Capítulo 8: Susurros en la Sociedad

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El salón de los Bridgerton era un bullicio de actividad. Daphne, ahora duquesa de Hastings, paseaba con la gracia de alguien que estaba completamente cómoda en su papel. Aunque su vida como esposa y madre estaba repleta de responsabilidades, su mirada no dejaba de seguir los movimientos de su hermano mayor, Anthony, especialmente cada vez que Penelope Featherington aparecía en el horizonte.

El vizconde estaba comportándose de manera diferente, más reservado y, sin duda, más atento a la joven Featherington. No era algo que pasara desapercibido para Daphne, ni para otros ojos agudos de la alta sociedad, especialmente los de Lady Danbury, quien también observaba desde su rincón del salón, con esa sonrisa astuta que nunca fallaba en aparecer cuando veía a través de las situaciones.

—Mi querida duquesa —dijo Lady Danbury, acercándose a Daphne con su característico bastón—. ¿Es mi imaginación, o tu hermano está mostrando un interés poco habitual en la señorita Featherington?

Daphne esbozó una sonrisa traviesa, pero no pudo ocultar su preocupación.

—He notado lo mismo, Lady Danbury. Aunque Anthony es bueno en ocultar sus emociones, hay algo en sus miradas y sus acciones que no puedo ignorar. ¿Crees que podría estar... desarrollando sentimientos genuinos por Penelope?

Lady Danbury soltó una carcajada baja.

—Oh, querida, los hombres no son tan complicados como creen. Cuando alguien como Anthony Bridgerton comienza a fijarse de esa manera en una joven dama, no es por simple cortesía. He estado observando cómo sus interacciones con Penelope han cambiado últimamente. Y me atrevería a decir que ella también está empezando a sentir algo. Aunque la pobre muchacha siempre ha tenido los ojos puestos en Colin.

Daphne asintió, sus pensamientos volviendo a su hermano Colin, quien siempre había sido el objeto de los afectos no correspondidos de Penelope.

—Colin... no estoy segura de cómo tomará esto si alguna vez lo nota. Penelope ha estado enamorada de él por años, y él siempre la ha visto como una amiga. Pero ahora, si Anthony realmente está sintiendo algo por ella, las cosas podrían complicarse.

—No subestimes el poder de los sentimientos no expresados, querida —dijo Lady Danbury, levantando una ceja—. Cuando dos corazones empiezan a latir juntos, ni siquiera la lógica o el pasado pueden detenerlos.

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Mientras tanto, en otra parte del salón, Anthony se encontraba en una conversación con su madre, Violet, aunque su atención estaba claramente dividida. A lo lejos, vio a Penelope hablando tímidamente con Eloise, y algo dentro de él se removió de manera incómoda.

—Querido, no puedes seguir retrasando lo inevitable —dijo Violet suavemente, observando la distracción de su hijo—. Sé que tienes muchas responsabilidades, pero ya es hora de que pienses en ti mismo también. Encontrar una esposa adecuada no es solo una cuestión de deber, también puede ser una cuestión de amor.

Anthony forzó una sonrisa, aunque el conflicto en su pecho era evidente.

—Madre, no tengo tiempo para el amor. No es lo que necesito en este momento. Lo que mi familia necesita es una vizcondesa que pueda cumplir con sus obligaciones y encajar en nuestro círculo.

Violet suspiró, tocando el brazo de su hijo con cariño.

—A veces, lo que uno necesita y lo que uno desea pueden ser la misma cosa, aunque no lo sepas. Y he notado que últimamente tienes los ojos puestos en alguien que jamás habrías considerado antes.

Anthony la miró, sorprendido por lo directo de su comentario.

—¿A qué te refieres?

—A la señorita Featherington, por supuesto. Sé que siempre ha sido amiga de la familia, pero últimamente he visto algo diferente en la forma en que la miras. Es como si, por primera vez, estuvieras viendo lo que todos los demás se han perdido.

Anthony abrió la boca para responder, pero las palabras se le quedaron atascadas. ¿Realmente estaba tan claro? ¿Podía ser que todos, excepto él mismo, se dieran cuenta de lo que sentía?

