago. Durante tanto tiempo había soñado con esas palabras, pero ahora, sonaban vacías. Colin la veía como una amiga, una confidente, alguien con quien podía hablar sin preocuparse por impresionar. Y por más que le doliera, sabía que ese sería siempre su lugar para él.

Antes de que pudiera responder, Anthony volvió a unirse a la conversación, su presencia imponente trayendo un cambio en el ambiente. Colin, aparentemente inconsciente del sutil intercambio de miradas entre su hermano y Penelope, continuó con su conversación animada.

—Deberíamos organizar algo más relajado pronto —dijo Colin—. Tal vez una salida al campo, algo lejos de todo este ajetreo.

—Eso suena agradable —dijo Penelope, aunque su mente estaba muy lejos de disfrutar de tales planes.

Anthony, por su parte, no dijo nada, pero su mirada permanecía en Penelope, como si intentara leer lo que ella realmente estaba sintiendo. Había algo en su postura, en la forma en que respondía a Colin, que lo hacía sospechar que las cosas no eran como antes. Y, sin darse cuenta del todo, empezó a sentir una leve pero creciente necesidad de protegerla, no solo como amiga de la familia, sino de algo más profundo.

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Más tarde esa noche, mientras Penelope caminaba de regreso a su casa, su mente estaba en una tormenta. Colin, su gran amor, seguía sin verla, pero ahora eso comenzaba a doler menos. No porque sus sentimientos hubieran desaparecido, sino porque finalmente estaba aceptando lo que siempre había sido evidente: Colin jamás la miraría como ella quería. Y mientras esa realización se asentaba en su corazón, su mente regresaba una y otra vez a Anthony, a sus palabras, a la forma en que él parecía verla, realmente verla.

En la mansión Bridgerton, Anthony se sentó una vez más en su despacho, frente al retrato de su padre. Sentía que algo cambiaba en su interior, un conflicto que no lograba comprender del todo. Había pasado tanto tiempo preocupado por estar a la altura de su legado, que había olvidado lo que significaba sentir, lo que significaba desear algo para él mismo. Y, por primera vez, comenzó a cuestionarse si su destino realmente era seguir los pasos de su padre, o si había otra forma de vivir, otra forma de amar.

El cambio entre ambos había comenzado, aunque ninguno de los dos aún lo reconociera. Pero el destino, siempre impredecible, ya había empezado a trazar un nuevo camino para ellos.

El comienzo de un cambio (Anthony x Penelope?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora