Las noches de Londres eran tan agitadas como sus días, y aquella velada no sería la excepción. Una fiesta en la residencia de Lady Danbury prometía ser el evento de la semana, y la alta sociedad ya se reunía en sus opulentos salones, comentando con entusiasmo los últimos rumores. Entre ellos, destacaban las habladurías sobre Anthony Bridgerton y Penelope Featherington, rumores que ahora parecían casi imposibles de contener.
Penelope llegó acompañada de sus hermanas y su madre, Lady Portia Featherington. Mientras avanzaban hacia el salón principal, podía sentir las miradas sobre ella, pero también el peso del escrutinio. Lady Portia, siempre atenta a las oportunidades sociales, parecía disfrutar de la atención, aunque Penelope solo sentía incomodidad.
—Recuerda sonreír, Penelope. —le susurró su madre con un tono severo—. Esta es tu oportunidad de demostrar que los rumores son ciertos. Si juegas bien tus cartas, podrías asegurarte un lugar entre los Bridgerton.
Penelope intentó mantener la compostura, pero por dentro, estaba inquieta. No era solo la presión de los rumores, sino también el conflicto que llevaba en su corazón. Aún pensaba en Colin, en sus años de afecto no correspondido, y ahora, con Anthony tan presente en su vida, todo parecía enredarse más.
Una vez dentro del salón, Penelope se separó de su familia, encontrando rápidamente a Eloise, que la esperaba en un rincón, observando a la multitud con su habitual escepticismo.
—No sé cómo aguantas todo esto —dijo Eloise, cruzando los brazos—. Las miradas, los susurros. Si yo fuera tú, me habría escondido ya en alguna biblioteca.
Penelope sonrió, pero no pudo evitar soltar un suspiro.
—Te aseguro que he pensado en ello más de una vez esta noche. Pero estoy aquí, intentando hacer lo mejor que puedo.
Eloise estudió a su amiga por un momento, como si intentara descifrar algo más profundo.
—Penelope, sé que los rumores son insoportables, pero... ¿tú qué piensas de todo esto? —preguntó Eloise con más suavidad—. ¿Es cierto? ¿Sientes algo por mi hermano Anthony?
Penelope se quedó en silencio. Era una pregunta que ella misma había intentado evitar, porque responderla significaba enfrentarse a una verdad que aún no estaba segura de comprender.
—Anthony es... —comenzó, buscando las palabras adecuadas—. Es complicado. Hemos pasado mucho tiempo juntos últimamente, y creo que es alguien que se esconde tras una armadura muy fuerte. Pero... —vaciló, bajando la voz—. No sé si lo que siento por él es lo mismo que lo que sentí por Colin.
Eloise frunció el ceño, pero luego sonrió con ternura.
—No siempre lo sabrás de inmediato. A veces, el amor surge de donde menos lo esperamos, y otras veces, lo que pensamos que era amor resulta ser otra cosa. Lo único que quiero es que seas feliz, Penelope. No importa con quién.
Penelope le devolvió la sonrisa, aunque su corazón seguía lleno de confusión.
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Mientras tanto, en otro extremo del salón, Daphne observaba a su hermano Anthony desde una distancia prudente. Él estaba rodeado de damas, como de costumbre, cada una más ansiosa que la anterior por captar su atención. Las madres las observaban con expectación, esperando que una de sus hijas pudiera conquistar al vizconde.
Pero Daphne, con su aguda percepción, podía notar que Anthony no estaba realmente presente en esas conversaciones. Su hermano mantenía la compostura, como siempre lo hacía en sociedad, pero sus ojos, su mente, estaban en otro lugar. Tal vez en otra persona.
Daphne decidió acercarse a él, esperando que una conversación familiar pudiera aclarar lo que realmente pasaba por su mente.
—Anthony —saludó con una sonrisa mientras se acercaba—, pareces bastante popular esta noche. ¿Debo felicitarte?
Anthony le devolvió una sonrisa forzada, claramente cansado de la atención que estaba recibiendo.
—No te burles, Daphne. Sabes que esto es lo que se espera de mí. Mi deber es encontrar a una esposa adecuada, y estas mujeres solo están haciendo lo que la sociedad les ha enseñado.
Daphne lo observó con detenimiento, percibiendo la fatiga detrás de su máscara de perfección.