Antes de que pudiera responder, Colin se acercó con su típica energía jovial, sin haber notado la conversación entre su madre y su hermano.

—Anthony, madre. ¡Qué alegría verlos tan serios! No es como si estuviéramos en medio de una crisis familiar —bromeó, sin advertir el ambiente tenso.

Violet sonrió con cariño a su hijo menor.

—Colin, querido, siempre tan despreocupado. Pero te aseguro que tu hermano tiene mucho en qué pensar estos días.

Colin levantó una ceja, curioso.

—¿Ah, sí? ¿Y qué podría estar preocupando tanto a nuestro querido vizconde?

Anthony, incómodo, decidió cambiar rápidamente de tema.

—No es nada que te concierna, Colin. Solo asuntos familiares.

Colin lo miró con una sonrisa juguetona, pero justo en ese momento, su mirada se desvió hacia Penelope, que seguía conversando con Eloise.

—Pen, siempre tan dulce y amable —dijo Colin, observándola con afecto—. La he echado de menos durante mi viaje. Debería ir a saludarla.

Anthony sintió un extraño nudo en el estómago al ver cómo su hermano miraba a Penelope, aunque sabía que Colin no lo hacía con intenciones románticas. Aún así, había algo en esa mirada que lo inquietaba profundamente. Antes de que pudiera detenerse, Colin ya estaba cruzando la sala para reunirse con las dos amigas.

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Penelope, mientras tanto, intentaba mantener la compostura mientras charlaba con Eloise, quien, como siempre, era directa.

—Pen, no me has contado nada de lo que realmente te pasa. Sé que algo está ocurriendo. Y no me digas que es solo el estrés de la temporada. —Eloise la miraba con una mezcla de preocupación y curiosidad.

Penelope se ruborizó ligeramente, sabiendo que no podía ocultarle nada a su mejor amiga, pero también incapaz de poner en palabras lo que sentía por Anthony.

—No es nada, de verdad —intentó decir Penelope, aunque su voz temblaba ligeramente—. Solo... muchas cosas en la mente.

Eloise frunció el ceño, pero antes de que pudiera presionar más, Colin llegó a su lado con una gran sonrisa.

—Penelope, querida. ¡Qué alegría verte! —dijo, tomando su mano y dándole un beso en la mejilla, con la familiaridad que siempre había tenido.

Penelope sonrió, aunque por dentro sentía una punzada de dolor. Durante años, había soñado con ese tipo de gesto, pero ahora se daba cuenta de que no era suficiente. Colin la quería, sí, pero no como ella había esperado. Y con el tiempo, esos sentimientos por Colin estaban siendo reemplazados por algo mucho más profundo y más complicado: su creciente atracción hacia Anthony.

Eloise observó la interacción con ojos perspicaces, y fue la primera en notar el cambio sutil en la expresión de Penelope.

—Colin, no seas tan efusivo —dijo Eloise con una sonrisa burlona—. Penelope no es tu posesión, aunque te comportes como si lo fuera.

Colin rió, sin captar la verdadera tensión.

—Eloise, siempre tan ingeniosa. —Luego miró de nuevo a Penelope—. Deberíamos bailar esta noche. Hace tiempo que no lo hacemos, y estoy seguro de que causaremos una gran impresión.

Penelope sonrió, pero algo dentro de ella se había quebrado. A medida que Colin se alejaba, sus ojos vagaron hacia Anthony, quien la miraba desde el otro lado de la sala. Había algo en esa mirada que le hizo darse cuenta de lo que ya había sospechado: su corazón estaba cambiando, y Anthony, no Colin, era el hombre que lo hacía latir más rápido.

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Y así, en los pasillos y los salones de Londres, los susurros comenzaban a crecer. Las damas empezaban a comentar la creciente atención entre el vizconde y la señorita Featherington. Los rumores se multiplicaban y Lady Whistledown no tardaría en tomar nota. Pero esa noche, la reina Charlotte también observaba con su ojo crítico, preguntándose qué giros tomaría el destino de esos corazones en conflicto.

El comienzo de un cambio (Anthony x Penelope?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora