feelings

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Nota: Incluye contenido +18


El día de la vuelta a Hogwarts llegó demasiado rápido, como siempre después de las vacaciones de Navidad. La Madriguera, que apenas días antes había estado llena de risas, caos y guerras de bolas de nieve, ahora estaba inmersa en un ajetreo diferente, más frenético y melancólico. Todos sabíamos lo que eso significaba: el fin de las vacaciones y el regreso a la rutina.

—¡Alina, baja ya! ¡El coche está listo! —gritó mamá desde el pie de la escalera.

Scorpius y yo estábamos en mi habitación, terminando de guardar las últimas cosas. Él había venido a la Madriguera temprano esa mañana para acompañarnos al tren.

—Estoy lista, mamá —respondí, cerrando mi maleta y lanzándole a Scorpius una sonrisa nerviosa—. ¿Tienes todo?

—Todo listo —dijo él.

Bajamos las escaleras, arrastrando nuestras maletas y escuchando el bullicio que provenía de la cocina. Al llegar, el tío Ron ya estaba ayudando a colocar las cosas de mis primos junto a la puerta, mientras papá y el abuelo Arthur estaban revisando el coche, una reliquia encantada que el abuelo había mantenido en secreto durante años. Mamá nos dio una última mirada rápida para asegurarse de que no olvidáramos nada.

—¿Teneis vuestras escobas? —preguntó ella, con esa mirada preocupada de "mamá Weasley", que todos conocemos tan bien.

—¡Sí, mamá! —respondimos al unísono, tanto Albus y yo.

El coche estaba abarrotado, como siempre. Entre maletas, jaulas de lechuzas y nuestras capas, apenas había espacio para respirar. Albus, Scorpius, James y Matthew se sentaron juntos en la parte de atras, mientras yo acabé entre Lily y Rose, que estaban hablando emocionadamente sobre las nuevas pociones que querían probar este trimestre.

El viaje hacia la estación de King's Cross estuvo lleno de ese ambiente de anticipación que siempre acompaña el regreso a Hogwarts. Aunque todos amábamos estar en casa durante las vacaciones, había algo reconfortante en saber que volveríamos al castillo, con sus pasillos llenos de secretos y sus clases mágicas.

Cuando llegamos a la estación, el caos habitual nos envolvió. Los andenes estaban llenos de estudiantes y sus familias, todos intentando llegar lo antes posible a la plataforma 9¾. Mi corazón dio un vuelco cuando vi el Expreso de Hogwarts, con su vapor humeando en el aire frío de enero. Parecía más majestuoso que nunca, como si también hubiese echado de menos el bullicio de los estudiantes.

—¡Rápido, rápido! —dijo papá, ayudándonos a empujar las maletas hacia la plataforma—. No queremos perderlo.

Atravesamos la barrera juntos, como habíamos hecho tantas veces antes, y de repente todo cambió. Las voces de la estación muggle quedaron atrás, y frente a nosotros estaba la bulliciosa plataforma mágica. Los estudiantes se despedían de sus familias, los prefectos intentaban organizar a los de primer año, y por un momento, el ambiente era abrumador. Pero al mismo tiempo, ese caos me hizo sonreír. Hogwarts, aunque lleno de desafíos, siempre fue un lugar donde me sentí en casa.

Mamá se acerco hacia nosotros.

—Portaos bien, ¿de acuerdo? —dijo con voz suave—. Y nada de misiones secundarias, por favor.

—Tranquila, mamá —prometió Albus, aunque todos sabíamos que sería Lily quien más probablemente cumpliría esa promesa.

Papá se acercó después, colocando una mano en mi hombro mientras me miraba con esa mezcla de orgullo y preocupación que siempre sentía en los momentos de despedida.

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⏰ Última actualización: Oct 27 ⏰

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𝓞𝓽𝓻𝓪 𝓻𝓮𝓪𝓵𝓲𝓭𝓪𝓭 ; ʰᵃʳʳʸ ᵖᵒᵗᵗᵉʳDonde viven las historias. Descúbrelo ahora