—¿Y qué es lo que tú esperas de todo esto? —preguntó en voz baja, inclinándose hacia él—. Porque parece que cada vez que te veo, estás más lejos de encontrar lo que realmente deseas.
Anthony suspiró, sabiendo que no podía ocultar nada de su hermana.
—Daphne, estoy... atrapado. No puedo dejar de pensar en el legado de nuestro padre, en todo lo que se espera de mí como el vizconde. No tengo tiempo para pensar en el amor o en lo que deseo. Solo en lo que debo hacer.
Daphne se cruzó de brazos, claramente frustrada por la respuesta de su hermano.
—Eso es lo que siempre dices. Pero Anthony, ¿no ves que en este intento de cumplir con tu deber, te estás olvidando de ti mismo? Te estás olvidando de lo que realmente importa.
Anthony la miró, sorprendido por la firmeza de sus palabras.
—¿Y qué crees que importa, Daphne? —preguntó, casi retador.
—El amor —respondió sin vacilar—. Y no el amor que encuentras en un matrimonio arreglado por conveniencia. Hablo del amor que realmente te completa, que te desafía y te cambia para mejor. Y si no estás buscando eso, Anthony, entonces te estás condenando a ti mismo.
Anthony se quedó en silencio, las palabras de Daphne resonando en su mente. No podía ignorar lo que ella decía, porque en el fondo sabía que tenía razón. Había estado tan concentrado en el deber, en la responsabilidad, que se había olvidado de lo que realmente quería para sí mismo.
—Daphne... —comenzó, pero antes de que pudiera continuar, su mirada se desvió hacia el otro lado del salón, donde Penelope y Eloise conversaban. Algo en la forma en que Penelope se movía, en su presencia tranquila pero constante, lo desconcertaba.
Daphne siguió su mirada, y una pequeña sonrisa apareció en sus labios.
—Ah, ya veo —dijo con un tono astuto—. Así que es Penelope la que ha captado tu atención.
Anthony se sonrojó ligeramente, algo raro en él.
—No es eso... —intentó negar, pero las palabras se le escapaban—. Es complicado.
—Siempre es complicado —respondió Daphne, dándole una palmada suave en el brazo—. Pero tal vez sea hora de que dejes de huir de lo complicado y lo enfrentes.
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En otra parte del salón, Lady Danbury, sentada en su característico sillón, no dejaba pasar ningún detalle de lo que ocurría a su alrededor. Con su bastón en mano, observaba a Penelope y a Anthony con el ojo agudo de una mujer que conocía bien los juegos de la sociedad.
A su lado, Lady Violet Bridgerton también observaba la situación, aunque con una mezcla de preocupación y curiosidad.
—Violet, querida —dijo Lady Danbury, golpeando levemente el suelo con su bastón—, parece que tu hijo mayor tiene un dilema en sus manos. Y esa joven Featherington... bueno, parece que está más cerca de tu familia de lo que nadie hubiera anticipado.
Violet suspiró, pero asintió con una pequeña sonrisa.
—Es cierto, Lady Danbury. No sé cómo terminará todo esto, pero lo que sí sé es que Anthony tendrá que tomar decisiones difíciles. Y Penelope... bueno, ha sido una amiga de nuestra familia por tanto tiempo. Quiero lo mejor para ella.
—No es solo lo mejor lo que importa aquí, querida —respondió Lady Danbury—. A veces, lo que importa es lo que los corazones deciden, y no lo que las mentes racionales planean.
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Mientras la noche avanzaba, las dudas, los deseos y los miedos se entrelazaban en las vidas de los Bridgerton y los Featherington. Anthony, aún atrapado en el dilema de su responsabilidad y sus propios sentimientos, y Penelope, comenzando a descubrir que su afecto por Colin no era lo que había imaginado, estaban a punto de enfrentarse a decisiones que cambiarían el curso de sus vidas para siempre.
La tempestad en sus corazones apenas estaba comenzando.
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El comienzo de un cambio (Anthony x Penelope?
RomanceAveces el amor esta donde menos pensamos. Con Penelope aún enamorada de Colin, y Anthony comenzando a notar algo diferente en ella. La relación entre ellos se presenta de manera sutil, mientras ambos empiezan a percibir pequeños cambios en sus senti...