22. Noche de bodas

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-¿escuche bien?- Charles me siguió, lo tomé de la mano para volver a entrar

-depende de que escuchaste - trato de sonreír pero me sale una mueca

-dijiste Lucifer

-escuchaste bien, el estuvo aqui- Charles  seguía pálido, su mano temblaba ligeramente entre las mías. En otra ocasión, habría soltado un comentario burlón, pero esta vez no podía. Lucifer. Su nombre aún resonaba en mi mente, trayendo recuerdos de otro tiempo, otro lugar.

Lo vi luego de más de siete mil años, y se ocurre aparecer el día de mi boda, además tenía que hablar con el sobre Reulan y yo engo forma de contactarme con él

-¿Por qué? -volvió a preguntar, pero yo solo negué con la cabeza.

-No lo sé. Solo volvamos adentro.

Charles no insistió, aunque su mirada dejó claro que lo haría más tarde. Lo guie de regreso al salón, donde la música nos envolvió de inmediato. Todos aplaudieron cuando nos vieron entrar de nuevo, y la voz del maestro de ceremonias anunció el momento que todos esperaban: nuestro primer baile como esposos.

La orquesta comenzó a tocar una melodía suave, casi hipnótica. Charles me atrajo hacia él, sus manos en mi cintura, firmes pero temblorosas. Mis dedos se enredaron en su nuca, y por un momento todo lo demás dejó de importar. Solo estábamos él y yo.

-¿Siempre vas a mirarme así? -le susurré, al notar sus ojos fijos en mí, como si tratara de grabar cada detalle de mi rostro.

-Siempre. -Su voz fue apenas un murmullo, pero lo sentí en cada fibra de mi ser.

Nos movíamos lentamente, como si el tiempo se hubiera detenido. Las luces cálidas del salón reflejaban un mundo de promesas en sus ojos. No era perfecto, pero era nuestro momento, y lo iba a atesorar para siempre.

Cuando la música terminó, los aplausos nos devolvieron a la realidad. Nos miramos, entre risas nerviosas, y Charles aprovechó para besarme. Un beso que hizo olvidar cualquier duda o sombra que Lucifer pudiera haber dejado.

La noche continuó entre risas, brindis y bailes. Pero al final, cuando quedamos solos en nuestra habitación, el ambiente cambió. Charles estaba inquieto, caminando de un lado a otro mientras yo me quitaba los pendientes frente al espejo.

-¿Estás bien? -pregunté, girándome para mirarlo.

-Sí, es solo que… -Se pasó una mano por el cabello, claramente nervioso- Bueno, ya sabes…¿o quizás no?

Sonreí. Su incomodidad era adorable. Me acerqué lentamente, dejando que cada paso lo pusiera más nervioso. Cuando estuve frente a él, tomé sus manos y las llevé a mi cintura.

-Soy plenamente consiente de lo que implica estar casados Charles

-Yo nunca...

-¿Sabes que esto no tiene que ser perfecto, verdad? -lo interrumpi con suavidad.

—Lo sé, pero… no quiero arruinarlo.

Reí suavemente y lo besé, despacio, sin prisa.

—Eres todo lo que necesito, Charles. Y si te equivocas, prometo no burlarme… mucho.

-Relájate -susurré, tomando su rostro
entre mis manos. Su barba incipiente
rozó la punta de mis dedos, una textura
áspera que me encantó. Me incliné para besarlo, despacio, dejando que se
acostumbrara al peso de mi boca sobre
la suya.

Al principio se quedó quieto, tenso, pero pronto sus manos se movieron hacia mi cintura, inseguras, como si no estuviera seguro de hasta dónde podía llegar.

-Confía en mí- dije contra sus labios,
mi aliento caliente chocando contra su
piel.

Me enderecé, apartándome apenas lo
suficiente para mirarlo a los ojos. Su
rostro estaba sonrojado, sus pupilas
dilatadas. Llevé sus manos hacia mi
espalda y lo guié para que soltara los
botones del vestido.

Sus dedos temblaban, pero lo hizo, y el suave roce de la tela deslizándose por mi piel me erizó entera.

Charles tragó saliva, su mirada bajando
con una mezcla de asombro y deseo. Me incliné hacia él, mis dedos enredándose en su cabello, y lo empujé suavemente hacia atrás hasta que su espalda tocó el colchón. Me acomodé sobre él, sintiendo el calor de su cuerpo atravesar la delgada tela de su camisa.

-Dime si algo te incomoda, ¿sí?-le
susurré al oído antes de morder
suavemente el lóbulo. Su jadeo fue la
respuesta que buscaba.

Mis labios empezaron a explorar su cuello, dejando un rastro húmedo y
cálido hasta su clavícula. Su respiración
se aceleraba, y sus manos empezaron a
moverse con más seguridad,
recorriendo mi espalda, mis costados,
como si quisiera grabar cada curva en
Su memoria.

-Eres perfecta -murmuró, su voz ronca
y temblorosa.

Sonreí contra su piel, disfrutando del
poder que tenía sobre él.

Mis manos bajaron hasta los botones de su camisa y los desabroché uno por uno, dejando al descubierto la firmeza de su pecho.
Su piel estaba cálida, con un aroma que
mezclaba su perfume tenue y el almizcle natural de su cuerpo.

Cuando al fin lo despojé de la camisa,
me tomé mi tiempo para acariciarlo,
presionando mis labios contra su pecho, saboreando su sabor salado y único.

El alzo ligeramente las caderas buscando más contacto y haciéndome gemir, mientras sus dedos se aferraban a mis caderas.

-Eres hermoso, Charles -le dije,
mirándolo directamente a los ojos. Esa
simple frase pareció desarmarlo, porque sus manos se relajaron y dejó escapar un suspiro profundo.
Tomé el control con suavidad pero
firmeza, explorando cada rincón de su
Cuerpo con mis labiosy mis manos,
prestando atención a cada reacción
suya: el modo en que sus músculos se
tensaban bajo mi toque, el leve gemido
que se le escapaba cuando encontraba
un punto particularmente sensible. Sus
inseguridades se iban disipando con
cada caricia, cada beso.

Cuando finalmente estuve lista para
Ilevarlo al siguiente paso, lo miré a los
ojos y me incliné para susurrarle:

-Déjame guiarte.

Él asintió, vulnerable pero
completamente entregado. Lo que
siguió fue un torbellino de emociones,
sensaciones y descubrimientos. Cada
movimiento, cada susurro, era una
promesa que sellábamnos con nuestros
Cuerpos.

Lo guié con paciencia,
asegurándome de que cada momento
fuera especial, único.

Al final, cuando todo terminó y nos
quedamos abrazados, con su cabeza
descansando sobre mi pecho, lo
escuché murmurar:

-Gracias. No sabia que podia disfrutar tanto tocar a alguien como lo hago contigo-murmuro con la voz ronca  sus palabras cargadas de emoción.

No respondi, solo le di un ultimo beso e y cerre los ojos. Sabia que esa noche seria inolvidable para ambos.

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